Espa?ol, SA
No se sorprender¨¢n si les digo que el turismo es una de nuestras primeras industrias. Pero ?adivinan qu¨¦ sector hay cuyos servicios producen en Espa?a un porcentaje de riqueza similar al tur¨ªstico? Pues nuestro idioma com¨²n. S¨ª, eso mismo, la lengua espa?ola. No es dif¨ªcil entender el porqu¨¦: el idioma es un recurso aparentemente inmaterial, sin embargo, no hay actividad econ¨®mica o mercantil donde no promedie. Dado que las comunicaciones se han desarrollado vertiginosamente en los ¨²ltimos a?os, esos medios elementales de comunicaci¨®n que son las lenguas se han instalado en el centro mismo de la actividad productiva y comercial. Es m¨¢s, a menudo la agilizan porque act¨²an como una marca, una etiqueta, una imagen que representa un ¨¢mbito libre de las fronteras pol¨ªticas y de los aranceles que trazan los Estados: spanish, espagnol, espanhol, spagnolo, spanisch, spanska... define a un ¨¢mbito multinacional de 12.207.000 Km2 (s¨®lo superado por los ¨¢mbitos ingl¨¦s, franc¨¦s y ruso; unidos al nuestro, los cuatro abarcan ling¨¹¨ªsticamente el 67% de la superficie terrestre), es asimismo un ¨¢mbito con cerca de 400 millones de hablantes natos, m¨¢s 60 millones de personas que lo hablan o estudian como segunda lengua, un c¨®digo de comunicaci¨®n que es oficial en numerosos organismos internacionales y cuya actividad negociadora en EE UU, Europa e Hispanoam¨¦rica (por orden de rentabilidad) produce unos 500.000 millones de d¨®lares anuales. Un interesante producto, en fin, asociado a esa precisa marca y a esa precisa imagen: espa?ol.
Una gran comunidad ling¨¹¨ªstica se constituye porque previamente se ha tejido una red de intereses econ¨®micos que fluyen mejor a trav¨¦s de un c¨®digo com¨²n. Pero una vez establecida la lengua com¨²n, ¨¦sta se transforma en valor estrat¨¦gico de primer orden al facilitar la circulaci¨®n del trato comercial. Hay una simbiosis entre econom¨ªa y lengua. ?ste es el caso de las grandes lenguas comunes occidentales como el franc¨¦s, el ingl¨¦s, el alem¨¢n, el portugu¨¦s y, por supuesto, el espa?ol: si nuestra lengua ha experimentado un desarrollo multinacional muy considerable desde mediados del siglo XVIII hasta hoy, ha sido porque los hispanoamericanos lo consideraron como la ¨²nica lingua franca posible para el desarrollo humano y econ¨®mico de sus nacientes rep¨²blicas en un momento en que s¨®lo uno de cada tres americanos hablaba espa?ol. Digamos que sin la favorable intervenci¨®n de los independentistas la historia del espa?ol en Am¨¦rica habr¨ªa sido, m¨¢s o menos, la del ingl¨¦s en la India: una lengua que, finalizada la colonizaci¨®n brit¨¢nica, se ha conservado entre el 15% de la poblaci¨®n, el n¨²cleo colonial por decirlo as¨ª.
En Espa?a, la lengua com¨²n creci¨® en la ¨¦poca moderna, fundamentalmente, porque el avance de las comunicaciones, la industria, la liquidaci¨®n de aduanas interiores y la liberalizaci¨®n del comercio entre las regiones y con Am¨¦rica, la hicieron imprescindible. Mediado el siglo XIX, un ministro catal¨¢n, Laureano de Figuerola, a la par que uniformaba el patr¨®n monetario con la peseta, uniformaba el plan de estudios de la escuela p¨²blica con la lengua espa?ola para "dar unidad a ese conjunto de pueblos a que se llama Espa?a, y que en vez de ser un Estado, presentan opuestos intereses y hasta hostiles miras por el esp¨ªritu de provincialismo que los domina", seg¨²n manifiesta en el pr¨®logo de su Manual completo de ense?anza simult¨¢nea (1841). Pero no en vano la industria y el comercio catalanes estaban interesad¨ªsimos en la unidad de mercado que garantizaba el espa?ol. Esto explica que en la Catalu?a decimon¨®nica abunden los ide¨®logos de la comunidad ling¨¹¨ªstica fundada en el espa?ol (al estilo del mismo Figuerola) para alguno de los cuales aparte de abarcar toda Espa?a y las rep¨²blicas americanas, el espa?ol deber¨ªa extenderse ?por todo Portugal!
Historias curiosas aparte, hoy el espa?ol est¨¢ situado en el centro de nuestras actividades econ¨®micas. Aporta el 15% del PIB espa?ol, calculando por lo bajo, y si nos sumamos a las cifras que la lengua produce en Hispanom¨¦rica m¨¢s las que da en EE UU, advertiremos que en torno al espa?ol gira el 9% del PIB mundial.
Espa?a es parte de un condominio ling¨¹¨ªstico, es decir, s¨®lo uno de cada diez hablantes de espa?ol vive en ella, pero es precisamente el hecho de pertenecer a ese condominio lo que hace relevante el valor econ¨®mico del espa?ol en nuestro pa¨ªs. Por Espa?a en s¨ª misma, el espa?ol ser¨ªa una lengua de mediana a peque?a en el contexto mundial y su relevancia econ¨®mica ser¨ªa escasa. Posiblemente no nos visitar¨ªan al a?o 200.000 estudiantes de espa?ol-como-lengua-extranjera (E/LE), que son el motor de una industria de ense?anza de idiomas que mueve aproximadamente 500 millones de euros anuales (el 20% de los cuales queda en Catalu?a, Valencia y Pa¨ªs Vasco). No es ¨¦sta la actividad idiom¨¢tica m¨¢s pr¨®spera: el negocio editorial -que es, por cierto, la joya de la corona exportadora espa?ola- multiplica por doce las cifras del turismo idiom¨¢tico. Y la actividad asociada a las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y telecomunicaci¨®n iguala al negocio editorial.
Espa?a es s¨®lo la porci¨®n europea del idioma. Una porci¨®n que, en t¨¦rminos demogr¨¢ficos, territoriales y comerciales, pesar¨¢ cada vez menos frente a Am¨¦rica en general y frente a la regi¨®n M¨¦xico-EE UU en particular. Aun as¨ª, el mundo hispanohablante sigue reconoci¨¦ndola como la "decana" del idioma y nada de lo que pasa en la porci¨®n europea es ajeno a ninguna parcela del condominio hisp¨¢nico. Esta circunstancia hace que recaigan sobre ella importantes tareas en la gesti¨®n del "esp¨ªritu" de la lengua, de su buena imagen y, por supuesto, de los negocios que abarca. Se me ocurren, sin la pretensi¨®n de ser exhaustivo, las siguientes: fomentar uno de los canales por donde discurrir¨¢ la econom¨ªa del siglo XXI, como va a ser la transmisi¨®n de informaci¨®n y conocimientos, donde la lengua ser¨¢ una materia prima; superar el estadio "vender espa?ol" por otro m¨¢s influyente que consiste en "vender educaci¨®n y cultura en espa?ol", este estadio resulta imprescindible si se quiere internacionalizar la oferta educativa y cultural espa?ola, y no se dar¨¢ tal paso con ¨¦xito sin asociarla a nuestra lengua com¨²n y a su circunstancia internacional, ya que, en el exterior, la marca Lengua espa?ola interesa m¨¢s que la marca Espa?a.
Hay que crear contenidos culturales de prestigio que ofrezcan una imagen s¨®lida y digna de respeto internacional del mundo hispanohablante, en EE UU precisamente la batalla del espa?ol es la batalla del prestigio y no la del n¨²mero de hablantes. Finalmente, convendr¨ªa aprovechar nuestra circunstancia de parcela europea del idioma para obrar como nexo entre la Uni¨®n Europea e Hispanoam¨¦rica, lo que, aparte de otros beneficios, nos reportar¨¢ una posici¨®n de fuerza en el mercado del aprendizaje de segundas lenguas que, previsiblemente, se incrementar¨¢ en los pr¨®ximos a?os en Europa; un territorio ¨¦ste, el europeo, muy competitivo pues a nadie se le escap¨® que en el futuro la influencia cultural y ling¨¹¨ªstica ser¨¢ tambi¨¦n influencia pol¨ªtica y econ¨®mica. Un territorio, asimismo, donde la diplomacia espa?ola no tiene mucho que ganar present¨¢ndonos como abanderados de la diferenciaci¨®n cultural europea, con propuestas de multiplicaci¨®n de lenguas oficiales que los grandes pa¨ªses de la UE consideran impertinentes para las comunidades ling¨¹¨ªsticas ya constituidas en su seno y la unidad de mercado que ¨¦stas facilitan (si la propia Espa?a no avanza hacia su transformaci¨®n en pa¨ªs pluriling¨¹e y hacia la fragmentaci¨®n de su comunidad ling¨¹¨ªstica con la velocidad y entusiasmo que algunos desean, no es por otra cosa sino por el volumen econ¨®mico que desplaza el espa?ol). El terreno americano est¨¢ mucho m¨¢s despejado: en lo referente a EE UU, ning¨²n idioma puede competir con el espa?ol en el mercado de segundas lenguas; en Brasil, descontado el ingl¨¦s, tampoco hay gran competencia al respecto. Si Espa?a sabe potenciar su imagen de comunidad ling¨¹¨ªstica s¨®lida y de proyecci¨®n internacional, tendr¨¢ mucho terreno ganado para consolidar estrategias diplom¨¢ticas, econ¨®micas y mercantiles favorables en el exterior.
El economista y estratega empresarial Kenichi Ohmae ha entendido todo esto perfectamente: "Las empresas europeas son m¨¢s atractivas por el hecho de que hay una comunidad que habla espa?ol; Espa?a es el puente con Iberoam¨¦rica por el que se transita entre dos continentes. Esto da acceso a una enorme capacidad de comunicaci¨®n". Tenemos, en fin, la responsabilidad de plantearnos estrategias inteligentes para aprovechar el peso econ¨®mico de nuestro idioma com¨²n, as¨ª como las enormes ventajas que para nuestra imagen exterior puede reportarnos la gesti¨®n de esa empresa que he llamado "Espa?ol, SA". No lo olviden: una de las empresas m¨¢s internacionales que poseemos, cuya materia prima es abundante, limpia, barata, atractiva para nuestros vecinos y, previsiblemente, tardar¨¢ mucho tiempo en agotarse.
Juan R. Lodares es profesor de Lengua Espa?ola en la Universidad Aut¨®noma de Madrid y autor de Lengua y patria. Sobre el nacionalismo ling¨¹¨ªstico en Espa?a. Taurus, 2002.
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