Un gran Rinc¨®n
La historia de la corrida se escribi¨® en el cuarto de la tarde. Sin ser borrones todo lo dem¨¢s, el antes y el despu¨¦s de ese toro acab¨® por no contar. Ese segundo toro de Rinc¨®n, serio, con poca fijeza en varas, tuvo un derroche de bravura en la muleta. Y el mejor Rinc¨®n en la arena. Un inteligente inicio por alto y el remate de trincherilla anunciaron faena grande. Grande fue la faena. Sobre esa famosa distancia de patente propia, hizo lucir al toro. Cogido siempre el de Zalduendo de largo, cada serie con la derecha recalificaba la anterior. Con la muleta en la zurda, Rinc¨®n acab¨® de entregarse. Posiblemente la mejor faena de la feria.
Santo animal el primero de la tarde. Una suma de bondades y mucha calidad por el pit¨®n izquierdo. Tambi¨¦n poca emoci¨®n. La entrega que no tuvo en banderillas, muy distra¨ªdo, la guard¨® para la muleta. Apenas probado, Rinc¨®n lo tom¨® por el lado bueno. Faena de m¨¢s a menos. Perdi¨® colocaci¨®n a veces y esa labor se perdi¨® algo. En todo caso, obra sin acabar de modelar.
Zalduendo / Rinc¨®n, Tejela, Manzanares
Toros de Zalduendo, justos los tres primeros, correctos los dem¨¢s; con poca fuerza y sin emoci¨®n, excepto el 4?, que fue muy serio y bravo; cumplidores en varas, salvo el 6?, que manse¨®. C¨¦sar Rinc¨®n: entera baja y tendida (oreja); entera (dos orejas). Mat¨ªas Tejela: media baja -aviso- (vuelta al ruedo); pinchazo (silencio). Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: pinchazo y entera (oreja con escasa petici¨®n y algunas protestas); entera (palmas). Plaza de Valencia, 23 de julio. 7? de feria. M¨¢s de media entrada.
El segundo, otra bondad infinita. C¨®modo Mat¨ªas Tejela, aplic¨® numerosa cantidad de pases. Uno tras otro, con poco hilv¨¢n. Algunos m¨¢s limpios, que no templados, la mayor¨ªa, desairados. Todos como un producto comercial de factura econ¨®mica. M¨¢s cantidad que calidad, donde hasta los enganchones eran vitoreados.
La faena de Manzanares al tercero quiso ser un monumento al natural. Sueltos, sin coser la mayor¨ªa de las veces, atac¨® con la izquierda y los muletazos quedaron dibujados en tono discontinuo. El celo del bravo animal le hizo perder al torero colocaci¨®n, a veces hasta casi el equilibrio. Apunt¨® alto la faena y dispar¨® bajo. Incluso pareci¨® que a Manzanares se le escapaba entre las manos algo que pudo ser y no fue. El toro tambi¨¦n se arrastr¨® a medio torear. Ni Tejela ni Manzanares en sus segundos toros aportaron nada. El primero abrevi¨® cuando se le ech¨® el de Zalduendo a mitad de faena. El de Alicante no se encontr¨®.
Babelia
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