?C¨®mo se mide la cabeza?
Pese a que pueda parecer lo contrario, los ciclistas no son coches, y quien conozca la clave para ganar el Tour que d¨¦ un paso adelante
Podemos considerar que los ciclistas son coches. Podemos medirles de abajo a arriba, de arriba abajo. Podemos saber su talla, su peso, podemos conocer, mediante una densitometr¨ªa, la densidad calc¨¢rea de sus huesos; podemos conocer, mediante una ecocardiograf¨ªa, el tama?o exacto, el grosor, de las paredes de su coraz¨®n; con un cat¨¦ter introducido por la ingle podemos medir el caudal sangu¨ªneo, los litros por segundo que bombea su coraz¨®n en todos los momentos de su esfuerzo; con una espirometr¨ªa sabremos cu¨¢ntos litros de ox¨ªgenos procesan sus pulmones por minuto, su capacidad vital. Su consumo de ox¨ªgeno, la cilindrada oficial de su motor, lo conoceremos durante una prueba de esfuerzo mediante la medici¨®n del intercambio de gases respirados, sabremos si estamos ante un deportista extraordinario, como aquel Indurain de los m¨ªticos 88 mililitros de ox¨ªgeno por kilo y por minuto; superordinario, como los Armstrong o Mayo de casi 85, u ordinario, como todos los ciclistas profesionales, rondando los 80. Tambi¨¦n podemos medir, durante la misma ergometr¨ªa, que nos ofrecer¨¢ adem¨¢s el conocimiento del rendimiento del ciclista con el motor poco o muy revolucionado, con el coraz¨®n poco o muy acelerado, el caballaje de su motor, los vatios que es capaz de producir.
Armstrong tiene m¨¢s cent¨ªmetros c¨²bicos y Mayo posee mejor relaci¨®n peso/potencia
Podremos, as¨ª, llegar a conclusiones varias, a pensar que Armstrong, por ejemplo, tiene un motor con m¨¢s cent¨ªmetros c¨²bicos y que genera m¨¢s caballos de potencia que Mayo, el vasco que le desaf¨ªa, y que eso le ir¨¢ muy bien en las contrarreloj llanas y en el llano en general, donde puede m¨¢s quien m¨¢s potencia m¨¢xima tenga; pero que Mayo, mucho m¨¢s delgado, con una carrocer¨ªa y un chasis mucho m¨¢s ligeros, posee una mucho mejor relaci¨®n peso/potencia (vatios/kilo) lo que le concede una extraordinaria ventaja en las etapas de monta?a, en las cronoescaladas, en las duras ascensiones, las pruebas en las que el gran enemigo del avance del veh¨ªculo es la fuerza de gravedad y no la resistencia del aire.
Como estamos en el Tour podemos enfrentar todo lo que conocemos de todos los ciclistas, que es todo, con todo lo que se puede saber del recorrido de la carrera, que es todo: el tipo de carreteras, buen asfalto, pav¨¦s, pavimento rugoso, asfalto viejo, asfalto nuevo, fino; el tipo de terreno medido al cent¨ªmetro, llano, empinado, ascendente, descendente; los vientos dominantes, la masa vegetal que las envuelve, existente, inexistente, boscosa, cultivada, arbustos, ma¨ªz, verde, seca; se puede saber si har¨¢ calor, con mucho solo o nublado, o si har¨¢ fr¨ªo. Podremos saber, ya que estamos en el Tour de 2004, que, como comienza en B¨¦lgica y al Tour siempre le gustan los autohomenajes, pues que comenzar¨¢ con mal tiempo, o al menos medio lluvioso medio primaveral, nada veraniego, y que comenzar¨¢ por las rutas m¨ªticas de las grandes cl¨¢sicas y que, por tanto, cuidadito los que piensen en la general porque por los simb¨®licos trozos de pav¨¦s estilo Roubaix de la tercera etapa, acompa?ado de sus trozos de muros flamencos, pueden perder los dientes y la cara si se pegan con la cantidad inmensa de ciclistas grandullones, belgas, alemanes y franceses o espa?oles como Flecha para quienes el Tour se resume en ese d¨ªa. Y cuando el Tour entre en calor, llegar¨¢ la monta?a, primero la media monta?a agobiante del macizo central, luego la gran monta?a de los Pirineos, donde Armstrong espera que Ullrich a¨²n est¨¦ justo y que los espa?oles vayan como locos y que noqueen al gigante germano, y, para terminar, la hipermonta?a de los Alpes, donde la cronoescalada de Alpe d?Huez, la medi¨¢tica cita referencial del evento. Al final, tras las monta?as, la contrarreloj de Besan?on, la ¨²nica llana del Tour, la exaltaci¨®n de las grandes cilindradas, de los hombres fuertes y resistentes, de los grandes.
Y todo eso, esos miles de datos, se puede introducir en un superordenador, se a?ade un punto volitivo -?qu¨¦ queremos hacer en el Tour?, ?qu¨¦ queremos hacer con el Tour?, ?ganar etapas?, ?ganar monta?as?, ?ganar la general?, -y, ?ale hop!, saber qu¨¦ pasar¨¢, qu¨¦ nos pasar¨¢, sin siquiera dar una pedalada. ?O no?
No. Falta un detalle. ?C¨®mo se mide la cabeza? ?Es s¨®lo experiencia? ?Est¨¢ gen¨¦ticamente determinada? ?Se puede entrenar? Miguel Indurain s¨®lo gan¨® el Tour despu¨¦s de convencerse en la carretera, de experimentar una revelaci¨®n, una anunciaci¨®n m¨ªstica m¨¢s o menos, de que el Tour, sus claves, sus carreteras, sus misterios, ya estaba a su alcance. Procedi¨® y gan¨® cinco. Armstrong experiment¨® la revelaci¨®n en la cama del hospital d¨®nde se recuperaba de un c¨¢ncer. Mayo confes¨® ayer que nanay, que nada hasta ahora le ha se?alado con el dedo y le ha dicho, mir¨¢ndole fijamente a los ojos: el Tour est¨¢ a tu alcance. Lo sufre Mayo, quien ya suda en las ruedas de prensa, quien empieza a sentir calor ante los focos, que ya maldice internamente que su equipo lleve casi una semana de Tour, desde el lunes, desde la folcl¨®rica despedida en autob¨²s en el seminario de Derio. La cabeza. ?C¨®mo se mide la inteligencia de un ciclista? M¨¢s. ?C¨®mo se entrena la inteligencia de un ciclista para que su cabeza madure al mismo tiempo que sus piernas, sus m¨²sculos, su coraz¨®n o sus huesos? ?Qu¨¦ hacer para que despu¨¦s de a?os y a?os de trabajo paciente, de andar pasito a pasito, de escaloncito de cent¨ªmetro en escaloncito de cent¨ªmetro, una s¨²bita ventolera, un cambio de genio, o mal genio, d¨¦ al traste con todo?
Quien conozca la clave que d¨¦ un paso adelante y levante un dedo. Podr¨¢ ganar el Tour per saecula saeculorum.
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