Objetos art¨ªsticos del deseo
Desde Arts and Crafts no se puede decir que el gran arte no haya dejado de inmiscuirse, de una u otra manera, en el dise?o artesanal o industrial de objetos cotidianos, pero ni el m¨ªtico movimiento decimon¨®nico brit¨¢nico citado ni su recreaci¨®n en el XX por Bauhaus, por s¨®lo citar el par de episodios m¨¢s conocidos al respecto, llegaron a solapar pintura y objeto como lo hicieron los neodada¨ªstas americanos y sus herederos del pop, los cuales, por decirlo de alguna manera, convirtieron la pintura en objeto, sentando desde entonces un precedente que sigue hoy vigente. Me parece necesario hacer esta breve y desma?ada introducci¨®n para contextualizar la atrayente exposici¨®n titulada Objetos de deseo... Objetos de artista, en la que se han reunido medio centenar de objetos cotidianos, entre el ajuar dom¨¦stico y la decoraci¨®n suntuaria, dise?ados por artistas internacionales de la segunda mitad del XX y de la actualidad, entre los que nos encontramos con un variado elenco de nombres de primera fila, parte extranjeros, como Alechinsky, Lichtenstein, Warhol, Judd, Sol Lewitt, Yves Klein, Richard Tuttle, Jes¨²s Rafel Soto, G¨¹nter Forg, Bryan Hunt, Anish Kapoor o Kiki Smith, parte nacionales, como Picasso, Chillida, Berrocal, Schlosser, Navarro Baldeweg, Juan Mu?oz o Elena de Rivero.
OBJETOS DE DESEO... OBJETOS DE ARTISTA
Galer¨ªa Elvira Gonz¨¢lez
General Casta?os, 3. Madrid
Hasta el 30 de julio
Con un tema como el propuesto y una n¨®mina tan rutilante de artistas no es dif¨ªcil provocar la curiosidad del aficionado, pero ser¨ªa una l¨¢stima que ¨¦ste se quedase s¨®lo con la segunda parte del t¨ªtulo de la convocatoria, la que alude a los "objetos de artista", obviando lo que tales objetos tienen, como enuncia la primera parte, de "deseo"; esto es: de "fascinantes", como s¨®lo pueden serlo los que introducen la singularidad o la extra?eza precisamente en el normalizado campo de la vida cotidiana, aunque ya no de la forma tan enf¨¢ticamente intencionada de los dada¨ªstas y los surrealistas, sino como diluy¨¦ndose en los invisibles intersticios que separan lo real y su insondable misterio, no se sabe bien si a favor de lo uno o de lo otro, quiz¨¢ porque son dos caras de lo mismo.
Claro que no todos los objetos
exhibidos est¨¢n cortados por el mismo patr¨®n, porque, en definitiva, tampoco lo est¨¢ ni la orientaci¨®n, ni, por supuesto, la mente de todos estos artistas, que, aun habiendo casi todos convivido m¨¢s o menos durante la segunda mitad del siglo XX, pertenecen a muy diferentes generaciones. En todo caso, sin poder comentar de manera singular estas diferentes formas finalmente de iron¨ªa, no dejar¨¦ de mostrar mi personal preferencia por el mobiliario de Judd o de Tuttle, el papel pintado de Lichtenstein, los abalorios met¨¢licos de Kiki Smith, los bastones Schlosser, el juego de caf¨¦ de Navarro Baldeweg o el reposalibros de Juan Mu?oz. Pero, sea cual sea la particular preferencia del visitante, lo mejor de esta exposici¨®n es la viabilidad ambiental del conjunto, cada uno de cuyos elementos encaja, mostrando de esta manera su versatilidad para acoplarse a cualquier interior dom¨¦stico, el lugar privado para la enso?aci¨®n del ciudadano.
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