El ma?o trashumante

El ma?o trashumante por excelencia present¨® en Madrid en dos noches apote¨®sicas, por la afluencia de p¨²blico y por el ardor que ¨¦ste puso en acompa?ar con sus gargantas los temas de su ¨²ltimo disco, el doble CD El viaje a ninguna parte. Como se esperaba de este animal esc¨¦nico de personal sentido a la medida, el espect¨¢culo estuvo a la altura requerida con alguna que otra matizaci¨®n. Una extensa banda de m¨²sicos, macerada con el paso del tiempo, de las que son capaces de seguir a su l¨ªder y vocalista hasta dormidos, dieron la cobertura sonora imprescindible a un Enrique ataviado para la ocasi¨®n con un glamouroso traje blanco con pantal¨®n acampanado y sombrero de ala ancha a juego. Todo un pr¨ªncipe de la escena que, sin embargo, no tuvo una de sus noches m¨¢s ingeniosas a la hora de ir presentando las canciones.

Tras un excelente comienzo de concierto con El anzuelo y la bluesera Se?orita Hermafrodita, el aragon¨¦s bord¨®, sin lugar a dudas, uno de los mejores temas del concierto y del nuevo disco. Se trata de la emocionante Los restos del naufragio, en la que Bunbury retrata sus gustos e influencias musicales a ambos lados del Atl¨¢ntico. Tras otro par de grandes canciones, De mayor y Desmejorado, excelente huella del paso de Bunbury por el proyecto Bushido en clave Kurt Weill, vino, sin embargo, cierto baj¨®n en el car¨¢cter ascendente del concierto. Cuestiones de repertorio que el propio Bunbury ir¨¢, seguramente, corrigiendo con el rodaje que dan las actuaciones, pareci¨® que al show le faltaban dos temas, si no vertiginosos, s¨ª lo suficientemente trepidantes como para dar a entender que el viaje musical tambi¨¦n puede ser a velocidad del AVE.

Sin abandonar el tempo lento y solemne, Enrique prepar¨® una traca final en la que destacaron Lady Blue y una larga versi¨®n del cl¨¢sico de Jos¨¦ Alfredo Jim¨¦nez El jinete, en la que el guitarrista Rafa Dom¨ªnguez dio toda una lecci¨®n de feedback o sonido realimentado de su guitarra. Despu¨¦s, el ex H¨¦roe del Silencio saldr¨ªa al escenario otro par de veces, para, en clave tanguera, dejar sonando en el aire las notas del cl¨¢sico La ¨²ltima curda y la propia Adi¨®s compa?eros, en medio del aplauso generalizado de una cohorte de fan¨¢ticos del cantante que m¨¢s partido le saca a la solemnidad.