Frente al desastre, orgullo
El Euskaltel, con ocho y con Mayo herido, se rebela contra el destino y salva su dignidad
Salieron de Espa?a como quien se va a una fiesta, recorriendo pueblos y caser¨ªos del Pa¨ªs Vasco, el autob¨²s naranja convertido en el Carro de la Alegr¨ªa, y en B¨¦lgica, donde sali¨® el Tour, les esperaba un funeral, la ley de Murphy, a plena producci¨®n. Si el Euskaltel dudaba de la existencia de tal principio, los hechos de la ¨²ltima semana les han mostrado que existe. Si algo puede ir mal, seguro que va, o peor. Y Mayo, el hombre que desafi¨® a Armstrong, por los suelos.
A los dos d¨ªas de llegara a Lieja, de madrugada, toc, toc, control sangu¨ªneo; zas, zas, Gorka Gonz¨¢lez, fuera, mala sangre. Tras denunciar el estado de acoso que vive su equipo, y echarle la culpa a Manzano, el ciclista del Kelme que denunci¨® las pr¨¢cticas dopantes del ciclismo, Miguel Madariaga, el hombre que cre¨® el Euskaltel y su Fundaci¨®n se fue con la caja de cascos nuevos especiales para la contrarreloj a homologarlos ante los comisarios de la UCI. No, no, esos cascos no son buenos, le dijeron. As¨ª que en el pr¨®logo, rodeados de c¨¢maras, fot¨®grafos, periodistas, visitados por lehendakaris, animados por las ilusiones de un pueblo, que pensaban que el Tour era una entelequia que nunca empezar¨ªa, los corredores salieron con los cascos de toda la vida, desafiando los avances aerodin¨¢micos de la concurrencia con su PVC expandido y sus agujeros para que respire el pelo.
El pr¨®logo ya lo disputaron en estado de shock. No s¨®lo por el casco. Los periodistas extranjeros le tomaron el gusto a perseguir a los chicos de naranja y a sus jefes para preguntarles no por sus esperanzas, temores, ilusiones y sue?os, por su vida o por su novia o hijos, sino por su m¨¦dico, Jes¨²s Losa, ausente del Tour. Como Le Monde public¨® que el escoc¨¦s David Millar hab¨ªa confesado ante el juez que le ha procesado por la trama dopante del Cofidis que a ¨¦l quien le daba la EPO era Losa, no le qued¨® otro remedio a Madariaga que escribir un comunicado para calmar a las fieras anunciando la apertura de un expediente a Losa y su despido provisional. Ah¨ª se acabaron, por ahora, los fuegos extradeportivos -que Madariaga sigue denunciado el acoso de la brigada antidopante, concretado en controles casi cotidianos para Mayo y Zubeldia y la visita extempor¨¢nea de los controladores de sangre ayer a las 8 de la ma?ana-, pero surgi¨® el incendio deportivo, donde menos lo esperaban el a?o que corredores m¨¢s grandes, mejores rodadores, han seleccionado para el Tour.
Por eso nadie esperaba mucho ayer del Euskaltel, empezando por su director, Juli¨¢n Gorospe, quien ya se conformaba con perder 3 minutos, el tiempo m¨¢ximo. Y que, casi con alivio -como cuando en 1983, en la Vuelta, perdi¨® el liderato ante Hinault y al d¨ªa siguiente levant¨® los brazos y grit¨®, en medio del pelot¨®n: "qu¨¦ peso me he quitado de encima"- asum¨ªa que su pupilo llegar¨ªa a la monta?a como siempre, a casi nueve minutos de Armstrong, lo que le facilitar¨ªa la tarea de intentar ganar una etapa. Y el pesimismo creci¨® m¨¢s ayer por la ma?ana, cuando, fr¨ªo, a Mayo le dol¨ªa todo el cuerpo y le costaba hasta pisar. Sus compa?eros se fueron a rodar en bicicleta por los alrededores de Cambrai y ¨¦l se qued¨®, con su amigo Unai Etxebarria, haciendo rodillo, para no sufrir m¨¢s.
Pero Mayo no es Gorospe. A las dos de la tarde, bajo el diluvio, se cal¨® una braga naranja en la cabeza, para proteger el pelo de la g¨¦lida lluvia, se encasquet¨® encima el casco gruy¨¨re de todos los d¨ªas -a¨²n no han llegado los especiales de contrarreloj- y, dando m¨¢s relevos que nadie, mostrando a todos las tripas, condujo al equipo a la mejor contrarreloj de su vida. Y de nueve minutos, nada. A cinco y medio se ha quedado pese a todo. Y anoche so?aba con remontadas hist¨®ricas, con fuegos artificiales en los Pirineos, arrullado por Armstrong, que dijo: "Qu¨¦ pena lo de Mayo, pero, cuidado, no est¨¢ acabado. Tiene toda la monta?a para ¨¦l".
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