Prodi, el hombre que met¨ªa la pata
El actual presidente ser¨¢ recordado por sus ¨¦xitos, pero tambi¨¦n por sus patinazos
Sus defensores dicen que no es un l¨ªder carism¨¢tico, pero s¨ª un hombre honrado que ha cumplido las tareas que le han encomendado. Sus detractores le acusan de presidencialismo, de no haber sabido estar en su papel. Con todas sus capacidades y deficiencias, lo objetivo es que Romano Prodi abandonar¨¢ Bruselas en octubre despu¨¦s de cubrir un mandato de intenso legado: el acuerdo sobre la Constituci¨®n, la entrada del euro, la mayor ampliaci¨®n de la historia de la UE y la profunda reforma de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n.
Prodi lleg¨® a la presidencia de la Comisi¨®n Europea de la mano del canciller alem¨¢n Gerhard Schr?der, que lo impuso con el apoyo del entonces Gobierno socialista franc¨¦s, frente a la mayor¨ªa del Consejo, en el que lamentablemente para il professore, como entonces se le apodaba, fueron cayendo como fichas de domin¨® los Gobiernos de centro izquierda para dejar paso a los conservadores.
Prodi (Scandiano, Reggio Emilia, 1939), licenciado cum laude en Derecho y profesor en las Universidades de Mil¨¢n y de Bolonia, as¨ª como de la London School of Economics, de Harvard y del Instituto Stanford Research, es un experto en econom¨ªa industrial. Tras ser ministro de Industria y director del Instituto para la Reconstrucci¨®n Industrial de su pa¨ªs, fund¨® en 1995 la coalici¨®n electoral de centro izquierda del Olivo que le llev¨® un a?o despu¨¦s a la presidencia del Consejo de Ministros, cargo que ejerci¨® durante dos a?os.
Una vez nombrado presidente de la Comisi¨®n, logr¨® el respaldo del Parlamento Europeo, tambi¨¦n de mayor¨ªa conservadora, una instituci¨®n que siempre le ha apoyado frente a un Consejo adverso que, para colmo, dio cabida en 2001 a su peor enemigo: Silvio Berlusconi. Pero el error de Prodi, seg¨²n sus cr¨ªticos, fue creerse un aut¨¦ntico jefe de Gobierno, capaz de tomar sus propias iniciativas sin encomendarse ni a sus comisarios ni, lo que es m¨¢s grave, a sus aut¨¦nticos jefes: los presidentes de los Gobiernos o Estados europeos. Cuatro meses despu¨¦s de acceder al cargo, curs¨® una invitaci¨®n al coronel libio Muammar Gadafi que tuvo que retirar inmediatamente, y no hab¨ªa cumplido un a?o en el cargo cuando Jacques Chirac le humill¨® al pedir Prodi firmar un documento junto a Los Quince sobre Oriente Pr¨®ximo. "Romano, por favor, ?estamos hablando de pol¨ªtica exterior!", le espet¨®.
Prodi nunca se conform¨® con el papel subsidiario de Bruselas. Desde el principio pidi¨® m¨¢s poder para la Comisi¨®n, reclamando la pol¨ªtica exterior y la direcci¨®n exclusiva de la pol¨ªtica econ¨®mica. Aspiraciones que han quedado, a muy bajo nivel, plasmadas en la Constituci¨®n. Pero la ausencia de credibilidad (fomentada por los l¨ªderes) y su nefasto poder de comunicaci¨®n le han perseguido, aunque exhibiera aciertos evidentes, como el de apostar ya en 2000 por celebrar las elecciones europeas de 2004 con la UE ampliada, lo que fue recibido con escepticismo.
Uno de sus m¨¢s inolvidables tropiezos tuvo lugar en octubre de 2002, cuando tild¨® de "est¨²pido, r¨ªgido e imperfecto" el Pacto de Estabilidad y Crecimiento sin tener previsto recambio alguno. Present¨® un proyecto de Constituci¨®n europea que motiv¨® la chanza de Giscard d'Estaing. "Pen¨¦lope ha sido repudiada", dijo el franc¨¦s aludiendo al nombre con el que fue bautizado el anteproyecto del italiano. Pero quiz¨¢ el m¨¢s grave error de su mandato ha sido el de defender a ultranza un comisario por pa¨ªs en una Europa ampliada, algo que la Constituci¨®n ha dejado fuera. Prodi ha mantenido hasta el final su enfrentamiento con el Consejo y ha reclamado a los l¨ªderes mayor coherencia para cumplir con su propio objetivo del pleno empleo y mayor competitividad para 2010.
La victoria de los suyos en Italia en las recientes elecciones europeas y municipales le coloca en una inmejorable situaci¨®n para volver a la pol¨ªtica nacional, donde se ha convertido en la gran esperanza para derribar a Berlusconi. Antes deber¨¢ afrontar su ¨²ltimo reto: dar una opini¨®n, crucial, sobre si hay que dar a Turqu¨ªa una fecha para su adhesi¨®n al club europeo.
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