La cara femenina del virus
Wannee y Eh cuentan c¨®mo la enfermedad, que padecen cada vez m¨¢s mujeres contagiadas por sus maridos, ha devastado a sus familias
Sentada sobre una esterilla como si fuera un gorri¨®n, con la mirada perdida m¨¢s all¨¢ de los arrozales y cocoteros que rodean la casa de madera, Wannee no puede impedir que las l¨¢grimas desciendan por sus mejillas mientras cuenta casi en silencio c¨®mo el sida ha devastado su familia. "Mi marido muri¨® hace 10 a?os, y yo tuve que comenzar a recibir tratamiento en marzo pasado. Mi hermana tambi¨¦n es seropositiva. Se enter¨® despu¨¦s de la muerte de su esposo, pero lo mantuvo en secreto hasta que supo que yo estaba infectada", dice en su modesta vivienda, en las afueras de Banlaem, una poblaci¨®n rural y pesquera situada 150 kil¨®metros al sur de Bangkok, en la provincia de Phetchaburi.
Wannee tiene 35 a?os, pero aparenta 50. Habla rodeada de aperos de labranza, una hamaca ra¨ªda y las 30 tinajas en las que recogen durante la estaci¨®n de lluvias el agua del tejado que utilizan para beber durante todo el a?o. De los 38 millones de personas que conviven con el virus en todo el mundo, el 48% son mujeres. En 1985, las mujeres representaban el 35% de los infectados. La situaci¨®n es m¨¢s grave entre los seropositivos de 15 a 24 a?os: el 60% son chicas.
La pobreza, la falta de educaci¨®n, la violencia masculina y el hecho de que en muchas partes del mundo son consideradas inferiores hacen de las mujeres un grupo muy vulnerable a la epidemia. Y el problema, seg¨²n el Fondo de Desarrollo para las Mujeres de la ONU, va a peor. En ?frica, ellas son el 57% de los afectados por el VIH. Y los expertos temen que Asia siga los mismos pasos.
El contagio de marido a mujer representa la mitad de los nuevos casos en Tailandia y el 42% en Camboya. La monogamia en el matrimonio no es una garant¨ªa para muchas mujeres, cuyos maridos frecuentan burdeles y prostitutas y no utilizan condones. "Esposas y novias est¨¢n resultando infectadas cada vez m¨¢s por sus parejas", explica David Wilson, de 56 a?os, coordinador m¨¦dico de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) en Tailandia, en una visita al hospital de Banlaem. MSF tiene desde hace varios a?os un programa de distribuci¨®n de antirretrovirales y formaci¨®n de personal sanitario en cuatro hospitales tailandeses, y colabora con otro centenar.
Wannee forma parte del centenar de enfermos de sida que reciben atenci¨®n en esta cl¨ªnica de 30 camas rodeada de jardines con palmeras. Personal y pacientes caminan descalzos por sus salas. El coste del tratamiento (gratis para los afectados) ronda al d¨ªa algo menos de un euro, ya que Tailandia usa gen¨¦ricos producidos localmente. Los enfermos s¨®lo tienen que pagar 30 baht (0,6 c¨¦ntimos de euro) al hacerse los controles peri¨®dicos y recoger los medicamentos.
El Gobierno tailand¨¦s, uno de los que ha respondido de forma m¨¢s eficaz a la epidemia en Asia, pretende que el 10% de los 600.000 infectados que, seg¨²n dice, hay en el pa¨ªs reciban f¨¢rmacos gratis a finales de este a?o. Actualmente, los obtienen 33.000, seg¨²n MSF.
Eh, una mujer de 29 a?os, de sonrisa dulce, que trabaja en la selecci¨®n y limpieza de marisco, es otra de las mujeres cuya familia se ha visto diezmada por el sida. En una peque?a sala del hospital, muestra sus brazos marcados por los efectos de la enfermedad mientras cuenta que su marido muri¨® en casa el pasado noviembre. "Supe que estaba infectada hace cinco a?os, y ¨¦l, que era polic¨ªa, no pudo aceptarlo. As¨ª que se neg¨® durante tres a?os a hacerse las pruebas. Cuando comprob¨® que estaba enfermo se aisl¨® de sus amigos y dej¨® el trabajo. S¨®lo fue una vez al hospital, pese a que el tratamiento era gratis. Y se dej¨® morir". Eh tiene dos hijos, uno de ocho a?os y otro de cinco, y reconoce que no se atreve a hacerles el an¨¢lisis. "Tengo miedo a que den positivo", dice con los ojos vidriosos. "Son mi ¨²nica raz¨®n de vivir".
"El virus est¨¢ pasando de madres a hijos", asegura Wilson, que lleva siete a?os en Tailandia. "La incidencia entre las embarazadas en esta regi¨®n es del 1,7%", afirma el director del hospital Banlaem, doctor Phetchareuk Tansawad. Un porcentaje que, seg¨²n Wilson, se puede extrapolar a la poblaci¨®n femenina en general. Una de las esperanzas para las mujeres cuyas parejas se niegan a usar condones son los microbicidas (geles vaginales que bloquean el paso del VIH). Pero se encuentran en fase de desarrollo. En cualquier caso, para Wannee, su hermana o Eh llegar¨ªan demasiado tarde, si es que hubieran podido pagarlos.
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