La m¨¢s bella de la Alcarria
El recuerdo de la princesa de ?boli satura las calles, palacios y conventos de esta villa ducal de Guadalajara
?beros, romanos, visigodos, ¨¢rabes y calatravos poblaron sucesivamente esta villa que se?orea sobre el valle del Arl¨¦s. Aqu¨ª, a legua y media del Tajo, en el suroeste de Guadalajara, es fama que San Juan de la Cruz compuso parte del C¨¢ntico espiritual, Vel¨¢zquez termin¨® Las hilanderas y Morat¨ªn escribi¨® El s¨ª de las ni?as. Pero no nos enga?emos: a pesar de todos estos caballeros, Pastrana ser¨ªa hoy una ruina como la cercana Rec¨®polis o una aldehuela consagrada a la apicultura como tantas otras de la Alcarria, si no se hubiese cruzado en su historia una tremenda mujer: do?a Ana de Mendoza y de la Cerda, duquesa de Pastrana y princesa de ?boli.
Felipe II le dec¨ªa la hembra. Y ella, al rey, le llamaba primo, no por faltar, sino porque hab¨ªa confianza, quiz¨¢ demasiada. Aunque tuerta, era hermosa y ten¨ªa un ojo izquierdo de lince para estar siempre en el candelero. Con su marido, Ruy G¨®mez de Silva, secretario y amigo del soberano, llen¨® la villa de seder¨ªas, fund¨® dos conventos y elev¨® la iglesia al rango de colegiata. Tras enviudar, se li¨® con el intrigante de Antonio P¨¦rez, y hay quien dice que tambi¨¦n con el monarca. El caso es que, por unas cosas o por otras, acab¨® siendo enjaulada en su palacio y convirti¨¦ndose en un bello recuerdo que a¨²n encandila a los viajeros, para mayor gloria de Pastrana.
"En la cripta est¨¢ la princesa, enterrada con su marido, Ruy, que le sacaba 24 a?os"
Es dif¨ªcil encarar el palacio Ducal, obra renacentista de Alonso de Covarrubias, sin que los ojos se vayan para la reja de la torre de levante, tras la que estuvo presa la ?boli desde 1581 hasta su muerte en 1592, privada de sus bienes, de sus hijos y, para m¨¢s tormento, de la luz.
Y es que, por orden del rey, s¨®lo pod¨ªa asomarse una hora cada d¨ªa a esta plaza que, por eso mismo, se llama de la Hora. Felipe II fue cruel, mas ella tampoco fue una santa. Una que s¨ª lo era, Santa Teresa, se reuni¨® en 1569 con la princesa en este palacio. Juntas fundaron conventos, pero luego acabaron tarifando. No s¨®lo Pastrana: Castilla era harto chica para dos mujeres tan grandes.
Al otro extremo de la calle Mayor, se erige la iglesia-colegiata. En la cripta est¨¢ la princesa, enterrada con su marido, Ruy, que le sacaba 24 a?os -ella ten¨ªa 12 el d¨ªa de la boda- y por el que dif¨ªcilmente pudo sentir amor, como no fuera de hija. Y en la sacrist¨ªa, la joya art¨ªstica de Pastrana, el museo parroquial, con los tapices g¨®ticos de la conquista de las plazas del norte de ?frica por las tropas de Alfonso V de Portugal realizados entre 1475 y 1480.
Muy cerca, surte desde 1588 la fuente de los Cuatro Ca?os y se abren en abanico callejuelas como la de La Palma, donde se codean la Sinagoga, la casa de la Inquisici¨®n y otra de un caballero de Calatrava, orden de la que el marido de la ?boli fue clavero. Por doquier, vemos blasones, arcos adovelados, portones claveteados, pesadas aldabas y art¨ªsticas cerraduras que se nos antojan relojes sin manecillas, rotos en la hora en que la princesa exhal¨® su ¨²ltimo aliento, quiz¨¢ una buena palabrota, ella siempre fue muy teatral.
Teatro fue que, tras la muerte de su esposo (1573), se metiera en el convento de San Jos¨¦, rodeada de lujos y sirvientas. "?La princesa monja, la casa doy por deshecha!", exclam¨® la abadesa. Y Santa Teresa se fue con sus pobres carmelitas a otra parte. Hoy es de concepcionistas y de estricta clausura, ergo no visitable, pero en las dependencias de la parte trasera abre sus puertas el Cenador de las Monjas, el restaurante mejor y m¨¢s creativo de la comarca.
El otro convento que fundaron la santa y la mala, el del Carmen, se alza imponente a dos kil¨®metros de Pastrana, valle abajo. El lugar, que hoy comparten un hotel y dos museos, est¨¢ atiborrado de recuerdos de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, que aqu¨ª amaestr¨® novicios. Allende la p¨¦rgola del jard¨ªn, se conservan un par de ermitas y la cueva donde el santo cavilaba entre paredes alicatadas con calaveras.
Migas y pasteles
- C¨®mo ir. Pastrana dista 116 kil¨®metros de Madrid yendo por la A-2 hasta Guadalajara, donde hay que desviarse hacia Saced¨®n (N-320) y, 34 kil¨®metros despu¨¦s, hacia Fuentelencina (CM-200).
- Qu¨¦ ver. Conjunto urbano medieval, palacio Ducal del siglo XVI, iglesia-colegiata (siglos XIV-XVII), museo parroquial (Tel. 949 37 00 27) y, en el convento del Carmen, Museo de Historia Natural de Filipinas y Museo Teresiano (Tel. 949 37 00 57).
- Alrededores. Zorita de los Canes (a 10 km): ruinas del castillo y de la ciudad visigoda de Rec¨®polis. Almonacid de Zorita (a 15 kil¨®metros): cercos y murallas del siglo XIV. Saced¨®n (a 35 kil¨®metros): embalse de Entrepe?as, mirador del Sagrado Coraz¨®n y ermita del Socorro. C¨®rcoles (a 40 kil¨®metros): monasterio cisterciense de Monsalud.
- Restaurantes. Cenador de las Monjas (Tel. 949 37 01 01): cocina creativa; precio medio, 28 euros. Convento San Francisco (Tel. 949 37 06 82): especialidad en migas de Pastrana; 25 euros. Mes¨®n Morat¨ªn (Tel. 949 37 06 85): cocina casera; 18 euros.
- Alojamientos. La Aljama (Tel. 949 37 02 70): preciosa casa rural del siglo XV; doble, 72 euros. Hospeder¨ªa Real de Pastrana (Tel. 949 37 10 60): en el antiguo convento del Carmen; 64 euros. Las Nubes (Albalate de Zorita; Tel. 949 82 68 97): espectaculares vistas sobre el Tajo; 125 euros. Isla Alcarria (Pareja; Tel. 949 82 70 04): en una pen¨ªnsula del embalse de Entrepe?as; 85 euros.
- Compras. Pasteler¨ªa ?boli (Mayor, 7; Tel. 949 37 10 27): miel, dobladillos, bizcochos borrachos y yemas de Santa Teresa.
- Actividades. Paseos guiados por Pastrana (Tel. 949 37 06 72). Escuela de Vela de Aloc¨¦n (Tel. 949 88 75 75): cursos de iniciaci¨®n de fin de semana en el embalse de Entrepe?as.
- M¨¢s informaci¨®n. Oficina de Turismo de Pastrana (plaza del De¨¢n, 5; Tels. 949 37 06 72 y 949 37 03 31; www.pastrana.org).
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