Rumbas con luna llena
20.000 personas abarrotan la plaza de toros de Las Ventaspara escuchar al d¨²o musical Estopa
Un tel¨®n imitando un cierre met¨¢lico de un comercio a pie de calle oculta el escenario donde va a actuar Estopa. Quedan pocos minutos para que el concierto empiece, y Las Ventas ofrece un lleno sobrecogedor. Los hermanos Jos¨¦ y David Mu?oz, los Estopa, aparecen en la portada de su ¨²ltimo disco, ?La calle es tuya?, saliendo de un cierre met¨¢lico real a medio abrir. Cuando ayer ca¨ªa la tarde sobre la plaza de toros de Madrid, hab¨ªa impaciencia y curiosidad por ver si el d¨²o musical m¨¢s famoso de Cornell¨¢, aparecer¨ªa en ese tel¨®n con la misma pose y mirada desafiante de la portada del disco. Impaciencia l¨®gica, teniendo en cuenta que el grueso del p¨²blico se hab¨ªa concentrado por los alrededores de Las Ventas desde primeras horas de la ma?ana de ayer, algunos incluso de madrugada, para ponerse en las largas y serpeantes colas que les permitieran coger un buen sitio en el coso taurino, a eso de las 20.30 de la tarde, hora en que hab¨ªan prometido abrir puertas.
La plaza se convirti¨® en una especie de karaoke al ritmo de los hermanos Mu?oz
No es f¨¢cil llenar Las Ventas, donde se precisan 20.000 personas para poner el cartel de "no hay entradas". En estos ¨²ltimos d¨ªas lo han hecho tambi¨¦n El Canto del Loco, y el especial televisivo de la MTV, aunque ese d¨ªa el aforo era menor, de algo m¨¢s de 15.000 personas, pues los diversos plat¨®s y sets televisivos, as¨ª como el espacio necesario para el movimiento de c¨¢maras que retransmit¨ªan el concierto en directo, oblig¨® a achicarlo. Esta tarde lo intenta M?go de Oz.
A las 22.30 de la noche, las luces de la plaza se apagaron y qued¨® iluminado s¨®lo el escenario, con su enigm¨¢tico tel¨®n. Un rugido sali¨® de la masa, todo iba a comenzar ya, era un grito de liberaci¨®n de la tensi¨®n acumulada y que hab¨ªa hecho que un par de horas antes, medio en broma, la gente de la puerta echara varias veces la cuenta atr¨¢s, de diez a cero, para provocar su apertura, o formar la c¨¦lebre ola con todo el p¨²blico saltando sucesivamente de su asiento para matar las horas de espera.
Ni?os con sus padres, pandillas de adolescentes, parejas de mediana edad, ataviados muchos de ellos con camisetas de Estopa, del toro espa?ol publicitario con las que el grupo juega en sus portadas y hasta de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol, es decir, gente normal de la calle como el propio d¨²o, grit¨® y empez¨® a bailar con los primeros ecos rumberos de Fin de semana, la canci¨®n que abri¨® la noche seguida sin pausa de Cacho a cacho. Los Estopa no defraudaron en su aparici¨®n esc¨¦nica. En las pantallas gigantes de v¨ªdeo, justo antes de salir, se les vio atravesando la persiana met¨¢lica de la tienda y como efecto visual aparecieron en el escenario. "De Madrid al cielo" fue lo primero que grit¨® David a modo de saludo, nada m¨¢s terminar las dos primeras canciones encadenadas.
El repertorio de Estopa se conoce de sobra entre su gente, as¨ª que la plaza volvi¨® a convertirse en una especie de karaoke impresionante, si bien esta vez el sonido de la banda tiene un marcado acento sabinero; no en vano el grueso de ella, el guitarrista y teclista Antonio Garc¨ªa de Diego, el ahora bajista Pancho Varona y el director y guitarrista Jos¨¦ Romero, han compartido con Joaqu¨ªn Sabina cientos de horas de conciertos y miles de kil¨®metros.
La calurosa noche de Madrid fue el acomodo ideal para las buenas intenciones de Estopa, esas que se transmiten en cada una de sus rumbas inyectadas de rock callejero. En David, el hermano mayor, cantante y autor principal de las desgarradas y sinceras letras, hay seriedad a la hora de dirigirse al p¨²blico. Parece convencido de la importancia de estar en un lugar as¨ª. El respeto a la tradici¨®n obliga, y pocas veces llega a sonre¨ªr. Hasta dedica unas rimas, al parecer improvisadas, a Madrid y su plaza, mencionando la luna llena que iluminaba la velada y que luego fue tan protagonista del concierto como ellos. Luna lunera son¨® despu¨¦s.
Y hay m¨¢s detalles. Su momento de rabia y protesta cuando dedica Demonios a "su majestad el gran hijo puta George W. Bush", mientras en las pantallas aparecen esqueletos caminando; y su momento gamberro cuando con los m¨²sicos se pone a hacer una tabla gimn¨¢stica bajo los punteos de guitarra de Antonio Garc¨ªa de Diego. Y vacil¨®n, cuando David recuerda su concierto en el mismo lugar hace dos a?os: "S¨¦ que sois los mismos, pero os hab¨¦is cambiado de sitio para despistar". Jos¨¦, el hermano peque?o, el de la guitarra, se r¨ªe con el mayor y le justifica los arrebatos de seriedad. Pero ambos son la sinceridad andante. Se han labrado fama de no hab¨¦rseles subido el pavo tras el exitazo de sus tres discos editados hasta la fecha. Da la impresi¨®n de que es as¨ª. Posiblemente no han inventado nada, pero han logrado que la rumba canalla que antes, con Los Chichos y Los Chunguitos, s¨®lo se o¨ªa en c¨¢rceles y burdeles, se escuchen ahora en cualquier hogar espa?ol. No pod¨ªa faltar tampoco en su concierto su homenaje a las v¨ªctimas del 11-M, menci¨®n obligada este a?o. David asegur¨® que seguir¨ªan cantando y bailando "pues ninguna bomba puede con nosotros".
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