Trama
La comisi¨®n que investiga los sucesos del 11-M no est¨¢ generando, como era de suponer, ninguna sorpresa. Sin duda en la prevenci¨®n del atentado no hubo incompetencia por parte de nadie. No se pueden prever todas las eventualidades y aunque se pudiera, prevenirlas obligar¨ªa a unas limitaciones intolerables. Lo dem¨¢s, un maniobrar por la cuerda floja de la ¨¦tica por la que, en definitiva, van los unos y los otros. La pol¨ªtica es un juego de contrarios y no vale decir que ante la emergencia todas las fuerzas han de actuar de com¨²n acuerdo y quien pone en cuesti¨®n la acci¨®n del Gobierno en tiempo de crisis es poco menos que un traidor a la patria. A partir de aqu¨ª, las actuaciones de la comisi¨®n resultan aburridas. La realidad carece del ritmo y de la sabia dosificaci¨®n de los recursos narrativos que permiten ajustar su desarrollo a la misteriosa disposici¨®n de nuestras facultades perceptivas.
El lento y tortuoso camino de las sesiones sirve para poner en evidencia la extrema complejidad de la trama que culmin¨® en los atentados. Viendo las noticias, yo pensaba que cuatro individuos sin escr¨²pulos provistos del material adecuado habr¨ªan podido hacer volar un tren o lo que les diera la gana. S¨®lo era cosa de dejar las bombas y marcharse. Uno imagina el terrorismo como lo ha visto en el cine: una organizaci¨®n jerarquizada y compacta, con un jefe ¨²nico, refinado y por lo com¨²n calvo, y a la que un solo agente habilidoso puede poner patas arriba con relativa facilidad.
La verdad es muy otra. De un lado, un tejido tupido, laber¨ªntico y desparramado, cuyas acciones s¨®lo pueden llevarse a cabo con gran despilfarro de medios y, por supuesto, de personas. Del otro lado, un tejido igualmente denso, en el que cada acto se descompone y distribuye entre varias instancias, no siempre coordinadas. Y entre ambos organismos, al margen de la escala jer¨¢rquica, un grupo incierto de individuos oscuros formado por confidentes, agentes dobles, colaboradores por inter¨¦s, por razones vagas y a¨²n m¨¢s vagos impulsos. Sobre esta trama subterr¨¢nea discurre nuestra vida diaria, hasta que sale al exterior y al que est¨¢ all¨ª, lo mata. Y luego empieza la tediosa labor de repartir responsabilidades.
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