Phil Collins se impone en Barcelona con un concierto impecable
El artista brit¨¢nico sedujo con su normalidad a 18.000 personas
Justo al contrario de lo que hacen las estrellas, sali¨® el primero al escenario. El p¨²blico bram¨®. Se acerc¨® a una de las bater¨ªas y se marc¨® un solo. Si quedaba alguna duda, Phil Collins fue bater¨ªa antes que famoso, y homenajeando as¨ª al ruidoso instrumento que le ha convertido en estrella, comenz¨® ayer noche en el Palau Sant Jordi de Barcelona el ¨²nico concierto que ofreci¨® en Espa?a dentro de la que es su ¨²ltima gira mundial.
Le respondieron un segundo bater¨ªa y un percusionista. Con el p¨²blico ya atrapado por el percutir de las baquetas, Phil Collins abri¨® la espita de una actuaci¨®n que por espacio de m¨¢s de dos horas reivindicar¨ªa el poder de su figura, la propia de un artista que, como el inicio de su concierto demostr¨®, marca sus propias normas.
"Bona nit, Barcelona", dijo mientras el escenario estallaba en una locura de colores con el amarillo como tono predominante. Sonaban los primeros acordes de Something happened on the way to heaven y las 18.000 personas que hab¨ªan agotado las localidades asent¨ªan con golpes de cabeza los caracter¨ªsticos acentos r¨ªtmicos de la canci¨®n, una de las muchas cl¨¢sicas que formaban parte del repertorio que Collins ten¨ªa previsto interpretar.
Vestido de negro discreto, con aplastante normalidad, como reconociendo que su fuerte no son ni prestancia, ni glamour ni colorismo, el bater¨ªa m¨¢s acaudalado de la historia del rock entraba en sinton¨ªa con un vociferante personal al que no importaba nada m¨¢s que la capacidad de su admirado ¨ªdolo para fabricar ¨¦xitos inmarchitables, no importa la edad que ¨¦stos tengan. ?se es uno de los grandes activos del artista que protagoniz¨® la noche, una pervivencia en la memoria colectiva que no necesita el constante acomodo en las listas de ¨¦xito. ?se es Phil Collins, alguien capaz de comenzar un concierto con un solo de bater¨ªa y de llenar un local de 18.000 localidades sin tener ning¨²n hit reciente.
El panadero de la esquina
Parte de las explicaciones quedaron expuestas en el Palau Sant Jordi. Collins es simp¨¢tico, habl¨® en castellano para recordar que ¨¦sta era su ¨²ltima gira mundial; Collins es normal, tanto que sale el primero a escena sin hacerse esperar; Collins es profesional, el sonido de su concierto fue espl¨¦ndido; Collins cuida la puesta en escena, el escenario era sencillo pero est¨¦ticamente irreprochable; Collins tiene un corazoncito sensible, la pantalla central emit¨ªa mensajes solidarios con los m¨¢s desfavorecidos por un mundo que a ¨¦l le ha tratado bien; Collins es asequible, su repertorio ahond¨® en las canciones m¨¢s pegadizas de una carrera de m¨¢s de veinte a?os; Collins se acepta a s¨ª mismo, tanto que nunca quiso disimular calvicie ni barriguita; Collins es, en suma, como el panadero de la esquina. S¨®lo que est¨¢ forrado. Aunque no se le note y el glamour sea un t¨¦rmino cuyo significado le produzca ictericia. Incluso acepta estar qued¨¢ndose sordo.
Y al frente de una ampl¨ªsima banda de 16 m¨²sicos que no omiti¨® matiz alguno, el que entrara en Genesis gracias a un anuncio en la prensa que solicitaba bater¨ªa ma?oso, demostr¨® que no s¨®lo es un excelente bater¨ªa. Sus canciones, planas ¨¦mulas del soul si se quiere pero indiscutiblemente resultonas, prendieron en un p¨²blico que escuchando Don't lose my number, Another day in paradise, In the air tonight, Easy lover o Sussudio sintieron que hab¨ªa merecido la pena pagar el importe de la entrada. Pasada la medianoche, el Sant Jordi le desped¨ªa en nombre de todo el p¨²blico espa?ol, sabedor de que nunca m¨¢s una gira de dimensiones rockeras le volver¨ªa a reencontrar con Phil Collins. Anoche se retiraba del circo multitudinario del rock y 18.000 personas le dijeron que siempre le recordar¨¢n. Quiz¨¢ por su pinta an¨®nima.
Babelia
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