Sadam Husein, en el banquillo
El ex dictador iraqu¨ª se niega a reconocer la autoridad del tribunal y defiende la invasi¨®n de Kuwait en 1990
"Soy Sadam Husein, el presidente de la Rep¨²blica de Irak". ?se es el tratamiento que exigi¨® ayer el dictador depuesto al comparecer ante el juez de instrucci¨®n del Tribunal Especial que va a juzgarle por las atrocidades cometidas contra los iraqu¨ªes. Su insistencia en ese punto dej¨® claro que, a pesar de su aspecto desmejorado, el ex dirigente iraqu¨ª conserva una alta estima de s¨ª mismo. Sadam Husein no reconoci¨® la jurisdicci¨®n del tribunal, al que acus¨® de ser "puro teatro". "El verdadero criminal es Bush", declar¨® el antiguo dictador, de 67 a?os.
Sadam Husein se neg¨® a firmar, en ausencia de un abogado, el acta de acusaci¨®n que enumera los siete cargos que se le imputan. "Por favor, perm¨ªtame que no firme hasta que los abogados est¨¦n presentes. En cualquier caso, cuando me vuelvan a convocar, pres¨¦ntenme todos estos papeles en presencia de abogados", pidi¨® Sadam, que incluso se permiti¨® reconvenir al juez. "?Por qu¨¦ se comporta de una forma que luego puede considerarse precipitada?", le pregunt¨®, dando muestra de un gran dominio de s¨ª mismo y sin perder en ning¨²n momento la calma. Al menos esto es lo que se desprende del relato del peque?o grupo de periodistas autorizados a presenciar la vista y del breve v¨ªdeo de la sesi¨®n difundido tras pasar la censura militar.
Vestido de traje, con camisa blanca y sin corbata, el hombre que durante tres d¨¦cadas dirigi¨® Irak con pu?o de hierro fue conducido ante el tribunal esposado y con una cadena alrededor de la cintura. Los dos guardias de prisiones iraqu¨ªes que le escoltaron desde el autob¨²s blindado le liberaron de las ataduras cuando se sent¨® ante el juez. Fue el segundo en hacerlo, hacia las dos de la tarde y durante 45 minutos, despu¨¦s de que declarara su secretario particular, Abed Hamid Mahmud al Tikriti.
Tras ellos siguieron durante la tarde los otros diez altos cargos baazistas que Estados Unidos entreg¨® a las nuevas autoridades iraqu¨ªes el d¨ªa anterior.
"?Qu¨¦ es este tribunal? ?Qui¨¦n es usted? ?Bajo qu¨¦ jurisdicci¨®n est¨¢? Soy el presidente de la Rep¨²blica de Irak", se?al¨® Sadam, m¨¢s contrariado que despistado. "?Por qu¨¦ estoy aqu¨ª?", pregunt¨® varias veces, pero siempre sin levantar la voz. Con unas enormes ojeras y mucho m¨¢s delgado que cuando era presidente, e incluso que cuando fue capturado hace siete meses escondido en una granja de su regi¨®n natal, el ex dictador oscilaba entre la depresi¨®n o el desaf¨ªo, pero dio la sensaci¨®n de ser plenamente consciente de su situaci¨®n y en alg¨²n momento incluso tom¨® notas sobre un papel amarillo con un bol¨ªgrafo que extrajo de su americana.
"?Puede costearse un abogado?", le pregunt¨® el juez. "Los americanos dicen que tengo millones en Suiza. ?C¨®mo no voy a tener dinero para pagar uno?", respondi¨® con cierta sorna. Su voz manten¨ªa esa pronunciaci¨®n arrastrada tan caracter¨ªstica, con la que iraqu¨ªes y extranjeros se familiarizaron durante sus frecuentes arengas en la pasada guerra.
Pero fue la acusaci¨®n de haber invadido Kuwait lo que m¨¢s pareci¨® molestarle. "?C¨®mo es posible que usted, un iraqu¨ª, me acuse de Kuwait?", le espet¨® al juez. "Usted sabe que no fue una invasi¨®n. ?C¨®mo pod¨ªa ser una ocupaci¨®n? Lo hice por el bien de los iraqu¨ªes", subray¨®. "Esos perros kuwait¨ªes estaban tratando de convertir a las mujeres iraqu¨ªes en prostitutas por 10 dinares", justific¨® antes de que el juez le amonestara por usar ese lenguaje en un palacio de justicia.
Los otros seis cargos que se le imputan son el asesinato de l¨ªderes religiosos en 1974; el asesinato del clan kurdo de los Barzani en 1983; la campa?a Anfal de desplazamiento de los kurdos entre 1986 y 1988; el gaseo de los kurdos en Halabja en 1988; la represi¨®n de los levantamientos de kurdos y chi¨ªes en 1991, y el asesinato de dirigentes pol¨ªticos durante los ¨²ltimos 30 a?os. Las acusaciones concretas se presentar¨¢n en las vistas previas al juicio. Entre ¨¦stas se espera que se incluyan genocidio, cr¨ªmenes de guerra y de lesa humanidad.
"La acusaci¨®n formal se har¨¢ m¨¢s adelante", declar¨® a los periodistas Salem Chalabi, organizador del Tribunal Especial que va a encargarse de enjuiciar a Sadam y a sus colaboradores. De sus palabras se desprende que el juicio no estar¨¢ preparado antes del pr¨®ximo a?o. "Lo de hoy ha sido s¨®lo el primer paso, la presentaci¨®n de los cargos", explic¨®; "el siguiente ser¨¢ la instrucci¨®n del sumario; s¨®lo si hay bastantes pruebas se proceder¨¢ a la acusaci¨®n y entonces se podr¨¢ fijar un calendario para el juicio".
El juicio del siglo
"Va a ser el juicio del siglo", opin¨® Muafak al Rubai, asesor de Seguridad Nacional y ex miembro del ahora disuelto Consejo de Gobierno. "Todo el mundo est¨¢ observando este juicio, y vamos a demostrar al mundo que en el nuevo Irak somos capaces de dar un ejemplo de lo que es este nuevo Irak", a?adi¨®. Tanto el Gobierno transitorio iraqu¨ª como sus mentores estadounidenses conf¨ªan en que el procesamiento de Sadam y sus colaboradores sirva para poner fin al pasado reciente y empezar una nueva etapa.
Sin embargo, muchos observadores temen que la polarizaci¨®n que pueda suscitar el juicio termine ahondando las heridas y la desconfianza entre las diferentes comunidades ¨¦tnicas y religiosas del pa¨ªs.
Las medidas de seguridad fueron muy estrictas. Ni siquiera se utiliz¨® la sede del Tribunal Especial, junto a la Torre del Reloj, en el centro de Bagdad, por considerar demasiado arriesgado el traslado de Sadam hasta ese lugar. El ex dictador fue llevado en helic¨®ptero desde la prisi¨®n donde se halla recluido hasta la base estadounidense de Camp Victory, un antiguo complejo presidencial lindante con el aeropuerto internacional.
"Los terrenos del aeropuerto tambi¨¦n son Bagdad en un sentido amplio", justific¨® a este diario Gorgis Saada, portavoz del primer ministro. El estatuto del tribunal establece que tiene su sede en la capital iraqu¨ª.
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