El vig¨ªa de Occidente
Este pe?¨®n de 95 metros, erguido sobre la confluencia del Cofio y el Alberche, es el mejor mirador de la sierra oeste
Ponerle Yelmo a un pe?¨®n ovoidal se nos antoja un bautizo muy po¨¦tico, una met¨¢fora plena de resonancias caballerescas, pero en la Edad Media, en que un yelmo era de uso tan obligado como un casco integral para un motorista o una gorrilla de visera para el Mono Burgos, era una asociaci¨®n de ideas harto com¨²n, a tal extremo que s¨®lo en Madrid hab¨ªa tres montes as¨ª llamados: el Yelmo de La Cabrera, ahora pico de la Miel, en el conf¨ªn oriental del Guadarrama; el de la Pedriza del Manzanares, en el centro de la cordillera, y el que hoy nos ocupa, sobre el embalse de San Juan, en el l¨ªmite occidental de la sierra madrile?a, pues m¨¢s all¨¢ es ?vila y es Gredos.
Este yelmo, si los mapas no mienten, se yergue a 675 metros sobre el nivel del mar en Alicante y a 95 sobre la superficie de las aguas en la playa de Madrid, una altura considerable -como un edificio de 30 plantas- para un pedrusco de granito de una sola pieza que, para m¨¢s espect¨¢culo, lanza sus peladas laderas en picado sobre las linfas reunidas de los r¨ªos Cofio y Alberche, ofreciendo unas vistas del embalse de San Juan y de los pinares que lo abrazan comparables a las que gozan las rapaces de la zona: ¨¢guila imperial y perdicera, buitre negro y leonado, b¨²ho real... E incluso mejores, pues esta ¨²ltima, de noche, poco paisaje puede ver.
El yelmo, en la Edad Media, era de uso tan obligado como un casco para un motorista
Dos son los caminos que llevan hasta el Yelmo. Desde el sur, lo hace una pista forestal que nace cerca del puente de San Juan y por la que se adentra en coche un dominguer¨ªo que no cesa ni en invierno, con el agravante de que esta parte del monte, la que cae por el valle Lorenzo, ardi¨® el verano pasado y no est¨¢ para recibir muchas visitas. Y, desde el norte, otra pista que arranca en las inmediaciones de Robledo de Chavela y que s¨®lo frecuentan los reba?os de cabras que triscan por el valle del Cofio, acentuando con la m¨²sica de sus esquilas las muy po¨¦ticas y antiguas resonancias de que habl¨¢bamos al principio. Huelga decir cu¨¢l vamos a seguir.
El camino solitario, que unos llaman del Infante y otros del Monte Agudillo, principia exactamente en el kil¨®metro 1,1 de la carretera de Cebreros (M-539), a cinco de Robledo, cuyo Ayuntamiento ha instalado aqu¨ª, para m¨¢s se?as, un panel informativo. Y es una pista de tierra excelente, mejor que muchas carreteras -m¨¢xime considerando que no comunica ciudades, sino majadas de cabras-, que ondula suavemente arriba y abajo por encinares (primero) y bosques de pino pi?onero (despu¨¦s), todo ello con vistas a Las Cabreras -cerros gran¨ªticos que albergan, allende el Cofio, una populosa colonia de buitres leonados- y a las primeras cumbres de Gredos.
Tomando como referencia los mojones kilom¨¦tricos -no le falta detalle a esta autopista de cabras-, avanzaremos sin preocuparnos de nada hasta que, a dos horas largas del inicio, lleguemos al kil¨®metro 9. Justo aqu¨ª, vaya por Dios, no hay moj¨®n, pero s¨ª una n¨ªtida trifurcaci¨®n, donde deberemos tirar por el ramal que baja a mano derecha, casi en direcci¨®n contraria a la que tra¨ªamos. A los 500 metros cogeremos otro desv¨ªo (ahora a la izquierda) e, ignorando luego el que lleva al ¨¢rea recreativa de la Lancha del Yelmo, alcanzaremos un rellano donde aparece se?alizada la senda del Mirador del Yelmo, a punto de cumplirse tres horas de marcha.
En cinco minutos m¨¢s, zigzagueando por dicha senda, nos plantaremos en la cima del Yelmo, desde donde contemplaremos un mar de agua dulce -el embalse de San Juan, con sus embarcaderos justo enfrente- y otro de pinos pi?oneros que se extiende desde el alto de la Parada, a nuestras espaldas, hasta el de la Mira, en el conf¨ªn meridional de San Mart¨ªn de Valdeiglesias. A?¨¢danse a este soberbio panorama los cuatro ¨¢rboles moribundos -heridos por el rayo y la falta de nutrientes- que hacen guardia en esta atalaya rocosa y que, tarde o temprano, caer¨¢n rodando al foso del Cofio, y tendremos una imagen completa de nuestra m¨¢s po¨¦tica frontera.
Una ruta larga de invierno
- D¨®nde. Robledo de Chavela dista 63 kil¨®metros de Madrid. El mejor acceso es yendo por la A-6 hasta Las Rozas, por la carretera M-505 hasta el puerto de la Cruz Verde y finalmente por la M-512. A cuatro kil¨®metros de Robledo, continuando por la M-512, se encuentra el desv¨ªo a Cebreros (M-539); y en el punto kilom¨¦trico 1,1 de esta ¨²ltima carretera, la pista por la que hay que echarse a andar.
- Cu¨¢ndo. Invierno es la ¨¦poca de menor afluencia de visitantes en el embalse de San Juan y la m¨¢s recomendable, por tanto, para hacer esta marcha de seis horas -11 kil¨®metros de ida y otros tantos de vuelta por el mismo camino- con un desnivel acumulado de 200 metros y una dificultad media-alta, dada su larga duraci¨®n.
- Qui¨¦n. El Ayuntamiento de Robledo de Chavela (tel¨¦fono 91 899 90 84) facilita gratuitamente folletos sobre rutas a pie por el municipio, incluida la del monte Agudillo, que coincide en parte con el itinerario propuesto. Tambi¨¦n pueden obtenerse mapas e informaci¨®n de estos itinerarios en el sitio web www.espaciorobledo.com
- Y qu¨¦ m¨¢s. Cartograf¨ªa: se puede consultar el mapa 17-22 (San Mart¨ªn de Valdeiglesias) del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito o la hoja equivalente (557) del Instituto Geogr¨¢fico Nacional, ambas a escala 1:50.000.
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