Pol¨ªtica y estabilidad presupuestaria
La decisi¨®n de pol¨ªtica econ¨®mica m¨¢s importante de cuantas ha tomado el nuevo Gobierno de Espa?a ha sido la de establecer la regla de estabilidad presupuestaria. Respeta as¨ª un sano principio que no siempre ha sido aceptado y mucho menos aplicado. Digo esto porque el Gobierno anterior, hizo de la estabilidad el principal estandarte de su pol¨ªtica econ¨®mica, defendi¨¦ndola como si de un dogma se tratara. Le atribuyo virtudes tot¨¦micas a esta funci¨®n presupuestaria, por lo que quisiera detenerme a averiguar si detr¨¢s de sus enf¨¢ticas manifestaciones se produc¨ªan hechos pr¨¢cticos que las corroborar¨¢n.
Para ello, hay que analizar el impacto que los programas de ingreso y gasto p¨²blico originan en la evoluci¨®n c¨ªclica de la econom¨ªa. Pues bien, a poco que avancemos podremos observar como en la pr¨¢ctica el Gobierno del Sr. Aznar L¨®pez ha ido sacrificando el tan proclamado principio de estabilidad. La primera vez lo hizo en 2000, cuando m¨¢s crec¨ªa la econom¨ªa. Entonces, decidi¨® estimularla m¨¢s, proporcion¨¢ndole una poderosa inyecci¨®n a trav¨¦s de la primera de sus reformas del IRPF.
Hoy sabemos que se gast¨® m¨¢s que lo que se dec¨ªa y tambi¨¦n m¨¢s de lo que se ingres¨®
Con esta decisi¨®n, renunci¨® al car¨¢cter antic¨ªclico de la pol¨ªtica fiscal. Adopt¨®, por el contrario, una pol¨ªtica acomodaticia, recostada en unas excelentes condiciones monetarias que se dejaban sentir en unos tipos de inter¨¦s extraordinariamente bajos. Un tipo de cambio muy favorable le proporcion¨® otra ayuda m¨¢s, a lo que se a?ad¨ªa el hecho novedoso de que al sistema productivo espa?ol se incorporaban un n¨²mero elevado de trabajadores procedentes del exterior.
La equivocaci¨®n que hab¨ªan cometido parec¨ªa que iba a ser corregida cuando, empleando las mayor¨ªas absolutas, aprobaron en 2001 la Ley General de Estabilidad Presupuestaria. Si el primer error lo comete el PP en un momento en el que la econom¨ªa registraba la m¨¢xima pulsaci¨®n, el segundo se produce en 2002, cuando la econom¨ªa estaba en el punto m¨ªnimo del ciclo. En lugar de dejar actuar a los estabilizadores autom¨¢ticos, para que fueran los que orientaran las variaciones de ingresos y gastos, adoptaron una enorme bater¨ªa de medidas tributarias. El dislate se ve es analizando los datos.
El crecimiento fue el m¨¢s bajo de estos a?os, el 2%. La inflaci¨®n la m¨¢s alta, el 4%. La presi¨®n fiscal subi¨® seis d¨¦cimas, la cantidad m¨¢s elevada de todo el ochote conservador. Estos datos muestran como sus dise?os de pol¨ªtica econ¨®mica se tradujeron en una lenta y parsimoniosa salida de la desaceleraci¨®n. Durante cuatro a?os se creci¨® por debajo del producto tendencial, y se esper¨® pasivamente a que se produjera una aceleraci¨®n, fuerte e intensa, para que desde el exterior se impulsara la recuperaci¨®n.
El manejo de la pol¨ªtica econ¨®mica es el elemento capaz de mostrar la habilidad del jinete y no s¨®lo la fuerza del caballo. Pues bien, pronto se vio como las autoridades se empecinaban en que el d¨¦ficit p¨²blico fuera insensible a la ca¨ªda del crecimiento. Hecho parad¨®jico, para el que no he podido encontrar una explicaci¨®n satisfactoria en los manuales de macroeconom¨ªa. Por eso quiz¨¢s sea m¨¢s convincente el argumento del mal de altura que, hace m¨¢s de un siglo emple¨® C¨¢novas del Castillo. Seg¨²n ¨¦l, los pol¨ªticos de la Restauraci¨®n, con s¨®lo subirse a un taburete se mareaban. Algo de esto debi¨® haberle ocurrido al Gobierno del PP, ya que esa situaci¨®n le condujo a perder precisi¨®n contable.
Durante esa etapa vivimos un doble movimiento. Uno horizontal consistente en la huida del Presupuesto de m¨²ltiples organismos, entidades y empresas del Estado cuya actividad se quiso que no computase en el d¨¦ficit. Otro vertical que ha permitido que una ristra de gastos se convirtiera en operaciones financieras cuando en verdad eran de capital. Los abusos cometidos, da?ando la imagen fiel de la actividad financiera p¨²blica, han sido tan conocidos, que hasta el FMI ha llegado a decir que su proliferaci¨®n constituye un riesgo fiscal potencial dif¨ªcil de evaluar. Se han conocido lo gastos que no computaron ni en la determinaci¨®n del l¨ªmite de gastos ni en el c¨¢lculo del d¨¦ficit. Entre ellos, est¨¢n inversiones militares en alta tecnolog¨ªa, reasignaciones de la SEPI, condonaciones de pr¨¦stamos FAD, aportaciones de capital a empresas p¨²blicas, d¨¦ficit de RTVE, de Renfe, de AENA y la deuda a Andaluc¨ªa.
Durante el Gobierno del PP, la adecuaci¨®n de la pol¨ªtica fiscal al ciclo ha sido deficiente y la transparencia ha brillado por su ausencia. Hoy sabemos que se gast¨® m¨¢s que lo que se dec¨ªa y tambi¨¦n m¨¢s de lo que se ingres¨®, por lo que hay que salir del espejismo, para que la realidad no quede sepultada por la ficci¨®n. El nuevo Gobierno transita por territorios bien distintos. Lo que antes no se dec¨ªa que se gastaba, ahora se dice, a la vez que se tiene en cuenta la oscilaci¨®n c¨ªclica. Para ¨¦l, adem¨¢s, una buena pol¨ªtica fiscal ha de poseer un marcado car¨¢cter antic¨ªclico: expansiva en las recesiones y contractiva en las expansiones. Dos avances merecedores de positiva valoraci¨®n y apoyo. Ambos se dan cuando se observa que en lo que va de ejercicio ya se est¨¢ produciendo una suave y continuada aceleraci¨®n. Esto hace que resulte veros¨ªmil que en 2005 se recupere el objetivo permanente enunciado, aunque nunca alcanzado: crecer al 3%.
Ahora bien para hablar de econom¨ªa y de presupuestos resulta muy conveniente hablar de pol¨ªtica, aunque s¨®lo sea porque en Espa?a se ha iniciado un nuevo ciclo pol¨ªtico que ha encontrado el refrendo de los ciudadanos en las urnas. Esta nueva trayectoria deber¨¢ ser dilatada a la vez que transformadora, para lo que resulta imprescindible elevar el crecimiento, el mejor ant¨ªdoto frente al d¨¦ficit. En ella, el crecimiento ha de apoyarse en reformas, posici¨®n hist¨®ricamente contrastada, puesto que desde 1958 la econom¨ªa espa?ola responde bien a las liberalizaciones y a los cambios estructurales.
La orientaci¨®n de esas reformas ha de estar dirigida hacia espectros diversos. Si partimos del hecho de que el primer activo de la sociedad son los ciudadanos, lo oportuno es elevar el valor de ese capital humano. Adem¨¢s, si creemos que aumentar la base tecnol¨®gica, es una exigencia para alejarnos de una sociedad atrasada, constituye una imperiosa necesidad sostener centros de investigaci¨®n y de desarrollo para garantizae el avance y el progreso.
Por otra parte, existiendo en muchos lugares de Espa?a una mala dotaci¨®n de factores productivos, la compensaci¨®n de esta situaci¨®n ha de producirse mediante la acci¨®n infraestructural. Por ¨²ltimo, viviendo en una sociedad con aspiraciones, que ha optado por fijar un punto de partida, desde el que abrir otro proceso de crecimiento a largo plazo, en ella se precisar¨¢n servicios p¨²blicos que rompan los cuellos de botella que existen, a la vez que corrigen la desigualdad, la precariedad y la exclusi¨®n.
Durante el pr¨®ximo futuro habremos de desenvolvernos llevando a cabo actuaciones favorecedoras de la inversi¨®n, la cohesi¨®n y la innovaci¨®n. Para que puedan lograrse, es imprescindible encontrar el ritmo en el que se encajen esas modificaciones y esas reformas. Pues bien, la compatibilidad de estos objetivos s¨®lo se alcanzar¨¢ afianzando los fundamentos presupuestarios. Poniendo en valor la disciplina presupuestaria, clarificando la madeja que la opacidad nos ha dejado, disponiendo de unas finanzas p¨²blicas s¨®lidas y sostenibles, seriamente programadas para poder satisfacer las demandas que se formulan. Por ¨²ltimo, no debemos ignorar que actuando con esa prudencia no se presentar¨¢n situaciones parecidas a las que han tenido que soportar alguno de nuestros socios quienes tuvieron que recortar el gasto cuando sus econom¨ªas estaban peor.
Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n es secretario adjunto del Grupo Parlamentario Socialista y diputado por Badajoz
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