Localizadores personales para no perder el norte
"NO SIEMPRE estuvimos en guerra con los Centauri...". Corre el a?o 2079 y la raza humana lleva decenas de a?os guerreando contra unos despiadados invasores alien¨ªgenas procedentes del sistema estelar Alfa Centauro. Una raza gen¨¦ticamente superior con la que se ha perdido toda esperanza de lograr la paz. Spencer Olham (Gary Sinise) es un brillante cient¨ªfico terrestre: un genio que a los 15 a?os ya dominaba el c¨¢lculo integral y diferencial (vamos, que sabe realizar operaciones matem¨¢ticas m¨¢s o menos complejas, como son la derivaci¨®n y la integraci¨®n. Algo con lo que nuestros estudiantes de ¨²ltimos cursos de ESO batallan en sus clases de matem¨¢ticas).
Hijo de un h¨¦roe de la resistencia terr¨ªcola, ha desarrollado un arma letal que puede cambiar el signo de la contienda. Sin embargo, es acusado por el jefe de seguridad terrestre de ser un impostor programado por los centauri, con los mismos recuerdos que el original y una bomba termonuclear en su interior preparada para estallar en presencia de una alta mandataria terrestre (versi¨®n futurista del terrorista suicida). Ante tama?a acusaci¨®n no queda m¨¢s remedio que tomar las de Villadiego e intentar demostrar que uno es quien es.
Si el argumento del perseguido con problemas de identidad les suena es porque pel¨ªculas como Blade Runner (1982), Desaf¨ªo total (1990) y Minority Report (2002) lo han abordado tambi¨¦n. Obras basadas en novelas y relatos del reputado escritor de ciencia ficci¨®n Philip K. Dick. Un autor con una especial fijaci¨®n en este inquietante tema. Se trata, en este caso, de una adaptaci¨®n del relato The Impostor (1953) estrenada aqu¨ª con el t¨ªtulo Infiltrado (Impostor, 2002), de Gary Fleder.
En el sombr¨ªo futuro mostrado, la humanidad se ha visto obligada a encerrarse en ciudades protegidas bajo c¨²pulas magn¨¦ticas para defenderse de los ataques a¨¦reos de los centauri partidarios de la destrucci¨®n masiva de las grandes urbes terrestres. Escudos que, dicho sea de paso, nada podr¨ªan hacer frente a la radiaci¨®n letal producto de una explosi¨®n at¨®mica puesto que los campos magn¨¦ticos pueden desviar de su trayectoria part¨ªculas cargadas (electrones, protones) pero no la radiaci¨®n electromagn¨¦tica (rayos X, gamma).
?Lo ignoran los centauri? Mientras s¨®lo los que pod¨ªan permit¨ªrselo se han mudado a las nuevas urbes, los menos pudientes han quedado relegados a habitar las ruinas donde apenas disponen de los servicios b¨¢sicos, como luz el¨¦ctrica. No parece cosa del futuro visto lo acontecido estos d¨ªas en Sevilla con los continuos fallos en el suministro el¨¦ctrico.
La carga de cr¨ªtica social del filme prosigue al presentar una sociedad sometida a una f¨¦rrea vigilancia: todos los terrestres llevan un implante en su espalda que permite saber en todo momento d¨®nde se encuentran y qu¨¦ hacen. Una buena forma, pese a la vulneraci¨®n de la intimidad, de llevar la documentaci¨®n y las tarjetas siempre encima sin correr el riesgo de olvidarlas. Suena a futuro pero ya se utiliza: los chips que se colocan en los animales de compa?¨ªa para su control y localizaci¨®n.
Hace unos a?os, a ra¨ªz del clima de inseguridad ciudadana desatado en Gran Breta?a ante un caso de secuestro infantil, se propuso una controvertida versi¨®n para personas. Se trata del localizador personal, un microchip en forma de brazalete o implantable bajo la piel que emite una se?al radioel¨¦ctrica a una red de telefon¨ªa m¨®vil y a un sistema de localizaci¨®n universal (GPS). Una vez captada, permite conocer la ubicaci¨®n exacta del usuario. El dispositivo tiene un tama?o de unos pocos cent¨ªmetros y funciona con una pila de litio recargable. As¨ª no hay ni?o que se pierda. En la narraci¨®n inicial de los acontecimientos, el filme recurre a escenas de devastaci¨®n tomadas de Armageddon y Starship Troopers. De este ¨²ltimo es tambi¨¦n el equipamiento militar de las fuerzas terrestres. Cuestiones de presupuesto que, pese a todo, dan una buena ambientaci¨®n futurista. Resulta anacr¨®nico, en cambio, que el protagonista, definido por su acusador como un replicante (un gui?o al t¨¦rmino acu?ado en Blade Runner): "No es un robot mec¨¢nico sino un cyborg gen¨¦tico creado con ADN sint¨¦tico. Respira, suda, sangra", sea amarrado, al grito de "??tenlo al viviseccionador!", a un instrumento de tortura (v¨¦ase la ilustraci¨®n) que evoca ¨¦pocas pasadas.
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