Un pa¨ªs de corta memoria
Madrid prepara un monumento a las v¨ªctimas de los atentados, pero el recuerdo de la matanza se diluye en una sociedad reacia a la rememoraci¨®n
Puede que sin saberlo, los espa?oles hayamos vuelto a batir una marca mundial en estos meses: superar una tragedia colosal en un tiempo r¨¦cord. Apenas cuatro meses despu¨¦s del 11-M, las huellas, incluso emocionales, de aquel golpe brutal que seg¨® 190 vidas dej¨® secuelas f¨ªsicas y mentales en m¨¢s de dos mil personas, y sembr¨® el p¨¢nico en millones de usuarios del transporte p¨²blico, son dif¨ªciles de encontrar en la vida diaria.
A¨²n quedan seis heridos ingresados en centros m¨¦dicos, y todav¨ªa entre el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid han prestado asistencia psicol¨®gica a 670 personas el mes pasado. Pero justo ahora, cuando se anuncia la construcci¨®n de un monumento a las v¨ªctimas de esa tragedia, la vida ciudadana parece haber recuperado su pulso normal. Hasta tal punto que mientras en otras capitales asediadas por la amenaza del terrorismo, como Londres o Nueva York, se ha apoderado de los conmuters una especie de psicosis de atentado, en Madrid la cifra de viajeros de cercan¨ªas -que, seg¨²n Renfe, sufri¨® un retroceso de un 20% tras el 11 de marzo- ha vuelto a recuperarse. Es como si se hubiera transmitido e impuesto una consigna secreta de no mirar atr¨¢s, de olvidar por completo aquel horror indiscriminado.
Las v¨ªctimas del terrorismo se quejan de la falta de monumentos que recuerden a todos
Ese pretender que el atentado no ocurri¨® es falta de madurez, seg¨²n P¨¦rez-D¨ªaz
"Es cierto que la sociedad madrile?a ha digerido bastante bien y bastante deprisa esta tragedia", constata Francisco Ferre, director de Salud Mental de la Comunidad de Madrid. "La situaci¨®n se ha superado bien gracias a nuestra cultura europea sure?a, porque tendemos a ventilar las emociones de forma espont¨¢nea en el c¨ªrculo familiar o en el de los amigos. Adem¨¢s, creo que la actuaci¨®n inicial de los servicios sanitarios fue r¨¢pida y eficaz y eso tambi¨¦n ha contribuido a la superaci¨®n del trauma".
Cabe preguntarse, sin embargo, si no habr¨¢ sido demasiado r¨¢pido el proceso, si la recuperaci¨®n del pulso normal de la vida no se habr¨¢ hecho a costa de un rechazo visceral del atentado, una negaci¨®n completa de lo ocurrido. Algo de esa urgencia por cancelar el pasado se aprecia en la carta, firmada a finales de mayo por unos 250 trabajadores de cercan¨ªas de Atocha, en la que se ped¨ªa a las autoridades que fueran retiradas las velas, las flores y los mensajes de condolencia, que hab¨ªan convertido el vest¨ªbulo de la estaci¨®n en una capilla ardiente. "D¨ªa tras d¨ªa", dec¨ªa un p¨¢rrafo del texto, "durante horas, con el olor a cera de las velas penetrando como un fluido maligno en nuestros pulmones, tratamos, a menudo en vano, de evitar dirigir la mirada hacia el recuerdo permanente que destroza nuestros nervios".
Los "fluidos malignos" han sido sustituidos en la estaci¨®n por un par de pantallas y sendos esc¨¢neres que permiten a los visitantes incorporar las propias huellas al flujo virtual de manos que piden paz rendidamente, entre decenas de miles de mensajes electr¨®nicos. Todav¨ªa se forman peque?as filas de personas ante las pantallas, aunque algunas, como la turista venezolana que se fotografiaba el jueves ante una de ellas, lamentan que se haya perdido la emoci¨®n de aquel santuario real. "Esto es bonito, pero un poco demasiado high tech", dec¨ªa. Aunque no s¨®lo han sido razones psicol¨®gicas las que llevaron a retirar velas y flores. "Era imposible limpiarlo, y no quedaba espacio para entrar en la cafeter¨ªa", explicaba ese mismo d¨ªa una camarera marroqu¨ª del bar del vest¨ªbulo de cercan¨ªas de Atocha.
A un experto en salud mental como Ferre le parece "correcta" la decisi¨®n de retirar la capilla ardiente de Atocha. "Hay que pasar p¨¢gina, no se puede mantener de forma permanente ese recuerdo, con esas velas y esas flores", dice. Es la ¨²nica forma de encajar adecuadamente una tragedia que seguir¨¢ aflorando de vez en cuando. "Normalmente, cuando se cumplen los primeros aniversarios, hay muchos afectados que vuelven a sufrir reca¨ªdas". Pero considera un paso adelante que hayan desaparecido los crespones y el luto en Madrid. En realidad, ha desaparecido todo vestigio de ese drama.
"Hay una voluntad de no pensar mucho en este tema y no volver sobre ¨¦l, por la conexi¨®n que tuvo con las elecciones. Hay un componente semiinconsciente de marginaci¨®n", opina el catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa V¨ªctor P¨¦rez-D¨ªaz. "Desde el punto de vista de los sentimientos, hay un intento de querer posicionarse en un mundo benigno, aplacando a los dioses, o a los demonios. Es como si se pensara que silenciando las cosas no van a volver a ocurrir. Por eso se olvidan los 190 muertos y los casi 1.500 heridos. De ¨¦stos se habla poqu¨ªsimo, no he visto pol¨ªticos, ni movimiento social en torno de estas personas. Se afianza ese querer que el atentado no haya ocurrido, que a m¨ª me parece falta de madurez".
El olvido de las v¨ªctimas del terrorismo ha sido durante a?os casi una especialidad espa?ola. "Hasta el secuestro y asesinato de Miguel ?ngel Blanco, en 1997, ¨¦ste era un tema tab¨²", corrobora Mar¨ªa Carmen ?lvarez, coordinadora jur¨ªdica de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo (AVT), fundada en 1981. A partir de esa fecha las cosas cambiaron sustancialmente. "Se aprob¨® la Ley de Solidaridad, en 1999, y con ella cambi¨® completamente la situaci¨®n, tanto desde el punto de vista econ¨®mico como moral, de las v¨ªctimas y de sus familiares". Aun as¨ª, explica, "cuesta mucho obtener el reconocimiento que estas personas golpeadas por el destino se merecen. No hay consciencia del da?o enorme que causa el terrorismo. Y este colectivo merece un reconocimiento porque nunca se ha tomado la justicia por su mano".
Este reconocimiento llega ahora para las v¨ªctimas del 11-M. Gracias a una idea inicial del alcalde de Madrid, "que aprob¨® en marzo el decreto que sentaba las bases de un concurso p¨²blico", dice Francisco Panadero, en nombre del ?rea de Urbanismo, Vivienda e Infraestructura del municipio. "Ya ten¨ªamos 570 inscripciones al mismo cuando se acord¨® fusionarlo con otra iniciativa similar de Renfe". El concurso ha causado cierto asombro en la AVT. "Nosotros no estamos en contra de que se levante un monolito a las v¨ªctimas del 11-M, que ha sido el atentado m¨¢s grave que hemos sufrido en Espa?a; lo que ha causado un poco de agravio comparativo es que las dem¨¢s v¨ªctimas -y hay 205 muertos en atentados en Madrid- no tengan este reconocimiento", dice ?lvarez.
L¨¢stima, piensan en la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo, que ese monumento que se inaugurar¨¢ en el madrile?o paseo de la Infanta Isabel, coincidiendo con el primer aniversario del 11-M, no tenga una dedicatoria global. Y es que las noticias de ese homenaje vienen a poner de actualidad su luto y su dolor por no haber visto un trato similar con los que murieron, tambi¨¦n injustamente, en otros atentados.
"La gente no entiende de diferencias, de si en un atentado murieron 190 o s¨®lo una persona. Y estos monolitos son un reconocimiento que las v¨ªctimas agradecen mucho", dice ?lvarez. Aun as¨ª, por la enormidad de la tragedia hay que agradecerle al 11-M que haya servido para hacer m¨¢s patente la sinraz¨®n del terrorismo. "S¨ª, porque se ha dicho mucho de las v¨ªctimas que eran trabajadores. Bueno, eso eran tambi¨¦n los muertos anteriores. Polic¨ªas, jueces, periodistas o guardias civiles que cumpl¨ªan con su trabajo. Pero en el 11-M la gente ha visto muy de cerca el peligro, se ha dado cuenta de que cualquiera puede ser el objetivo, que una bomba le puede tocar a cualquiera".
Un enemigo que nos ronda y que no queremos ver porque, dice P¨¦rez-D¨ªaz, "s¨®lo se habla del peligro cuando uno se siente capaz de enfrentarse a ¨¦l. Si no es as¨ª, es preferible orillarlo. Hacer como que no lo vemos, porque lo que no vemos no existe". La misi¨®n entonces es olvidar.
El rastro urbano de los muertos
La memoria ha estado casi siempre dividida en un pa¨ªs desgarrado hist¨®ricamente por luchas fratricidas, la ¨²ltima de las cuales, la Guerra Civil, dej¨® un reguero de monumentos y cruces dedicadas exclusivamente a los ca¨ªdos "por Dios y por la patria". Con el tiempo, las dedicatorias se han hecho extensivas, en muchos de los casos, a todos los muertos de aquella terrible contienda. Pero quiz¨¢s este dolor subyace y se manifiesta en el aparente desinter¨¦s espa?ol por los reconocimientos p¨²blicos a esos soldados an¨®nimos, desconocidos, en homenaje a los cuales arden llamas perennes en las capitales de otros pa¨ªses del mundo. En la madrile?a plaza de la Lealtad existe lo m¨¢s parecido a este tipo de monumento, aunque fue levantado en 1840 en memoria de Daoiz y Velarde, h¨¦roes de la defensa patria durante la invasi¨®n francesa de 1808. Junto a la dedicatoria inaugural figura una escueta frase: "Honor a todos los que dieron su vida por Espa?a". Esta especie de altar, situado en una de las zonas m¨¢s nobles de Madrid, tiene, sin embargo, una apariencia triste y algo descuidada; cerrado por una verja a la que s¨®lo se aproxima, de cuando en cuando, alguna pareja de turistas, con la oportuna gu¨ªa en la mano.
Adem¨¢s de este solitario monumento, al 2 de mayo de 1808 se le han dedicado innumerables placas, estatuas y recordatorios de todo tipo en Espa?a. En Madrid, donde hay una plaza con este nombre, existe adem¨¢s un poco conocido cementerio especial para las v¨ªctimas de los fusilamientos masivos de aquel 2 de mayo, retratados por Goya, que yacen enterrados en una fosa com¨²n. Pero las luchas intestinas que jalonan la historia hispana parecen haberse impuesto incluso en este cap¨ªtulo de homenajes p¨®stumos.
El monumento (probablemente el primero dedicado a las v¨ªctimas del terrorismo) que se levant¨® en memoria de los 25 muertos y el centenar largo de heridos que caus¨® el atentado cometido por Mateo Morral el d¨ªa de la boda de Alfonso XIII, en 1906, fue destruido completamente en la II Rep¨²blica, y vuelto a colocar -m¨¢s modesto y discreto- en el mismo emplazamiento a orillas de la calle Mayor de Madrid en 1963.
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