Denuncia en claroscuro
"B¨²squese un trabajo serio", le espeta el entonces gobernador de Tejas, George Bush Jr., al pegajoso Michael Moore que lo interpela, a lo Caiga quien caiga, en las primeras im¨¢genes de este Fahrenheit 9/11. Y vaya si se ha procurado Moore un trabajo serio: nada menos que la construcci¨®n de un objeto medi¨¢tico, el filme que nos ocupa, capaz de poner pol¨ªticamente contra las cuerdas al mismo que le inst¨® a ocuparse de algo "serio". Con su descarado empleo de las estrategias de discurso propias del documental, la en ocasiones insufrible presencia del propio realizador ante la c¨¢mara (estamos ante el m¨¢ximo ejemplo de "egodocumental", esa vertiente de la afirmaci¨®n del Yo a partir de la personalizaci¨®n extrema del discurso cinematogr¨¢fico; y tan extrema resulta, en el caso de Moore, que los problemas del filme comienzan y acaban en ¨¦l mismo), pero tambi¨¦n con su impresionante eficacia como demoledor discurso contra un adversario poderoso que no es otro que el propio Bush, Fahrenheit 9/11 presenta algunos grandes logros, pero tambi¨¦n no pocos problemas para cualquier espectador con un m¨ªnimo sentido c¨ªvico.
FAHRENHEIT 9/11
Director: Michael Moore. G¨¦nero: documental. EE UU, 2004. Duraci¨®n: 123 minutos.
Porque si bien es cierto que la manipulaci¨®n -de la imagen, del sentido, del sonido- es una de las m¨¢s aquilatadas conquistas del documental de montaje, y ¨¦ste lo es m¨¢s que ninguna otra cosa, no es menos cierto que los l¨ªmites ¨¦ticos para tal manipulaci¨®n existen y deben ser respetados, so pena de invalidar la denuncia. Y justo ah¨ª es donde surgen las dudas. Porque est¨¢ claro que, aunque su intenci¨®n no sea otra que convertirse en un instrumento de denuncia que se haga o¨ªr por encima del conformista tono general de los grandes medios, no lo es menos que Moore no parece confiar demasiado en la capacidad de sus compatriotas para entender su discurso.
De ah¨ª el tono, en ocasiones groseramente manipulador, como por ejemplo, en la peculiar secuencia que establece entre los atentados del 11-S y la repatriaci¨®n de saud¨ªes importantes, entre ellos varios miembros de la familia Bin Laden, para mejor subrayar lo que ya hab¨ªa sido dicho, y con mucho ¨¦nfasis, hasta entonces: que los Bin Laden ten¨ªan negocios privilegiados con la rapaz camarilla de allegados y sostenedores del propio presidente Bush. O el discutible racismo que se filtra por su discurso cuando se mofa de los pa¨ªses que forman la coalici¨®n por su escaso peso estrat¨¦gico internacional. O el ocultamiento de que otros pa¨ªses, estos s¨ª mucho m¨¢s importantes, como Gran Breta?a, Polonia o Italia, estaban formalmente en la misma coalici¨®n aportando sus tropas.
Pero m¨¢s all¨¢ de eso, no cabe duda de que si se ha de juzgar la eficacia del filme por la contundencia de su denuncia, ¨¦sta es sencillamente impresionante, y sorprender¨¢ sobre todo a quien, al menos en Espa?a, no haya seguido muy de cerca los avatares de la guerra de Irak y de la lucha pretendidamente global contra Al Qaeda. Porque Moore no hace otra cosa que poner, en ocasiones en negro sobre blanco, como en la secuencia del ubicuo expediente militar del presidente, y en impactantes im¨¢genes h¨¢bilmente manipuladas, un discurso que, en l¨ªneas generales, resulta ya conocido, aunque as¨ª ordenado, desenmascara para siempre las debilidades de Bush y sus compinches.
Y al mismo tiempo, refuerza algunos de los procedimientos que Moore puso en pr¨¢ctica desde su primer documental importante, Roger & me: la persecuci¨®n del (o de los) personaje p¨²blico al que busca desenmascarar; el recordatorio de que en una sociedad de clases siempre hay alguien que se aprovecha de la debilidad econ¨®mica de los desfavorecidos, las verdaderas v¨ªctimas de todas las guerras; la personalizaci¨®n del discurso en individuos an¨®nimos, para reforzar la identificaci¨®n del espectador, como en la serie de secuencias que protagoniza esa mujer, primero ardiente patriota, luego desenga?ada madre de un marine muerto en Irak, que resulta impresionantemente efectiva. Astuta, valiente y atrevida, pero tambi¨¦n vulgarmente manipuladora, la pel¨ªcula quedar¨¢ para la historia del cine m¨¢s como un ejemplo sociol¨®gico de impacto medi¨¢tico que como un documental riguroso, adulto y equilibrado.
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