Visitantes 'versus' visitas

Cada a?o nuevo, los museos comparan sus vol¨²menes de audiencia en los medios. La ilusi¨®n por esta clasificaci¨®n causa algunos vicios. Si un museo tiene dos exposiciones, un visitante se considera doble. La idea a¨²n tiene cierto sentido si la asistencia a cada exposici¨®n se controla por separado y, sobre todo, si usamos la palabra visita en lugar de la palabra visitante. Pero... ?por qu¨¦ multiplicar por dos y no por tres? La verdad es que, subdividiendo el espacio de exposiciones, se puede multiplicar el n¨²mero de visitantes reales (pares de piernas) por un factor indefinidamente grande, para as¨ª obtener el n¨²mero de visitas que uno crea merecer m¨¢s. Dividiendo las confusas plusmarcas de algunos museos por sus tiempos y espacios ¨²tiles, se deduce una audiencia c¨²bica en la que cada visitante acude con uno o varios visitantes a hombros en un espacio impenetrable de similares acr¨®batas.

?C¨®mo se mide el inter¨¦s que despierta un centro? Una visita no puede, no debe, superar las tres horas. Estamos hechos as¨ª. Ensayemos una nueva definici¨®n: visita es lo que un visitante hace en un museo durante un mismo d¨ªa. Lo m¨¢s relevante para un museo no es que el ciudadano vaya sino que vuelva. Hay que arregl¨¢rselas para saber cu¨¢ndo ocurre eso. As¨ª, el n¨²mero de visitantes n ir¨ªa acompa?ado del n¨²mero de visitas N, o de la frecuencia media f=N/n, el n¨²mero de visitas por visitante. Si este ¨ªndice tiende a la unidad, es que se trata de un museo que se alimenta de una colosal reserva de incautos a ninguno de los cuales se le ocurre volver. Si, en cambio, la frecuencia tiende a N es que todas las visitas se deben a un mismo y ¨²nico entusiasta. Se intuye, por ejemplo, el m¨¦rito de un simple f=1,2.