Sobre la homosexualidad
Para el mundo de la raz¨®n, la elecci¨®n de una persona homosexual como miembro de la comisi¨®n ejecutiva de un partido democr¨¢tico en un pa¨ªs moderno es motivo de contento. De celebraci¨®n tambi¨¦n, por id¨¦nticos motivos, es la designaci¨®n reciente para el puesto de Defensor del Pueblo del Pa¨ªs Vasco de un ciudadano de esa comunidad aut¨®noma, que p¨²blica y valientemente ha expresado su condici¨®n de homosexual. Solamente desde la m¨¢s profunda ignorancia cient¨ªfica, solamente desde el desconocimiento m¨¢s elemental de la biolog¨ªa humana, solamente desde la pobreza intelectual m¨¢s pedestre, es posible denostar, marginar, despreciar, no admitir, en fin, como iguales, a quienes, por razones tan biol¨®gicamente naturales como las que explican la heterosexualidad, tienen inclinaciones sexuales diferentes a las nuestras.
Sepan los detractores de la homosexualidad que esta condici¨®n tiene un sustrato cerebral que la moderna ciencia ha puesto de manifiesto fehacientemente con el mismo rigor que nos ha ense?ado acerca de los determinantes biol¨®gicos que nos configuran como hombres o mujeres heterosexuales. La condici¨®n homosexual es una m¨¢s de entre las muchas y variadas manifestaciones del ser individual. Su rechazo otorga categor¨ªa de analfabeto a quien rechaza.
Lean esos detractores la abundante literatura cient¨ªfica al respecto. Lean tambi¨¦n otras literaturas. Observen el mundo, apreh¨¦ndanlo, apr¨¦ndanlo. Piensen, en fin. Resulta sorprendente y penoso que, a estas alturas de nuestra moderna civilizaci¨®n, haya todav¨ªa que argumentar lo obvio, incluso en c¨ªrculos supuestamente cultos. ?Qu¨¦ somos todos, finalmente, sino productos del azar de la naturaleza? ?Qui¨¦n m¨ªnimamente ilustrado puede negar tal evidencia? El rechazo de la homosexualidad no es menos ignominioso que el rechazo de cualquier otra condici¨®n de nuestra variada biolog¨ªa, explicable, y s¨®lo a duras penas, en el b¨¢rbaro mundo de la ignorancia. Cosa bien distinta es el mayor o menor acuerdo con la est¨¦tica que algunos colectivos (peque?os) de homosexuales exhiben en sus reivindicaciones p¨²blicas, por lo dem¨¢s muy parecidas a otras est¨¦ticas de los heterosexuales, por fortuna tampoco demasiado abundantes.
El buen gusto no est¨¢ ligado a la inclinaci¨®n sexual, sino a factores otros que nada tienen que ver con lo que aqu¨ª ha querido comentarse. Pero ¨¦sa ya es otra historia.
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