Cabar¨¦ surrealista

"T¨®mate la ¨²ltima botella conmigo", dice en El ¨²ltimo trago. La mexicana se present¨® como ejemplo de reciclaje al cantar La mesera con un mantel de pl¨¢stico como falda y una bandeja de sombrero. El espect¨¢culo de Astrid Hadad, pr¨®fuga de la Facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Sociales, incluye La cuchilla, una ranchera colombiana para amantes violentos como Bush, Blair o Aznar, que tocan muchos puntos con sus bombas, dijo ella, pero jam¨¢s encuentran el punto G. Toda de negro -"la globalizaci¨®n nos est¨¢ partiendo a la madre"- mientras paseaba lascivamente una navaja desmesurada por su lengua.

Humor corrosivo del que no se salva ni ella: "Si compran mis discos sabr¨¢n c¨®mo es mi voz".

El coraz¨®n le pudo a una garganta cansada de tanto traj¨ªn y Astrid Hadad consigui¨® ofrecer su cabar¨¦ surrealista e ilustrado. En palabras suyas, sincr¨¦tico, est¨¦tico, pat¨¦tico y diur¨¦tico, en el que se muestran sin pudor el machismo, el masoquismo, el nihilismo y el valemadrismo de toda cultura.

Astrid Hadad interpreta a la mujer sumisa, golpeada, seductora, malvada, guerrera... En un estilo teatral de rancheras, con rumbas y boleros, que se mofa de lo solemne. Referencias: Lucha Reyes, Edith Piaf, To?a la Negra, el cabar¨¦ alem¨¢n y las pel¨ªculas mexicanas.

Con esos vestidos inenarrables de flores -"un Diego Rivera en vivo"-, corazones iluminados, manos animadas por pilas... que mostr¨® a lo largo de una actuaci¨®n que fue de lo pol¨ªtico a lo privado, de lo externo a lo ¨ªntimo. Saludable poes¨ªa urbana.