La mar salada de Castilla
Cerca de 40.000 gansos invernan en este humedal zamorano, un oasis en la ¨¢rida estepa de Tierra de Campos
Al noreste de Zamora, entre el Esla y el Valderaduey, se extiende una inmensa llanura cerealista, sin ¨¢rboles desde los tiempos de Chindasvinto, donde unos pocos ancianos asisten imp¨¢vidos al desmoronamiento de sus casas de adobe, que poco a poco van confundi¨¦ndose con esos yermos de arcilla agrietada, cubiertos por una costra de salitre, a los que llaman salinas. Todo, desde la carreterucha de Villalpando hasta la gran ruina del monasterio de Moreruela, que otrora ba?¨® con la luz del C¨ªster este desolado rinc¨®n de Tierra de Campos, invita a pensar en la Parca, vestida de luto riguroso en pleno verano, segando las metaf¨®ricas mieses con su guada?a.
En oto?o, para que la melancol¨ªa sea perfecta, comienza a llover, y de qu¨¦ manera. Las salinas se vuelven lagunas kilom¨¦tricas y los campos embarrados, cementerios de tractores. De pronto, en medio de este silencio opresivo, casi inhumano, suena una trompeter¨ªa apocal¨ªptica, el horizonte se llena de puntos oscuros y, cuando la plaga b¨ªblica parece ya asegurada, se presenta la primera oleada de ¨¢nsares comunes (vulgo, gansos), que en un n¨²mero cercano a los 40.000 vienen a pasar aqu¨ª la invernada, d¨¢ndole a la comarca una vidilla que no ten¨ªa desde hace 20 millones de a?os, cuando era una selva tropical pantanosa habitada por tres especies de cocodrilos.
En la estepa cerealista prolifera la avutarda, el ave voladora m¨¢s pesada del planeta
Tres lagunas estacionales constituyen el coraz¨®n de la reserva natural de Villaf¨¢fila: la de Barrillos, la de Villarr¨ªn y la Salina Grande, que es la mayor: 192 hect¨¢reas. Sus aguas son someras -menos de un metro- y muy ricas en cloruro s¨®dico, lo que explica que se explotasen ya como salinas hace m¨¢s de 5.000 a?os. Tambi¨¦n explica el nombre de Villaf¨¢fila, que no viene, como muchos creen, del rey godo al que mat¨® un oso, sino de Favilla salis, la sal m¨¢s fina y apreciada por los romanos, seg¨²n Plinio. Y el de Otero de Sariegos, anta?o Saliegos. Ambos pueblos, Villaf¨¢fila y Otero, jalonan el camino que hoy vamos a hacer, rodeando la Salina Grande.
Comenzaremos la gira en Villaf¨¢fila, justo al norte de la gran laguna, avanzando por la carretera de Villarr¨ªn entre una muchedumbre de palomares: m¨¢s de 180 hay en la reserva, unos circulares y otros cuadrados, pero todos de barro y, por eso mismo, afectados por una implacable erosi¨®n que va arruinando la delicada arquitectura de sus castilletes, sus troneras y sus laber¨ªnticos nidales. Ellos centrar¨¢n nuestra atenci¨®n hasta que, a dos kil¨®metros y medio del inicio (40 minutos), tomemos el desv¨ªo se?alizado a Otero y atravesemos el istmo entre la Salina Grande y la de Villarr¨ªn, gozando de un paseo casi mar¨ªtimo entre junqueras y junciales.
En el pueblo abandonado de Otero (cuatro kil¨®metros; una hora) termina el asfalto y arranca, a la izquierda, una pista de tierra que lleva hacia un observatorio dotado con telescopios desde donde, adem¨¢s del ¨¢nsar, podremos ver con relativa facilidad el azul¨®n, la cerceta com¨²n y el pato cuchara, por citar s¨®lo las aves que m¨¢s abundan en las lagunas. Mientras que, a espaldas del observatorio, en la estepa cerealista, la que prolifera es la avutarda -hasta 2.800 ejemplares se han llegado a reunir aqu¨ª en primavera-, el ave voladora m¨¢s pesada del planeta -15 kilos-, la cual tarda en despegar -de ah¨ª, su nombre: ave-tarda- pero no en detectar al b¨ªpedo implume, del que huye al primer atisbo. Como ha escrito Delibes: "?Co?o, hace bien! Si esperara, siendo tan grande y tan torpe, ser¨ªa pija".
Bordeando a partir de aqu¨ª la cerca que marca el l¨ªmite de observaci¨®n de aves de la laguna, llegaremos sin p¨¦rdida posible al puente romano-medieval de Villarigo (ocho kil¨®metros; dos horas), el cual yace solo e in¨²til, como un caballo viejo, en una pradera encharcada que es de buena querencia de la aguja colinegra, el combatiente, el correlimos, el zarapito real y otras aves lim¨ªcolas. En media hora m¨¢s, cerrando este c¨ªrculo de 10 kil¨®metros alrededor de la Salina Grande, estaremos de nuevo en Villaf¨¢fila.
Buen calzado y prism¨¢ticos
- D¨®nde. Villaf¨¢fila (Zamora) se halla a 250 kil¨®metros de Madrid, dos horas justas yendo por la carretera de A Coru?a (A-6) y desvi¨¢ndose en Villalpando (salida 234) por la comarcal ZA-715. Madrugando un poco, una sola jornada alcanza para el viaje, la excursi¨®n a pie y la visita (muy recomendable) a las ruinas del monasterio cisterciense de La Granja de Moreruela (a 14 kil¨®metros de Villaf¨¢fila).
- Cu¨¢ndo. Invierno es la ¨¦poca en que se concentra un mayor n¨²mero de aves en las lagunas y la mejor, por tanto, para dar este paseo circular de 10 kil¨®metros y dos horas y media de duraci¨®n, con desnivel nulo y una dificultad baja. Se aconseja llevar calzado de monta?a (los caminos suelen estar embarrados) y prism¨¢ticos.
- Qui¨¦n. Zamora Natural (tel¨¦fono 980 16 00 78; zamoranatural.com) organiza itinerarios ecol¨®gicos en la zona de la reserva. Tambi¨¦n se ofrecen visitas guiadas en el Centro de Interpretaci¨®n de las Lagunas de Villaf¨¢fila (carretera de Villaf¨¢fila-Tapioles; tel¨¦fono 980 58 60 46).
- Y qu¨¦ m¨¢s. Cartograf¨ªa: hojas 13-13 y 13-14 del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito. Para comer, la mejor opci¨®n es el mes¨®n Las Lagunas, en Villaf¨¢fila (tel¨¦fono 980 59 19 42). Y para dormir, el Castillo de Pajares, en el municipio de Pajares de la Lampreana (tel¨¦fono 649 40 84 33).
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