El Gascoigne dan¨¦s
Gravesen parece haber controlado sus excesos y se ha convertido en todo un l¨ªder
A un palmo de distancia, Gravesen impresiona. Por su voz cascada y sus orejas puntiagudas que sobresalen de un poderoso cr¨¢neo completamente afeitado. El aspecto del medio centro de Dinamarca es entre intimidatorio y divertido, seg¨²n el momento y el lugar. Y su biograf¨ªa est¨¢ cargada de bromas pesadas y enfrentamientos con rivales y compa?eros que, eso s¨ª, ha podido calmar en los ¨²ltimos meses gracias a las arengas de su seleccionador, Morten Olsen, que le considera vital para el rendimiento de su equipo.
En efecto, Gravesen, a sus 28 a?os, es un jugador tan carism¨¢tico y efectivo en el manejo del juego como conflictivo dentro y fuera de la cancha. Tan b¨¢sico para mantener el sentimiento de grupo como peligroso para destruirlo en uno de sus locuras incontrolables. De momento, Olsen lo mantiene a raya, como se vio el pasado martes ante Suecia (2-2). Cuaj¨® un gran partido, lleno de fuerza y sentido de la distribuci¨®n del bal¨®n. Esa noche, su estruendosa risa reson¨® en los intestinos del estadio Do Bessa, donde se par¨® a hablar con la prensa al finalizar el encuentro. Estaba euf¨®rico. "Me gusta este equipo. Cada vez estamos mejor", dijo en un ingl¨¦s vertiginoso y propio de los bajos fondos de Liverpool: juega en el Everton, de esa ciudad, desde hace cuatro temporadas.
Una vez, Topting y ¨¦l pusieron hielo en los pantalones de Gronkjaer y acabaron a pu?etazos
Gravesen ha llegado plet¨®rico a la Eurocopa, en un estado de excitaci¨®n que roza el fanatismo. As¨ª fue el sprint de 20 metros que se lanz¨® en el segundo tiempo frente a los suecos en direcci¨®n al banquillo, cuando acudi¨® a recibir unas instrucciones de Olsen. Nunca un jugador corri¨® tanto ni con tanta determinaci¨®n para recabar unas ¨®rdenes. El caso es que tiene muy asumida su jerarqu¨ªa en el conjunto y quiere demostrarla a cada instante.
Ya se perdi¨®, por una sanci¨®n previa, el primer encuentro, ante Italia, y no quiere perderse ni un minuto m¨¢s. Para eso pretende olvidarse de sus juergas de otros tiempos. "S¨®lo pienso en entrenarme y en dormir", proclama. ?sa es su manera de preparar el choque de hoy, ante la Rep¨²blica Checa, un rival que est¨¢ encandilando no s¨®lo a sus aficionados particulares, sino tambi¨¦n a los generales, y al que se ha dedicado a estudiar. "Como me sobra tiempo, he visto sus tres partidos. Nedved, Rosicky, Baros... Son muy buenos". ?Mejores que Dinamarca?, se le pregunta. "Bueno, nosotros ya llevamos cinco a?os juntos y podemos jugar muy bien. No buscamos la gloria individual, sino la colectiva", matiza.
Esta hermanita de la caridad en que parece haberse convertido Gravesen no tiene nada que ver con el compa?ero de farra de Topting, del Bolton, en la pasada Copa del Mundo, la de Corea del Sur y Jap¨®n 2002. Como se aburr¨ªan a menudo, un d¨ªa de marzo de ese a?o decidieron poner hielo en los pantalones de su compa?ero Gronkjaer, que quiso vengarse y acabaron los tres a pu?etazos. En otra ocasi¨®n, en un entrenamiento en Rumania con vistas a un lance clasificatorio para la cita portuguesa, Gravesen le baj¨® los pantalones al defensa Jensen, mientras a ¨¦ste le hac¨ªan una entrevista, con tal mala fortuna que justamente en ese instante un fot¨®grafo hizo clic. As¨ª que las partes ¨ªntimas del pobre de Jensen dieron la vuelta al mundo sin su consentimiento.
El Everton pag¨® por Gravesen al Hamburgo 4 millones de euros en 2000. Pero en Alemania rindi¨® por debajo de lo esperado. De ah¨ª, el asombro de un larguirucho periodista germano el pasado martes en el estadio Do Bessa, de Oporto. "Este Gravesen no puede ser el mismo que conocemos de Alemania. Ha mejorado much¨ªsimo".
Claro que en Inglaterra tampoco se ha escapado de las pol¨¦micas. En el a?o 2001 dijo que el Everton no ten¨ªa suficiente calidad y el entrenador, Walter Smith, quiso echarlo del conjunto. Y el curso pasado, en un partido ante el Newcastle, el delantero Shearer le llam¨® cobarde por una entrada con la que lesion¨® a Bernard. En fin, un angelito, una especie de Gascoigne dan¨¦s que Olsen ha conseguido controlar. Al menos, de momento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.