Historia de un ¨¦xito
La trayectoria de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero desde el 35? congreso del PSOE, hace cuatro a?os, hasta el 36? congreso, que ayer se clausur¨®, es la historia de un ¨¦xito sin paliativos. Como reconocimiento de este ¨¦xito y preparaci¨®n para renovar su mayor¨ªa parlamentaria en 2008, el congreso ha reelegido a Zapatero por abrumadora mayor¨ªa al frente de una ejecutiva sensiblemente renovada (y fiel al principio de paridad) en la que los socialistas andaluces y catalanes encuentran la representaci¨®n que les corresponde como principales soportes sociales y electorales del partido.
Alcanzados todos los objetivos electorales en un tiempo muy corto, el congreso del PSOE promet¨ªa ser triunfalista y aburrido, porque en pol¨ªtica, cuando no hay discrepancia, s¨®lo la desmesura -y ¨¦sta no forma parte del estilo del secretario general del PSOE- puede provocar un acontecimiento. Los ¨¦xitos de Zapatero anulaban cualquier posibilidad de enfrentamiento pol¨ªtico. Hace cuatro a?os hubo cuatro candidatos al puesto de secretario general; esta vez hab¨ªa uno s¨®lo al que nadie ten¨ªa el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s en contestar. En tiempos poco dados a las grandes disquisiciones ideol¨®gicas, tampoco hab¨ªa posibilidad alguna de debate en este terreno.
Zapatero hizo una amplia exposici¨®n de los presupuestos del socialismo liberal que fundamentan su pol¨ªtica de gobierno -su "socialismo de los ciudadanos"-, sin ninguna sorpresa y reiterando algunos de sus compromisos esenciales: la defensa de la legalidad y de la multilateralidad en pol¨ªtica exterior; la idea de una Espa?a plural, solidaria y a la carta en la cuesti¨®n territorial; la prioridad absoluta de la lucha por la igualdad de las mujeres, y la defensa de una sociedad abierta basada en la adaptaci¨®n de las instituciones del derecho a la diversidad de opciones de los ciudadanos y en la laicidad como marco de convivencia.
El camino congresual, sin embargo, ha sido menos rectil¨ªneo de lo que cab¨ªa esperar y de lo que se podr¨ªa deducir de las unanimidades finales. Y a la hora de la elecci¨®n de la ejecutiva, como suele suceder, las disputas por el poder ocuparon los tiempos que no merecieron ni las estrategias pol¨ªticas ni las ideas. El reparto del poder, en los partidos, como en la pol¨ªtica en general, es, finalmente, lo ¨²nico importante.
Si, como ha dicho alguna vez el propio Zapatero, el perfil del PSOE se corresponde con el de Espa?a, es l¨®gico que en casa tenga los mismos problemas que tiene el pa¨ªs. Las querellas entre barones por las cuotas de poder en la ejecutiva han sacado al congreso de la monoton¨ªa. Una vez m¨¢s, los socialistas catalanes han asumido el papel de aguafiestas y han puesto en marcha toda su capacidad de presi¨®n (no en vano Catalu?a es -junto con Andaluc¨ªa- la autonom¨ªa donde es mayor la distancia electoral entre el PSOE y el PP) para colocar a su l¨ªder y primer secretario, Jos¨¦ Montilla, en la nueva ejecutiva. Se confirma algo obvio y que es sano que tenga expresi¨®n pol¨ªtica en un partido de implantaci¨®n estatal: que las cosas no se ven igual desde el centro que desde la periferia. Pero los socialistas catalanes -que han sabido reivindicar su condici¨®n de partido federado frente a quienes les ven como una mera federaci¨®n- deber¨¢n saber modular tambi¨¦n sus protestas para no correr el riesgo de que queden en mero ritual.
El congreso acaba bien, e incluso muy bien, pero con suficiente dosis de pasillos y nervios como para que no todo sea a mayor gloria del presidente, que har¨¢ bien en entender el mensaje de que ni aun cuando se tiene todo a favor se domina por completo. El propio Zapatero tuvo que advertir de que el triunfo electoral "no es para siempre; da derecho a llevar adelante un proyecto, pero no da derecho a creer que se est¨¢ siempre en posesi¨®n de la raz¨®n", e insisti¨® en la necesidad de que el partido est¨¦ vigilante y le env¨ªe las se?ales necesarias para evitar el s¨ªndrome de la torre de marfil de La Moncloa. Al mismo tiempo, ah¨ª queda alg¨²n argumento para que la oposici¨®n pueda seguir con la cantinela de que Zapatero es un reh¨¦n de los socialistas catalanes. De algo tiene que vivir Mariano Rajoy.
Sabiendo el placer que provocan en los partidos las unanimidades y lo poco que gusta tener que reconocer diferencias, es sorprendente que no se haya llegado al congreso con la ejecutiva pactada. Zapatero quer¨ªa trasladar al partido el mismo reparto que tiene pensado para su reforma constitucional: la pol¨ªtica ideol¨®gica en el Congreso, la pol¨ªtica territorial en el Senado. De ah¨ª su propuesta de reforzar la Comisi¨®n Territorial del partido y destinar a ella a los barones. Pero el resultado final en la composici¨®n de la ejecutiva deja a la Comisi¨®n Territorial en el papel secundario que ya ten¨ªa. Y la correlaci¨®n de fuerzas queda bien clara: quien m¨¢s aporta, m¨¢s manda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.