Un paso atr¨¢s
El mensaje pol¨ªtico que transmite la nueva legislaci¨®n de horarios comerciales es claramente regresivo. En la pugna suscitada entre los departamentos de Econom¨ªa, partidario de mantener al menos el l¨ªmite m¨ªnimo de apertura comercial de 12 festivos al a?o, e Industria, promotor de la idea de rebajar ese l¨ªmite m¨ªnimo a 8 festivos anuales, ha triunfado finalmente la proposici¨®n m¨¢s restrictiva, apoyada quiz¨¢ por el hecho incontrovertible de que tal recorte est¨¢ grabado en el programa electoral del PSOE. La lectura pol¨ªtica evidente es que la tesis del ministro Montilla se ha impuesto a los intentos del vicepresidente Solbes por frenar este retroceso en la liberalizaci¨®n comercial. Pocas dudas caben de que la mayor¨ªa de las comunidades aut¨®nomas utilizar¨¢n el nuevo proyecto de ley para restringir a¨²n m¨¢s la apertura en festivos.
No hay demasiado misterio en esta querencia pol¨ªticaa por la restricci¨®n de horarios. Los Gobiernos auton¨®micos saben que en los peque?os comercios hay un dep¨®sito de votos que hay que cuidar. La forma m¨¢s f¨¢cil de mimar ese voto es imponer horarios m¨¢s restrictivos que impidan a los supermercados y grandes superficies comerciales abrir en d¨ªas festivos, una pr¨¢ctica que exige una capacidad econ¨®mica y laboral con la que los peque?os comerciantes no pueden competir. Se llega as¨ª al sinsentido de impedir que los super e hipermercados abran los domingos con la excusa de "proteger al peque?o comercio". En lugar de articular pol¨ªticas de apoyo directo a los peque?os comerciantes para que acrecienten su competitividad, una l¨ªnea de actuaci¨®n que podr¨ªa defenderse con argumentos econ¨®micos y sociales, se opta por algo tan indefendible como cercenar la capacidad comercial de las grandes superficies y, por lo tanto, recortar capacidad de generaci¨®n de riqueza y empleo.
Esta pol¨ªtica dislocada de proteccionismo no tiene en cuenta los intereses de los ciudadanos, que han mostrado claramente sus preferencias por las grandes superficies. Tampoco ha evitado la desaparici¨®n de los comercios tradicionales que contribu¨ªan a cohesionar la vida social en los barrios. M¨¢s bien ha favorecido la aparici¨®n de redes de tiendas mal servidas, con deficientes condiciones sanitarias y precios desorbitados, que, en este caso s¨ª, est¨¢n arruinando a gran velocidad los comercios tradicionales. El Gobierno ha dado un paso atr¨¢s con el nuevo proyecto de ley; pero, sobre todo, ha perdido una gran oportunidad para defender la liberalizaci¨®n y aprobar una legislaci¨®n que proteja de verdad al peque?o comercio.
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