La dif¨ªcil vida de Hala en Bagdad
Sin seguridad, trabajo, electricidad y gasolina, muchos iraqu¨ªes no entienden las ventajas del cambio de r¨¦gimen
Hace poco m¨¢s de un a?o, Hala estaba convencida de que el final de la guerra que hab¨ªa liberado a Irak y su boda con Saleh abr¨ªan un nuevo cap¨ªtulo en su vida. Ni siquiera le preocupaba que el hombre le doblara la edad. Iba a tener su propia casa. Adem¨¢s, con los norteamericanos, ven¨ªan las libertades. Ahora, sin seguridad ni dinero para salir a la calle, duda de que haya valido la pena y se encuentra entre ese casi 37% de iraqu¨ªes que, seg¨²n una encuesta encargada por la Autoridad Provisional de la Coalici¨®n (CPA) poco antes de su disoluci¨®n, desear¨ªan volver a ver a Sadam Husein al frente del pa¨ªs.
"Las chicas iraqu¨ªes estamos acostumbradas a no salir mucho", asegura Hala en el jard¨ªn de su vivienda, a a?os luz de la casucha familiar en el arrabal de Al Dora donde creci¨® compartiendo habitaci¨®n con parte de sus 13 hermanos. "Pero esto es demasiado, nos pasamos las noches oyendo tiroteos y explosiones, y de d¨ªa tengo miedo hasta de ir a la compra", a?ade. Tampoco ha visto que la llegada de los estadounidenses se haya traducido en una liberalizaci¨®n de las costumbres. "Al contrario, los vecinos me miran mal porque salgo en pantal¨®n corto y camiseta", revelando el poder ganado por los religiosos.
De las mejoras que ha tra¨ªdo el cambio, salva el m¨®vil y la televisi¨®n por sat¨¦lite. Pero los d¨ªas de m¨²sica y v¨ªdeos hasta el amanecer se acabaron pronto. Saleh, un baazista convencido pero irrelevante, perdi¨® enseguida su empleo. Las posibilidades de encontrar trabajo en el sector privado que iba a florecer con la apertura del pa¨ªs se desvanecieron al generalizarse la violencia. Las inversiones extranjeras a¨²n est¨¢n a la espera de ver c¨®mo evoluciona la situaci¨®n. Incapaz de pagar el alquiler, Saleh se fue a Siria hace dos meses.
Hala, cansada de esperar a un marido que ya ni siquiera contesta al tel¨¦fono, ha puesto sus enseres a la venta. Los muebles, los electrodom¨¦sticos, las alfombras, las cortinas... "Nunca imagin¨¦ que me ver¨ªa en esta situaci¨®n", se lamenta mientras riega el c¨¦sped buscando refrescar el ambiente. Aunque el aire acondicionado no estuviera roto, hace tres horas que se ha ido la luz y el calor es agobiante.
Llaman a la cancela, pero no es un comprador sino el basurero. "Hasta para que te recojan la basura hay que pagar", se queja la mujer mientras rebusca en el bolso 50 dinares (cuatro c¨¦ntimos de euro). Y es que en este pa¨ªs en el que los servicios p¨²blicos llevan 13 a?os en ca¨ªda libre, un sector informal ha aprovechado el vac¨ªo de poder para llenar los huecos.
Como los proveedores privados de electricidad que en muchos barrios ofrecen conexiones a un generador robado. Por 40.000 dinares al mes, 10 amperios de potencia. "No da para hacer funcionar los aires acondicionados, pero al menos permite que no se estropeen los alimentos en el frigor¨ªfico", dice Namir que ha venido a visitar a la familia de arriba. Pero en su opini¨®n, "la mayor aportaci¨®n al mundo del Irak de posguerra son las gasolineras m¨®viles", un eufemismo para referirse a los vendedores piratas de carburante.
A Hala no le hace gracia el chiste. Claro que ella no tiene coche, pero su vecino Hayder agradece la posibilidad de comprar gasolina cuando le hace falta. La penuria de combustible ha obligado a las gasolineras a establecer d¨ªas alternos para los veh¨ªculos pares y los impares. Aun as¨ª, las colas son kilom¨¦tricas. "Hay quien se levanta a la una de la madrugada para repostar sin esperar demasiado, pero yo empiezo a trabajar temprano y no puedo hacerlo", dice este peque?o empresario. Los precios son rid¨ªculos para Europa: 20 dinares por litro en el distribuidor oficial, 100 en el alternativo. Aun as¨ª, la diferencia es significativa para la mayor¨ªa de los iraqu¨ªes que no llegan a los 100 euros al mes de sueldo.
"Los americanos no se enteran de nuestros problemas", se queja Hala, "no salen de la zona verde y s¨®lo est¨¢n rodeados de mafiosos comisionistas dispuestos a vender el pa¨ªs". Su visi¨®n de las cosas est¨¢ sin duda influenciada por el fracaso de su proyecto personal. Hala no es la ¨²nica iraqu¨ª que cree haber perdido con el cambio tras haber esperado un mundo mejor. En una encuesta de la CPA realizada en mayo, casi un 37% de los iraqu¨ªes declararon que les gustar¨ªa ver a Sadam de nuevo como presidente. Mientras la realidad les demuestra que se han confundido, el pa¨ªs que tiene las segundas reservas mundiales de crudo sigue comiendo pan elaborado con harina del programa humanitario petr¨®leo por alimentos.
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