Mayo sobrevive bajo el agua
Victoria de Hushovd, el noruego que fue l¨ªder un d¨ªa, en la ¨²ltima etapa bretona
Ocurri¨® en Finisterre, un lugar en el que se juntan la tierra, el cielo y el mar y donde muchos cre¨ªan que se acababa el mundo. Los d¨ªas de lluvia, y llov¨ªa muchos d¨ªas al a?o, muy pocos se atrev¨ªan a salir de casa, tan bajo estaba el cielo, tan gris estaba todo, las olas, las nubes, hasta los ¨¢rboles. Tambi¨¦n a aquel ciclista, que se llamaba Iban Mayo, le habr¨ªa gustado quedarse en la cama, aunque tuviera que estar todo el tiempo tumbado de espaldas, casi inm¨®vil, con su larga y afilada nariz sobresaliendo por encima de la almohada. En esa postura a veces se le quedaba abierta la boca y empezaba a roncar, pero a su compa?ero de habitaci¨®n no le importaba. O no se quejaba. Dorm¨ªa boca arriba porque se hab¨ªa ca¨ªdo unas cuantas veces de la bicicleta y le dol¨ªa todo, las piernas, las rodillas, que estaban hinchadas y las tapaba con parches rojos, la espalda, los costados y los brazos. Pero lo que m¨¢s le dol¨ªa era el codo derecho.
Tour 2004 8? Etapa
Lamballe-Quimber, de 168 kil¨®metros
ETAPA
1. Thor Hushovd (Credit A.) 3h 54.22m
2. Kim Kirchen (Fassa Bortolo) m. t.
3. Erik Zabel (T.Mobile) m. t.
9. ?scar Pereiro Sio (Phonak) m. t.
GENERAL
1. Thomas Voeckler (La Boulang) 33h 3.36m
2. Stuart O'Grady (Cofidis) a 3.01m
3. Sandy Casar (Fdjeux) a 4.06m
9. J. Enrique Guti¨¦rrez (Phonak) a 10.02m
HOY
Jornada de descanso
Le dol¨ªa tanto que ni se pod¨ªa dar la vuelta en la cama y ten¨ªa que tomar pastillas y antibi¨®ticos. Pensaba que lo ten¨ªa roto y fue al hospital una noche, pero le hicieron radiograf¨ªas y no vieron el hueso roto. As¨ª que se curaba con pomadas y se pon¨ªa vendas. Una vez, cuando era m¨¢s joven, Mayo tuvo un accidente con el coche cerca de su casa. Se le cay¨® una cinta al suelo y al agacharse para recogerla gir¨® el volante y el coche se fue a la cuneta. No ten¨ªa que haberle pasado nada porque iba muy despacio, pero tuvo tan mala suerte que el coche choc¨® con un muro de hormig¨®n que se?alaba que ah¨ª hab¨ªa un sumidero. Iban Mayo se rompi¨® las piernas y el codo, el mismo codo que se golpe¨® luego cuando se cay¨® corriendo el Tour. Le sali¨® un bulto muy grande, como un huevo, y se asust¨®. Le costaba mucho mover el brazo y cambiar las velocidades de la bicicleta. Era como si el codo se acordara de que se hab¨ªa roto y se quejara de que le hubieran dado otro golpe all¨ª, precisamente all¨ª. En la etapa del s¨¢bado, estaba tan cansado Iban Mayo, y le costaba tanto dar pedales que un compa?ero suyo que se llama Egoi Mart¨ªnez tuvo que estar todo el tiempo a su lado, anim¨¢ndole. "Vamos Iban, que ya queda poco. Vamos Iban, que ya les cogemos, que a todos les duele el cuerpo, que se han ca¨ªdo muchos de la bicicleta, que t¨² puedes con todo".
"S¨ª, pero lo que yo quiero hoy es un bocadillo de chorizo. Y estoy harto de que llueva", protest¨® Iban Mayo a la ma?ana siguiente. "Y tambi¨¦n quiero pasteles y chocolatinas, como mi amigo Pedro Horrillo, que me ha llamado y me ha dicho que como ha ganado una etapa en una carrera en Austria, Pili, la de la pasteler¨ªa de Amorebieta le va a invitar a pasteles". Desde la cama Iban Mayo miraba al cielo y s¨®lo ve¨ªa nubes enormes, nubes negras. Y tambi¨¦n o¨ªa a la lluvia, gotas finas que chocaban contra los cristales de la ventana. "El bocadillo de chorizo te lo tienes que ganar", le respondieron a d¨²o sus jefes, que se llaman Miguel Madariaga y Juli¨¢n Gorospe, y hablaban como los padres. "S¨®lo te lo daremos si sales a correr la etapa".
Y muy serio, sin hablar con nadie, poniendo el morro largo a todo el mundo, Iban Mayo sali¨® a correr la etapa, que es un trabajo muy duro. No par¨® de llover en todo el d¨ªa. Las ruedas de las bicicletas la escup¨ªan para todos los lados, salpicando las piernas y los brazos de todos los ciclistas. Tambi¨¦n les llegaba agua hasta las gafas, que se les empa?aban y ve¨ªan fatal. Pese a todo, Iban Mayo lo aguant¨® todo sin quejarse, quiz¨¢s porque pensaba en el bocadillo de chorizo. "Qu¨¦ bien", les dec¨ªa a sus amigos, que tambi¨¦n iban de naranja, como ¨¦l, "qu¨¦ bien, hoy me duele mucho menos el codo, y puedo mover bien el brazo. Y me cuesta menos pedalear. Qu¨¦ bien". Pero por si la lluvia no fuera suficiente castigo para los pobres ciclistas, cuando ya se iba a acabar la etapa y estaban por las carreteras de cerca de Quimper, un perro se cruz¨® por el medio del pelot¨®n. Se cayeron unos cuantos ciclistas. Se cay¨® Mikel Pradera, que tambi¨¦n es amigo de Iban Mayo, pero ¨¦ste no se cay¨® y entr¨® junto a todos en el pelot¨®n, no muy lejos del que lleg¨® el primero, un noruego que se llama Thor Hushovd, un ciclista muy grande y muy fuerte que ya fue l¨ªder del Tour un d¨ªa y se qued¨® sin maillot amarillo porque se cay¨®, como Iban Mayo, en la etapa de los adoquines.
As¨ª que cuando termin¨® la etapa, Iban Mayo ya no ten¨ªa morro. Parec¨ªa que estaba hasta contento. Pero el bocadillo de chorizo se hizo esperar. Como al d¨ªa siguiente (hoy) no hay etapa porque toca descanso y hab¨ªa un traslado hasta Limoges, que est¨¢ a cientos de kil¨®metros de Finisterre, todos los ciclistas fueron juntos a ducharse junto a la meta y despu¨¦s se subieron a un autob¨²s que los llevaba al aeropuerto. Y hasta entonces no pudo Iban Mayo comerse el bocadillo. Lo devor¨® deprisa, como hace todo. Y cuando se lo acab¨® mir¨® al cielo, negro, tan cerca del mar, tan cerca de la tierra, y volvi¨® a ponerse triste. Y dijo: "Ahora lo que no quiero es subir al avi¨®n, que me da mucho miedo".
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