Suiza, un verano de monta?as y lagos
Recorrido por el pa¨ªs alpino a trav¨¦s de sus ciudades y su naturaleza en estado puro
Cuando piensa en Suiza, acuden a la mente del viajero coloridas im¨¢genes de valles y monta?as, de chocolates, relojes y bancos dominados por la ley del silencio. El silencio es, de alg¨²n modo, una se?a de identidad del pa¨ªs helv¨¦tico. El silencio de un territorio que es toda una reserva natural en la que predominan los colores tranquilos de sus campos, de sus r¨ªos y lagos, y la serenidad de sus cumbres nevadas. O el silencio de la neutralidad, que ha mantenido a Suiza a resguardo de dos guerras mundiales y que tambi¨¦n la ha enriquecido con dinero procedente del resto del mundo (no siempre tan limpio como el aire que circula por sus imponentes macizos rocosos); o el de sus apacibles pueblecitos, que conviven los unos al lado de los otros sin apenas molestarse, decidiendo en sus asuntos y sin ganas de inmiscuirse en los del resto de la Confederaci¨®n, por no hablar de los del resto del universo, como si Suiza estuviera formada por una multitud de diminutos reinos de taifa que hubieran llegado a un pacto de no injerencia en asuntos exteriores, entendiendo por exteriores cualquier cosa que ocurra o transcurra fuera del territorio municipal de cada uno de ellos. Aunque, sobre todo, Suiza sea un pa¨ªs en el que la naturaleza despliega toda su exquisitez, aderezada por la huella armoniosa de una arquitectura que suaviza como pocas los afilados ¨¢ngulos de la historia humana.
Tambi¨¦n es posible vislumbrar, entre las mansiones ginebrinas que miran elegantemente hacia el lago, aquella en la que Mary Shelley escribi¨®, en compa?¨ªa de lord Byron, de Polidori y de su marido, la novela 'Frankenstein' a la edad de 19 a?os
Lucerna se encuentra situada en el coraz¨®n de Suiza y en el de muchos de sus visitantes, desde Tolst¨®i -para quien la belleza de su cielo serv¨ªa de inspiraci¨®n- hasta tantos mel¨®manos que asisten a su c¨¦lebre festival de m¨²sica
Si se desea recorrer el pa¨ªs entero lo recomendable es comenzar por Ginebra, la puerta de Suiza por excelencia, y despu¨¦s seguir un orden l¨®gico en el recorrido. Primero, Lausana, y las preciosas riberas del lago Leman, y despu¨¦s, algunas alternativas: encaminarse a Berna, la capital, por Friburgo; dirigirse al norte, por Neuch?tel y el pa¨ªs del Jura hasta llegar a Basilea, o bien enfilar hacia el sur, hasta un extremo del lago Leman, aprovechando, si es posible, para visitar Coppet y su espl¨¦ndido castillo, o la deliciosa Annecy, ya en Francia. Lo m¨¢s pr¨¢ctico es dirigirse a Basilea, Berna y despu¨¦s Interlaken (donde disfrutar de los paisajes monta?osos m¨¢s espectaculares y t¨ªpicos de Suiza), y a continuaci¨®n viajar hacia Lucerna y Z¨²rich (el centro neur¨¢lgico del dinero suizo), desde donde el viajero puede ir hacia el norte para extasiarse con las cataratas del Rin (grandiosas al inicio del verano, cuando la nieve empieza a fundirse: el Rin alcanza 137 metros de anchura en ese punto) y San Gall (Liechtenstein y el lago Constanza se encuentran cerca). M¨¢s tarde se puede viajar hacia el sur, hacia Coira, la regi¨®n de los Grisones, Saint Moritz y el cant¨®n del Tesino, de habla italiana, con las bell¨ªsimas Lugano y Locarno rodeadas de espl¨¦ndidas monta?as y lagos rabiosamente azules. Finalmente se puede volver hacia el norte, a Andermatt, el valle del R¨®dano, Brig y Sion, para regresar a Ginebra, el punto de partida y final del viaje.
Ginebra
Llegados a Ginebra es casi imprescindible dar una vuelta por el lago Leman: los barcos zarpan de los embarcaderos del Quai de Mont-Blanc, cerca del Gran Casino, y desde ellos se puede disfrutar de unas vistas privilegiadas, incluido el Jet d'Eau, s¨ªmbolo de la ciudad, un enorme chorro de agua impulsado por bombas gigantes que lanzan un g¨¦iser artificial hacia el cielo que llega a alcanzar hasta 145 metros de altura. Tan potente que, en los d¨ªas de viento, se apagan los motores para que no empape los edificios vecinos. Tambi¨¦n es posible vislumbrar, entre las mansiones ginebrinas que miran elegantemente hacia el lago, aquella en la que Mary Shelley escribi¨®, en compa?¨ªa de lord Byron, de Polidori y de su marido, la novela Frankenstein a la edad de 19 a?os. En los d¨ªas de invierno es f¨¢cil imaginar al monstruo, producto de la imaginaci¨®n de la adolescente Mary, pisando las orillas del Leman y encamin¨¢ndose al encuentro del amor, de la necesidad y de la fatalidad, pero sobre todo de su destino. Aunque Ginebra es mucho m¨¢s que las aguas plateadas o brumosas del lago Leman: es sin duda la urbe m¨¢s abierta e internacional de Suiza, multitud de lenguas se hablan por sus calles medievales, y pueden degustarse mil sabores en sus restaurantes de tantas nacionalidades como razas conviven en la ciudad. Llena de embarcaderos, puentes y barrios monumentales, Ginebra conserva la impronta de su pasado en cada rinc¨®n, desde la Promenade des Bastions, y su Muro de los Reformadores, al casco antiguo o la Place de Bel-Air; de la iglesia de St. Germain al H?tel de Ville; de la casa Travel a la Place du Perron o la Cath¨¦drale Saint Pierre, coraz¨®n esta ¨²ltima de los asuntos espirituales de la ciudad, desde la que Calvino dirigi¨® durante 25 a?os los destinos de sus feligreses con mano -con mano, y con todo lo dem¨¢s- de hierro y fuego.
Berna
Situada en la Suiza alemana, Berna es la capital de la Confederaci¨®n. Se levanta sobre las cenizas de un terrible incendio que destruy¨® la mayor¨ªa de sus casas de madera en 1405. Sus habitantes las reconstruyeron en piedra arenisca sobre los cimientos de los edificios devastados, y ahora forman el casco antiguo. Berna es una ciudad de fuentes, de soportales, de s¨®tanos, de pasadizos y de puentes que franquean el paso de un lado a otro del r¨ªo Aare, un intr¨¦pido caudal de aguas de un verde azulado cuyo discurrir alegre y turbulento contempl¨® Albert Einstein -quiz¨¢ mientras reflexionaba sobre su teor¨ªa de la relatividad, en el curso 1908-1909, cuando fue profesor de la vieja y prestigiosa Universidad local y se encontr¨® con que s¨®lo ten¨ªa cuatro alumnos que atender-; la iglesia del Esp¨ªritu Santo, la torre de la Prisi¨®n, la torre del Reloj, Kornhausplatz, M¨¹nsterplatz y Marktgasse son algunos de sus rincones m¨¢s emblem¨¢ticos, adem¨¢s de la fosa de los Osos (el oso es el s¨ªmbolo de Berna), al lado del jard¨ªn de las Rosas, desde el que se puede admirar una vista muy hermosa del oeste de la ciudad.
Basilea
En Basilea, el Rin se hace navegable y abre una v¨ªa hacia el mar. La ciudad portuaria fluvial por excelencia de Suiza se encuentra entre Francia y Alemania, lugar privilegiado de viejas rutas comerciales, arrebujado entre las monta?as del Jura y la Selva Negra. Basilea es la ciudad de Erasmo de Rotterdam, con una larga y brillante tradici¨®n, tanto cultural (Nietzsche fue profesor de Filolog¨ªa Cl¨¢sica en su vieja y prestigiosa Universidad), como de acogimiento de intelectuales y artistas. La ciudad se extiende a lo largo de las dos orillas del Rin, que puede cruzarse a trav¨¦s de varios puentes, el m¨¢s antiguo de ellos construido en el siglo XIII. La Gran Basilea, el centro residencial, el casco antiguo y los barrios comerciales est¨¢n a la izquierda, y a la derecha, en la Peque?a Basilea, se encuentran instaladas la mayor¨ªa de las industrias qu¨ªmicas y farmac¨¦uticas que son motores imprescindibles, de su econom¨ªa. Una vez aqu¨ª se puede aprovechar para visitar la Selva Negra, la famosa Schwarzwald, de nombre enigm¨¢tico y sugerente, al otro lado de la frontera con Alemania, y disfrutar del paisaje haciendo un peque?o viaje de ida y vuelta en tren, en el mismo d¨ªa. Basilea es viva, culta, abierta y tolerante porque goza de un continuo tr¨¢fico de ideas y de personas, propio de las ciudades fronterizas, y sabe aprovecharlo. Y es que su situaci¨®n geogr¨¢fica es excepcional: desde su puerto se pueden contemplar tres pa¨ªses a la vez, Suiza, Francia y Alemania, y Basilea no ignora a ninguno de ellos, ni al resto del mundo. Tambi¨¦n es una ciudad de museos y de galer¨ªas de arte, de festivales, marchantes y exposiciones nacionales e internacionales de arte. El Historisches Museum, Kuntshalle, Kunstmuseum, el Museo Etnol¨®gico y el de Historia Natural son s¨®lo algunos de sus interesant¨ªsimos museos. Una buena idea es acercarse a la Fundaci¨®n Beyeler, en Riehen, un pueblecito muy cerca de Basilea donde ahora mismo hay, entre otras, una exposici¨®n temporal de pinturas de Mir¨®. El edificio del museo es una obra muy lograda de Renzo Piano, todo un modelo de arquitectura muse¨ªstica. Una excursi¨®n ideal es ver la colecci¨®n y quedarse a comer en el restaurante anexo al museo. Otra opci¨®n interesante puede ser cruzar la frontera alemana y visitar el Museo Vitra, en Weil am Rhein, dedicado al mobiliario contempor¨¢neo, sobre todo a las sillas, que ofrece exposiciones en un magn¨ªfico edificio de Frank Gehry. En el complejo fabril hay tambi¨¦n edificios firmados por Zaha Hadid, ?lvaro Siza, Nicholas Grimshaw y Tadao Ando, todo un lujo que sin duda disfrutar¨¢n los aficionados a la arquitectura contempor¨¢nea.
Z¨²rich
Y si Basilea fue conocida como la Atenas suiza, y sigue siendo hoy d¨ªa un centro art¨ªstico y humanista de los m¨¢s activos de Europa, Z¨²rich es sin duda la hucha de la Confederaci¨®n. El dinero circula por sus calles como un paseante m¨¢s. Bancos y tiendas de lujo, sin embargo, no desmerecen la belleza urbana de la ciudad, que se extiende en una cuenca arropada entre colinas, en el lugar donde el r¨ªo Limmat se escapa del lago y el r¨ªo Sihl desemboca. El centro de Z¨²rich se encuentra en la encrucijada de estos dos r¨ªos, y logra domarlos con su atractivo paisaje urbano, a la manera de una pen¨ªnsula que se aventurara hacia un delicado mar de agua dulce.
Lucerna
La ciudad se encuentra situada en el coraz¨®n de Suiza, y en el de muchos de sus visitantes, desde Tolst¨®i, para el que la belleza de su cielo serv¨ªa de inspiraci¨®n, al de tantos mel¨®manos que asisten a su c¨¦lebre festival de m¨²sica cada agosto. Fue un pueblo de pescadores al que acudieron unos monjes alsacianos en el siglo VIII, impulsando a partir de entonces la actividad comercial alrededor de su monasterio benedictino. Junto al lago de los Cuatro Cantones, el quinto m¨¢s grande de Suiza, Lucerna est¨¢ dividida en dos por el r¨ªo Reuss, que es navegable, y rodeada de altas monta?as (el B¨¹rgenstock y el Pilatus, de 1.128 y 2.129 metros de altura), ofreciendo un paisaje tan encantador que parece salido de cuento de hadas. Ninguno de sus rincones y monumentos tiene desperdicio, pero merece la pena destacar la escultura de Lukas Ahorn de un le¨®n moribundo esculpido en roca viva, instalada en el L?wendenkmal, un jardincito delicioso, porque Mark Twain lo defini¨® como "el m¨¢s triste y conmovedor trozo de roca del mundo".
Interlaken
Si se viaja desde Berna hasta Lucerna es recomendable visitar de paso Thun, en la orilla noroeste del lago del mismo nombre, para poder ver el nacimiento del r¨ªo Aare, de una belleza tan turbadora que se dir¨ªa perfecta; tambi¨¦n Spiez, Kandersteg y Gstaad, este ¨²ltimo rodeado de glaciares y bosques, y destino favorito para las vacaciones de los miembros de la realeza y la jet-set europeas. Luego, ya en Interlaken -un pueblo que, como su nombre indica, est¨¢ situado entre lagos, el Thun y el Brienz-, es ineludible la ascensi¨®n a su famoso pico Jungfrau (la Joven Doncella), al que se accede mediante un trenecito que se dir¨ªa de juguete, pero que permite admirar las t¨ªpicas postales suizas desde sus ventanillas de colores.
Los Alpes
A pesar de que la imagen de Suiza va irremediablemente asociada a la de los Alpes, el Mont-Blanc, la cima m¨¢s alta, se encuentra fuera de sus fronteras, en territorio franc¨¦s, y Meg¨¨ve -una peque?a joya incrustada en el centro de los Alpes, en la Saboya francesa- es precisamente el lugar desde donde mejor se mira cara a cara su orgullosa cumbre. All¨ª se respira un aire tan limpio y transparente que al reci¨¦n llegado le puede llegar a doler el pecho. Meg¨¨ve es un precioso rinc¨®n del mundo que a veces resulta casi irreal: los colores son m¨¢s profundos e intensos que en cualquier otro lugar, y, en verano, el blanco de la nieve de las monta?as contrasta tanto con el verde de los campos, el azul turquesa del cielo y el rojo de los geranios de los balcones, que parece que la ciudad vive dentro de una pel¨ªcula en tecnicolor en la que la vida es perfecta porque todo brilla y resplandece, y nada sucede.
Situada a una hora en coche del aeropuerto de Ginebra, Meg¨¨ve es, sobre todo, una magn¨ªfica estaci¨®n de esqu¨ª. Tambi¨¦n un refugio de monta?a veraniego, justo cuando no hay hielo en las calles, sino en los picachos nevados que se levantan como gigantescas sombras blancas alrededor de las casitas derramadas por el valle.
La descubrieron los Rothschild, que, como casi toda la gente que posee desde hace generaciones el gen del dinero, tienen cierto olfato para las cosas hermosas. Ellos inventaron aqu¨ª el turismo haut de gamme, aunque no hay que ser multimillonarios para poder visitarla. Este pueblecito presume, adem¨¢s de un entorno de ensue?o, de 179 pistas de esqu¨ª (31 verdes, 51 azules, 70 rojas y 27 negras), y conoce los secretos m¨¢s ¨ªntimos del arte de vivir bien.
Muchas personalidades del mundo se refugian all¨ª de cuando en cuando porque nadie las acosa ni importuna. Parece como si la naturaleza que rodea a Meg¨¨ve impresionara tanto que cualquier ser humano, por importante que sea, no dejara de resultar insignificante frente a los riscos nevados, las desoladas cumbres y el aire claro que la envuelve. A lo largo de 420 kil¨®metros de pistas de distintos niveles, los amantes de la nieve pueden esquiar bajo el imponente Mont-Blanc y descansar m¨¢s tarde disfrutando de la rica oferta gastron¨®mica de Meg¨¨ve, que cuenta entre sus cocineros con un pu?ado de los favoritos de la Gu¨ªa Michelin.
Hasta hace poco, para muchos, Meg¨¨ve era sin¨®nimo de lugar demasiado chic, latino y parisiense (ep¨ªtetos desde?osos todos ellos, ciertamente); hoy d¨ªa, la estaci¨®n est¨¢ cambiando esa imagen algo decadente y experimentando una r¨¢pida renovaci¨®n y desarrollo de sus equipamientos: nuevos telef¨¦ricos, telesillas, animaciones culturales, ca?ones de nieve (existen 252 que pueden cubrir una superficie de 85 hect¨¢reas, aunque hace a?os que su uso no es necesario), se?alizaci¨®n de pistas, nuevas pistas, tiendas, restaurantes exquisitos... No s¨®lo los Rothschild y sus hoteles de alto nivel tienen cabida en la nueva Meg¨¨ve: la estaci¨®n alberga cada vez m¨¢s a gente de todo el mundo que acude aqu¨ª atra¨ªda por su dinamismo y su singular oferta de acontecimientos mundanos y, por supuesto, deportivos (esqu¨ª de fondo, sky pro, sky cross, big air..., etc¨¦tera). Todo ello bajo el silencio ensordecedor del Mont-Blanc, de su efigie magn¨ªfica de coloso inmutable.
?ngela Vallvey (Ciudad Real, 1964) gan¨® el Premio Nadal 2002 con Los estados carenciales, y es autora, entre otros, de A la caza del ¨²ltimo hombre salvaje y No lo llames amor.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos
- Prefijo: 0041 (a los prefijos regionales hay que anteponerles un 0 si se llama desde otra regi¨®n de Suiza). Poblaci¨®n: Suiza tiene 7,3 millones de habitantes. Moneda: franco suizo (0,65 euros).
C¨®mo ir y moverse
- Swiss (www.swiss.com y 901 116 712) vuela a Z¨²rich, Ginebra y Basilea desde varios aeropuertos espa?oles. Por ejemplo, ida y vuelta de Madrid a Z¨²rich, a partir de 132 euros m¨¢s tasas, comprando 30 d¨ªas antes.
- Iberia (www.iberia.com; 902 400 500) vuela a Z¨²rich, Ginebra y Basilea desde varios aeropuertos. En la web, ofertas, como ida y vuelta de Madrid a Z¨²rich o Ginebra, desde 132 euros m¨¢s tasas (comprando 30 d¨ªas antes).
- Helvetic (www.helvetic.com; 914 53 42 71) une Z¨²rich con Madrid, Valencia, Palma, Alicante y M¨¢laga. Cada trayecto, 99 m¨¢s 25 de tasas.
- Easyjet (www.easyjet.com; 902 29 99 92) vuela entre Ginebra y Barcelona; precios seg¨²n disponibilidad; en agosto, desde 40,49 m¨¢s tasas un trayecto (muchos d¨ªas, desde 76,49 o 96,49), y desde 20 euros m¨¢s tasas la vuelta.
A partir del 10 de septiembre vuela tambi¨¦n entre Ginebra y Madrid.
- Swiss Pass, bono de transporte p¨²blico (trenes, tranv¨ªas, barcos, autobuses) para 8, 15, 22 d¨ªas o un mes. Para clase turista cuesta entre 156,57 y 342,50 euros. Ni?os (de 6 a 16 a?os) que acompa?en a sus padres viajan gratis; si viajan solos, el billete cuesta la mitad del de un adulto.
- Trenes suizos SBB: www.sbb.ch.
Dormir
- Swiss Budget Hotel (www.rooms.ch; 848 805 508), central de reservas para hoteles a buen precio.
- Bed and breakfast (www.bnb.ch).
- Turismo de Suiza ofrece en su web (www.myswitzerland.com) enlaces a todo tipo de alojamientos: refugios alpinos, casas rurales, hoteles...
Comer
BASILEA
- Brasserie au Violon (61-269 87 11). Im Lohnhof, 4. Basilea. De 30 a 45 euros. Pertenece a un hotel. La doble, 80.
- Eo Ipso (61-333 14 90). Dornacherstr., 192. Basilea. Platos principales, desde 10 hasta 30 euros. Con dise?o industrial, tambi¨¦n es bar y lounge.
- Krafft am Rhein (61-690 91 30). Rheingasse, 12. Basilea. Terraza a orillas del r¨ªo. De 15 a 30 euros. Men¨² de cena, 33 euros. Tambi¨¦n es hotel; la doble, desde 170 euros.
GINEBRA
- Caf¨¦ de l'H?tel de Ville (22-311 70 30). 39 Grand Rue. Ginebra. Brasserie con terraza en el casco antiguo. De 25 a 30.
- Le Soup?on (22-318 37 37). 8 Place Bourg de Four. Ginebra. De moda, con bar y terraza. Entre 30 y 45 euros.
- Cave Valaisanne (22-328 12 36). 23, Boulevard Georges-Favon. Ginebra. Tradicional. Fondue, unos 15 euros por persona, m¨¢s bebidas.
Z?RICH
- Terrasse (1-251 10 74). Limmatquai, 3. Z¨²rich. Restaurante, bar, terraza y caf¨¦ fashion. A partir de unos 30 euros. Est¨¢ justo enfrente del famoso bar-caf¨¦ Odeon (con terraza de verano).
- Zeughauskeller (1-211 26 90). Bahnhofstrasse, 28. Taberna t¨ªpica, comida popular. Entre 15 y 30 euros.
Museos
- Fundaci¨®n Beyeler (61-645 97 00). Baselstrasse, 101. Riehen (Basilea). Entrada, 11,75 euros.
Hasta el 5 de septiembre, adem¨¢s de la colecci¨®n, exposici¨®n temporal Calder/Mir¨®.
- Vitra Design Museum (0049 7621 702 32 00;
www.design-museum.de). Charles-Eames-Str., 1. Weil am Rhein (Alemania). Entrada, 5,50 euros.
- Kunsthaus Z¨¹rich (1-44 253 84 84). Heimplatz, 1. Z¨²rich.
Entrada, 9,14.
- Colecci¨®n Rosengart Luzern (41-220 16 60; www.rosengart.ch). Pilatusstrasse, 10. Lucerna. 9,78 euros.
- Fundaci¨®n Gianadda (27-722 39 78; www.gianadda.ch). Rue du Forum, 59. Martigny (cerca de Ginebra). 10 euros.
- Fondaci¨®n L'Hermitage (21 312 50 13; www.fondation-he
rmitage.ch). Route du Signal, 2. Lausanne. 9,78 euros.
Informaci¨®n
- Turismo de Suiza en Espa?a (934 14 58
74; www.myswitzerland.com).
- Oficinas de turismo: en Lucerna (41-227 17 17; www.luzern.org), Berna (31-328 12 28; www.berne.ch), Interlaken (33 826 53 00; www.interlakentourism.ch),
Basilea (61-268 68 68; www.baseltourismus.ch), Ginebra (www.geneva-tourism.ch; 22-909 70 00) y Z¨²rich (1-215 40 00; www.zuerich.com).
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