Ruta de exposiciones
Para las exposiciones fotogr¨¢ficas parece no haber llegado la vacaci¨®n estival. M¨¢s bien al contrario, ya que tenemos una cartelera bastante generosa. En Bilbao, adem¨¢s de Joaqu¨ªn Bernat, con unas bien cuidadas composiciones en La Taberna de los Mundos, encontramos a Eduardo Sourrouille, en la Galer¨ªa Bilkin, con un grupo de im¨¢genes tituladas Estar a oscuras, entre las que destaca una serie de sugerentes pies negros con tacones de aguja, o a Paco Pol¨¢n (Pamplona, 1963) en Windsor Kulturgintza con Muertes construidas.
?ste ¨²ltimo trabaja un proyecto donde combina arquitectura en paisajes de costa o ciudad, interiores o exteriores, para conformar una curiosa narraci¨®n. Son siete fotograf¨ªas de gran formato y otras tantas de menor tama?o, detalles extra¨ªdos de las m¨¢s grandes. Todas ellas tratan de convertirse en sintagmas ic¨®nicos para recuperan aspectos biogr¨¢ficos de arquitectos ilustres, signos dirigidos a descubrir lo anecd¨®tico de su muerte. As¨ª, se presentan im¨¢genes relacionadas con este evento, bien sea del lugar donde fallecieron, junto, si es posible, a alguna de sus obras, o de el lugar donde est¨¢n enterrados, como es el caso de Francesco Borromini (1599-1667), en el suelo de la iglesia de San Giovanni dei Fiorentini. Tambi¨¦n resulta curiosa, adem¨¢s de atrevida por trastocar algunos aspectos formales, la que representa la playa donde muri¨® de un fallo cardiaco Le Corbousier, al pie de su casa construida en la Costa Azul como vivienda ideal. Tampoco falta el lugar, justo en el cruce de Balmes con la Gran V¨ªa de les Corts Catalans, donde fue atropellado Gaud¨ª por un tranv¨ªa.
En Vitoria, inexcusablemente, me he detenido en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, donde est¨¢ garantizado encontrar exposiciones fotogr¨¢ficas de calidad. Durante estas fechas se puede ver una serie de im¨¢genes relacionada con la m¨²sica de jazz. Est¨¢ realizada por Gerardo Ca?ellas (Palma de Mallorca, 1959). Se trata de un tema muy recurrente, al menos en el Pa¨ªs Vasco, donde se multiplican por doquier los festivales de jazz. A pesar de ello, siempre llama la atenci¨®n y lleva camino de convertirse en todo un g¨¦nero de la disciplina, con matices muy espec¨ªficos.
Generalmente, son fotos muy contrastadas, en blanco y negro. Son capaces de captar con destreza el movimiento de unas manos acariciando teclas o cuerdas de un instrumento sonoro, cuando lanza al aire las notas que nos hacen sentir el arte de combinar el sonido con el tiempo. De la misma forma, resultan de natural grandiosidad en el momento de recuperar gestos, posturas y expresiones. Incluso, como es el caso del que se trata, son capaces de remover en la memoria del espectador leyendas y mitos de los grandes int¨¦rpretes.
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