Arte de jugar con ventaja
EL CONGRESO de los Diputados convalid¨® esta semana el decreto-ley por el que se derogaba el cap¨ªtulo del Plan Hidrol¨®gico Nacional consagrado al trasvase del Ebro, una de las medidas m¨¢s controvertidas del Gobierno anterior. En realidad, nada auguraba novedades en el debate ni en el desenlace de la votaci¨®n. Los argumentos en contra y a favor del proyecto hab¨ªan sido desgranados en innumerables ocasiones durante los ¨²ltimos meses, dentro y fuera del Parlamento. El comportamiento montaraz de algunos diputados tampoco pod¨ªa constituir una sorpresa, puesto que la descortes¨ªa, la pura y simple bronca, ha llegado a integrarse de tal modo en la rutina de la C¨¢mara que lo sorprendente a estas alturas resultar¨ªa una sesi¨®n silenciosa y ordenada, en la que el presidente no debiese interrumpir al orador para llamar al orden. Contra todo pron¨®stico, sin embargo, el pleno del pasado martes acabar¨ªa provocando el desconcierto: con la media sonrisa de quien comete una travesura a sabiendas, los diputados populares desplegaron unas decenas de pancartas con la leyenda de "Agua para todos". Y as¨ª permanecieron durante la intervenci¨®n de la ministra de Medio Ambiente. No era ¨¦sta la primera ocasi¨®n en la que un grupo parlamentario imaginaba reforzar su posici¨®n ante un asunto exhibiendo consignas y lemas escritos desde los esca?os. Y cabe suponer que tampoco ser¨¢ la ¨²ltima, para desgracia de la imagen que deber¨ªan transmitir las actuaciones de los miembros de la C¨¢mara. Pero la sorpresa, el desconcierto ante un espect¨¢culo como el del martes, por lo dem¨¢s nada infrecuente, respond¨ªa a otros motivos. ?Qu¨¦ razonamiento pudo guiar a los estrategas del Partido Popular para sugerir semejante iniciativa cuando, hace apenas unas semanas, todav¨ªa descalificaban a los socialistas y a los representantes de Izquierda Unida por ejercer una "oposici¨®n de pancarta"? ?No est¨¢n ellos ahora en la oposici¨®n? ?No eran pancartas lo que exhib¨ªan? ?Entonces c¨®mo no imaginaron que podr¨ªa acabar volvi¨¦ndose en su contra cuanto dijeron criticando al partido hoy en el Gobierno?
Pudo tratarse de un error de c¨¢lculo: la desva¨ªda campa?a para las elecciones del 14 de marzo acab¨® en buena medida con una idea generalizada hasta entonces, como era la de que el Partido Popular se comportaba como una maquinaria pol¨ªtica perfecta. Pero pudo tratarse de algo distinto y tal vez m¨¢s preocupante; pudo tratarse de un s¨ªntoma que dejaba al descubierto el criterio con el que los populares enjuician las iniciativas pol¨ªticas propias y las ajenas. Puesto que tenemos la raz¨®n -parec¨ªa ser el mensaje impl¨ªcito que transmit¨ªan el martes los sonrientes diputados populares-, a nosotros s¨ª que nos est¨¢ permitido exhibir pancartas. Es decir, no es que los populares exigiesen desde el Gobierno el respeto a los procedimientos parlamentarios o, incluso, a la dignidad de la C¨¢mara porque, a su vez, ellos estuviesen decididos a respetarlos; lo exig¨ªan porque entend¨ªan que su postura pol¨ªtica era la correcta, y de ah¨ª que una vez en la oposici¨®n, aunque siempre en posesi¨®n de las m¨¢s indiscutibles verdades, el respeto a los procedimientos parlamentarios y la dignidad de la C¨¢mara se convierta en un detalle secundario, del que se puede disponer seg¨²n las necesidades de cada momento.
Basta un breve repaso a las posiciones mantenidas por los populares en cuestiones decisivas de los ¨²ltimos a?os para advertir que el criterio que las fundamentaba parece el mismo que ahora se adivina tras la iniciativa de exhibir la pancarta con el lema de "Agua para todos": los argumentos con los que los socialistas trataron de defenderse en su d¨ªa frente a acusaciones relacionadas con la financiaci¨®n de su partido, la gesti¨®n de la radio y televisi¨®n p¨²blicas, las comisiones de investigaci¨®n, la responsabilidad pol¨ªtica por los errores o los casos de corrupci¨®n eran desacreditados no porque fuesen argumentos inaceptables, sino porque los empleaban los socialistas. Y de ah¨ª que, una vez en el Gobierno, los populares no tuviesen por qu¨¦ dudar en recurrir a ellos ante episodios semejantes, puesto que, a su juicio, lo esencial radicar¨ªa en el hecho de qui¨¦n los utiliza. De nuevo en la oposici¨®n, los papeles se invierten, pero el criterio se mantiene. Quiz¨¢ el Partido Popular lleve demasiado tiempo empe?ado en refinar el arte de jugar con ventaja, al punto de que hoy imagina que cuanto critic¨® de las pancartas que dec¨ªan "No a la guerra" resulta inaplicable a las que dicen "Agua para todos". El riesgo que deber¨ªa sin embargo conjurar es el de que, en este incierto camino, no llegue alguna vez a convencerse de que todo le est¨¢ permitido porque ¨¦l, y s¨®lo ¨¦l, encarna la buena causa.
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