Benet y la "novel¨ªstica" espa?ola
El relanzamiento por parte de la editorial Alfaguara de algunos t¨ªtulos fundamentales de Juan Benet no puede ser interpretado de ning¨²n modo como una operaci¨®n de rescate. Las obras de Benet no han dejado de publicarse ni de circular en todos estos a?os, y su figura misma no ha sucumbido a ninguna suerte de olvido, m¨¢s bien todo lo contrario. Otra cosa es que esas obras presenten un elevado nivel de exigencia y que a consecuencia de ello alcancen una difusi¨®n relativamente minoritaria. Lo que habr¨ªa que preguntarse entonces es c¨®mo, siendo as¨ª, las obras de Benet mantienen a pesar de todo su presencia en la actualidad, y no s¨®lo su vigencia.
Dejando a un lado el predicamento de que Benet goza a¨²n entre las ¨¦lites de la intelligentsia espa?ola, las razones profundas de su permanencia como escritor hay que buscarlas no tanto en la calidad indiscutible de su obra como en la posici¨®n tan diferenciada que esa obra ocupa en relaci¨®n al conjunto de la literatura espa?ola. No se trata en su caso del tipo de escritor extravagante, o maldito, o simplemente atrabiliario que una determinada tradici¨®n ignora o rechaza. Pero hay que admitir que la obra de Benet se resiste a ser asimilada por la tradici¨®n a la que ¨¦l mismo se enfrent¨®. Quiz¨¢ la mejor forma de explicar su situaci¨®n consista en decir que la obra de Benet permanece pendiente todav¨ªa sobre la narrativa espa?ola. Pendiente porque gravita sobre ella a una altura intimidante para muchos, para otros directamente amenazadora. Pero pendiente tambi¨¦n en el sentido de incumplida, de 'pendiente todav¨ªa' de ser cabalmente asumida, de ser le¨ªda y comprendida en todo su alcance.
"El primer enemigo de una buena novela es la novel¨ªstica. Porque una sociedad considera que debe tener novelistas como debe tener flota mercante", declar¨® Benet
La obra de Benet permanece pendiente todav¨ªa sobre la narrativa espa?ola. Pendiente porque gravita sobre ella, pero tambi¨¦n pendiente de ser asumida en todo su alcance
Muy tempranamente, Juan Be-
net traz¨® en La inspiraci¨®n y el estilo (1965) el programa de su muy ambicioso proyecto narrativo. Con s¨®lo dos novelas -Volver¨¢s a Regi¨®n (1967) y Una meditaci¨®n (1970)- se gan¨®, a contrapelo de las tendencias dominantes, un lugar destacado en la literatura espa?ola de su tiempo, comenzando a ejercer un poderoso magisterio del que, m¨¢s o menos directamente, en el transcurso de m¨¢s de veinte a?os, se nutrieron novelistas de fibra tan diversa como Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu, Eduardo Mendoza, Javier Mar¨ªas, F¨¦lix de Az¨²a, Manuel de Lope, ?lvaro Pombo, Vicente Molina Foix o Alejandro G¨¢ndara, entre muchos otros.
Para Mendoza, Juan Benet ha sido probablemente la figura literaria espa?ola m¨¢s influyente del pasado siglo. Tendr¨ªa un gran inter¨¦s perseguir los rastros de esta influencia, que en la mayor parte de los casos parece derivar de la personalidad tan seductora de Benet, del vigor y de la originalidad -del talante- de sus ideas, mucho antes que de su propia pr¨¢ctica literaria. Hay motivos para pensar que el ascendente de Benet act¨²a sobre todo desde sus ensayos, siempre magn¨ªficos. De hecho, se hace dif¨ªcil encontrar un com¨²n denominador entre las obras respectivas de autores como los mencionados. Y de haberlo, no parece que hubiera de consistir en ning¨²n rasgo de estilo asociable a Benet, menos todav¨ªa en ninguna afinidad profunda de inquietudes o de imaginaci¨®n narrativa. Se tratar¨ªa m¨¢s bien de una actitud m¨¢s o menos hostil respecto a la tradici¨®n can¨®nica de la novela espa?ola, ligada a un resuelto desinter¨¦s, en lo que toca al g¨¦nero la novela misma, de sus proyecciones tanto pol¨ªticas como sociales.
Sobre esto ¨²ltimo quiz¨¢ convenga detenerse en alguna ocasi¨®n. Por el momento, baste subrayar c¨®mo la posici¨®n tan diferenciada que Juan Benet sigue ocupando en la narrativa espa?ola obedece al talante absolutamente personal de su empe?o literario y a una actitud de riguroso -y pol¨¦mico- desentendimiento por su parte del medio cultural en que se desarroll¨®.
El mismo Benet foment¨® hasta cierto punto su relativa marginalidad literaria. "Precisamente he estado al margen por voluntad propia, y por la voluntad decidida de no participar en una situaci¨®n cultural espa?ola que no me atra¨ªa nada, nada absolutamente", declaraba en una entrevista de 1971, al poco de publicada Una meditaci¨®n. Y a?ad¨ªa, con acentos ya m¨¢s pol¨¦micos: "La novela espa?ola de la postguerra no me interesa nada. Sin excepciones. Ni la de Ferlosio ni la de Mart¨ªn Santos... Parto de la idea de que lo que no me interesa es la novel¨ªstica. Lo que haya ocurrido en veinticinco a?os o en treinta o en cien a?os no me importa como materia literaria. Si hay seis novelas espa?olas que me interesan es, precisamente, por su oposici¨®n a la novel¨ªstica. La novel¨ªstica es una pieza cultural determinada por un contexto no literario".
Ser¨ªa un error rebajar estas palabras al nivel de una boutade. Lejos de eso, ofrecen algunas claves de por qu¨¦ la obra de Benet da la impresi¨®n de permanecer soberbiamente encastillada. "El primer enemigo de una buena novela", insiste Benet en la misma entrevista, "es la novel¨ªstica. Porque una sociedad considera que debe tener novelistas como debe tener flota mercante, tanques, electricidad y otras cosas. Si nos ponemos a ese nivel, entendamos la literatura a ese nivel: el de la literatura que se debe consumir y que un pa¨ªs debe producir para creer que est¨¢ en una situaci¨®n culta. Muy bien. Pero ¨¦se no es el nivel de las grandes novelas".
La perplejidad y la irritaci¨®n
que, de buenas a primeras, puedan suscitar palabras como ¨¦stas, son indicativas de la materia tan sensible sobre la que inciden. El caso es que, a los pocos a?os de haber hecho Benet estas declaraciones, la sociedad y la cultura espa?olas iban a emplearse, con m¨¢s energ¨ªas y con m¨¢s ¨¦xito que nunca, en promover su "novel¨ªstica", y que la prosperidad que, por virtud de ello, iban a alcanzar tanto los novelistas mismos como la industria editorial que los sostiene, como nunca iba a determinar a partir de entonces el nivel de ambici¨®n, de logros y de horizontes en relaci¨®n a los cuales la obra de Benet destaca tan singularmente.
Sobran los argumentos para regresar una y otra vez a Benet. Su obra sigue constituyendo un hecho ins¨®lito en la narrativa espa?ola, que alcanza en ella una de sus m¨¢s imponentes cimas. Pero de esta excelencia no cabe deducir ninguna hegemon¨ªa que la exponga a reacciones contestatarias. En este punto no hay que dejar confundirse por las simpat¨ªas y las a?oranzas que la memoria de Juan Benet no cesa de suscitar. No hay que dejarse ganar por las suspicacias que despierta la industria que algunos hacen de esa memoria. Por designio propio, la obra de Benet permanece como pocas fuera de la "novel¨ªstica" espa?ola, en la que no cesa de sembrar su exigencia, su fascinaci¨®n y su discordia.
Alfaguara acaba de reeditar las obras de Juan Benet Sa¨²l ante Samuel, En el estado y Una meditaci¨®n. En septiembre y noviembre reeditar¨¢, respectivamente, Una tumba. Numa y La otra casa de Maz¨®n. La editorial vallisoletana Cuatro ha rescatado tambi¨¦n recientemente la recopilaci¨®n de ensayos de Benet Puerta de tierra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.