El congreso del miedo
Por fin sabemos el modelo de Estado al que aspira Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya (CDC): su congreso acaba de proclamarse confederal. Es una novedad mayor porque la comedia de la inconcreci¨®n formaba parte de la esencia de CDC durante el pujolismo. Mantener el misterio sobre la idea de Estado era la pieza angular de la ambig¨¹edad; es decir, del comercio pol¨ªtico en todas direcciones que ha caracterizado el aporte del pujolismo a la gobernabilidad del pa¨ªs. La ambig¨¹edad permiti¨® pasar, sin sobresalto an¨ªmico alguno, de ser socio del PSOE a ser socio del PP. O tener un pie en el nacionalismo identitario y otro en el europe¨ªsmo pragm¨¢tico. Con la consagraci¨®n del confederalismo en el ideario convergente, se rompe un tab¨² del pujolismo, que siempre se hab¨ªa manifestado partidario de esconder su idea de Espa?a. ?Cabe interpretarlo como el anuncio de que CDC se desprende del pujolismo ideol¨®gico?
CDC se apunta a lo que algunos han llamado el revival posmoderno de lo confederal. Curiosamente, una confederaci¨®n, como asociaci¨®n de pa¨ªses dentro de un Estado respetando lo que es desigual, no es muy diferente del federalismo asim¨¦trico que el presidente Maragall predic¨® con cierta tenacidad hasta que sinti¨® cierto hast¨ªo intelectual de tanto repetir lo mismo. Quiz¨¢ Maragall se dio cuenta de que, insistiendo en este discurso, se pod¨ªa acabar imponiendo la idea de que para los catalanes es m¨¢s importante ser reconocidos como distintos que las cosas concretas en las que podamos ser distintos. CDC durante el pujolismo -que hasta ahora es la totalidad de su historia- siempre opt¨® por la actitud conservadora de evitar cambios estatuarios. Pujol ten¨ªa el fundado prejuicio de que cualquier cambio de marco, en la medida en que ten¨ªa que ser global, resultar¨ªa igualitario. Y ya se sabe que para el nacionalismo la diferencia es lo ¨²nico importante. Pero ahora CDC se ha visto emplazada al debate estatutario. Su respuesta ha sido su idea de Espa?a: "Una uni¨®n libre y en pie de igualdad de las naciones que conforman el Estado espa?ol".
Curiosamente, al concretar la idea de Espa?a se les desdibuja la idea de Europa. Si sobre Espa?a Pujol hab¨ªa impuesto siempre la ambig¨¹edad, sobre Europa Pujol se mov¨ªa por actos de fe. Me atrever¨ªa a decir, si el ex presidente no lo considera blasfemo trat¨¢ndose de religiones pol¨ªticas, que su europe¨ªsmo era el ¨²nico sentimiento pol¨ªtico equiparable a su nacionalismo. Pujol sab¨ªa de las enormes dificultades de un proceso, el de unificaci¨®n europea, que vivi¨® con suma atenci¨®n desde el principio, y siempre tuvo claro que la apuesta por Europa se ten¨ªa que mantener aun en los malos momentos y aun al precio de dar por buenos pasos que parec¨ªan insuficientes, pero que abr¨ªan nuevos espacios. La Constituci¨®n europea es uno de ellos: esta plagada de deficiencias y queda lejos de satisfacer las aspiraciones de mucha gente que creemos firmemente en la Uni¨®n Europea. Pero Europa siempre ha avanzado abriendo una peque?a puerta para despu¨¦s poder abrir otra m¨¢s grande. La Constituci¨®n europea es bastante birria, pero hay algo que ser¨ªa peor que esta Constituci¨®n: carg¨¢rsela. Europa se ha convertido en algunos pa¨ªses en el chivo expiatorio del malestar. Ser¨ªa una verdadera ruptura con su historia -es decir-, con el pujolismo, que CDC utilizara a Europa para quitarse de encima los demonios que lleva en el cuerpo despu¨¦s de su derrota. La excusa es el trato inadecuado que recibe el catal¨¢n. Decir no a la Constituci¨®n por esta raz¨®n, es perder la perspectiva de que en Europa s¨®lo se avanza con mucha tenacidad y con mucha labor de presi¨®n e incordio. Cuando ante una situaci¨®n de peligro se responde instintivamente con cierta radicalizaci¨®n ideol¨®gica, a menudo se cometen errores de perspectiva: paga quien menos culpa tiene. En este caso, Europa. CDC perder¨ªa jirones de su perfil si optara por la beligerancia con el proceso europeo.
Por lo dem¨¢s, el congreso de CDC ha sido el congreso del miedo. Miedo, ?a qu¨¦? Miedo a la divisi¨®n y al enfrentamiento interno. El momento era delicado: la salida del poder aceler¨® la sangr¨ªa de votos. La p¨¦rdida del monopolio del nacionalismo hizo que CDC, de pronto, se sintiera desnuda. El congreso ha sido conservador: salvar los trastos, poner el contador a cero y ver si en los pr¨®ximos meses se puede conseguir alguna aceleraci¨®n. Para ello era positivo el debate, pero era imprescindible evitar choques y traumas. No ha quedado otro remedio que acudir, una vez m¨¢s, al padre fundador. Pujol ha tenido que estar en primer plano de un congreso en el que, en otras circunstancias, le hubiesen rendido el homenaje de despedida. Pujol ha tenido que arropar a un Mas que en las im¨¢genes del primer d¨ªa parec¨ªa encogido por el miedo. No es f¨¢cil someterse al voto de los correligionarios despu¨¦s de tres derrotas consecutivas.
Artur Mas ha salvado la papeleta con ¨¦xito. El resultado, si nos atenemos estrictamente a los n¨²meros, le da toda la legitimidad para intentar que el motor convergente vuelva a coger velocidad. Pero no se pueden obviar algunos elementos que el propio Mas har¨¢ bien en tener en cuenta. El voto masivo a su favor tiene algo de voto de patriotismo de partido: en parte, fue el voto del miedo al caos, a la descomposici¨®n; y la sobreactuaci¨®n de Pujol en su apoyo -para evitar el fantasma de la ruptura- hace que la sombra de la tutela del ex presidente se prolongue m¨¢s de lo razonable.
Como acostumbra a ocurrir en tiempos de zozobra, se opt¨® por lo f¨¢cil: abrazarse a los dioses del lugar. En un partido nacionalista hablar de m¨¢s nacionalismo nunca suena mal. Los resortes sentimentales se activan con facilidad. De modo que CDC se sit¨²a en la subasta soberanista a la que Esquerra Republicana le ha emplazado. No estoy seguro de que en este caso el miedo haya guardado la vi?a. Salvo que la propia CDC sea consciente de lo que algunos sospechamos: aparte de nacionalismo no tiene mucho m¨¢s que proponer. Si encima se carga el europe¨ªsmo, el traje es muy estrecho para un partido que hab¨ªa sido bastante grande.
Una vez m¨¢s el aroma de lo familiar se ha hecho sentir en un partido demasiado trabado por los compromisos personales que unen a Pujol y Mas. Pero este parece ser un signo de identidad de todos los partidos catalanes, que no saben vivir sin la familia cerca. Forma parte del paisaje y de los riesgos de los pa¨ªses peque?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.