Fischer, o las dos caras de un genio
Larry Graham estaba muy excitado aquella ma?ana primaveral de 1991 en un hotel cercano al aeropuerto de Francfort. Iba a comer en secreto con su ¨ªdolo, Bobby Fischer, desaparecido de la vida p¨²blica durante 19 a?os. Ese d¨ªa, Graham conoci¨® a un ser de inteligencia excepcional, pero tambi¨¦n se asom¨® al lado oscuro y s¨®rdido del ajedrecista m¨¢s carism¨¢tico de la historia. Hoy, a los 61 a?os, Fischer, detenido en el aeropuerto de Tokio, pide asilo en un tercer pa¨ªs para librarse de 10 a?os de c¨¢rcel en Estados Unidos por escupir en 1992 sobre un documento del Gobierno.
"?Bobby Fischer es el nuevo campe¨®n del mundo de ajedrez!". Las radios y televisiones estadounidenses interrumpieron su programaci¨®n el 1 de septiembre de 1972, mientras Fischer se reclu¨ªa en su hotel de Reikiavik (Islandia) tras destronar al sovi¨¦tico Bor¨ªs Spasski. Horas despu¨¦s, el presidente Richard Nixon le envi¨® un emotivo telegrama. Los tableros y libros de ajedrez estaban pr¨¢cticamente agotados en los cinco continentes porque aquel duelo, en plena guerra fr¨ªa en la URSS y EE UU, hab¨ªa sido noticia de primera p¨¢gina durante dos meses.
A veces, Bobby Fischer exhibe una lucidez extraordinaria; otras, habla y se comporta igual que un ni?o. Y tambi¨¦n surge su paranoia
Millones de admiradores habr¨ªan preferido que desapareciese, como un mito viviente, y muchos dudan de que sea cierta la parte oscura de su vida
Los aficionados -como el citado Graham, que en 1972 ten¨ªa 16 a?os- llevaban tiempo pasmados por la deslumbrante valent¨ªa y creatividad que Fischer exhib¨ªa dentro y fuera del tablero. Era el combate de un hombre solo contra la poderosa maquinaria de la URSS, el pa¨ªs m¨¢s grande del mundo, donde el ajedrez era una pasi¨®n nacional. Campe¨®n absoluto de EE UU a los 14 a?os, cuando ya hab¨ªa abandonado el colegio, Fischer fue gran maestro (categor¨ªa comparable a cintur¨®n negro en yudo) a los 15. Tras barrer a sus rivales en el Torneo de Candidatos ante la estupefacci¨®n del Kremlin, todo estaba preparado en Reikiavik para que Fischer retase a Spasski en el verano de 1972. Pero el aspirante se neg¨® a jugar hasta que, tras la intervenci¨®n del secretario de Estado Henry Kissinger, el mecenas brit¨¢nico James Slater dobl¨® la bolsa con 125.000 d¨®lares.
Mal comienzo
Nervioso como nunca, Fischer perdi¨® la primera partida tras arriesgar en exceso, y la segunda, por incomparecencia, en protesta porque las c¨¢maras de televisi¨®n y el p¨²blico le molestaban. En otra sala sin p¨²blico y con las c¨¢maras camufladas, Fischer gan¨® la tercera y rompi¨® su bloqueo mental, lo que le permiti¨® proclamarse campe¨®n dos meses despu¨¦s y ser recibido en la Casa Blanca como un h¨¦roe, mientras a Spasski le trataban en Mosc¨² como a un traidor.
Ah¨ª empiezan sus 20 a?os de desaparici¨®n p¨²blica, trufada con incidentes significativos. Poco despu¨¦s de volver de Reikiavik rechaz¨® una sustanciosa oferta para anunciar un champ¨² porque le parec¨ªa malo. En 1975 renunci¨® a defender el t¨ªtulo ante el nuevo h¨¦roe sovi¨¦tico, Anatoli K¨¢rpov, proclamado campe¨®n sin jugar, por desavenencias t¨¦cnicas con la Federaci¨®n Internacional (FIDE), a pesar de que el presidente filipino Ferdinand Marcos ofreci¨® una bolsa de cinco millones de d¨®lares. En 1976 se vio en secreto con K¨¢rpov en Madrid para negociar un duelo, pero no hubo acuerdo. En 1981 fue detenido, con aspecto de vagabundo, durante dos d¨ªas, por la polic¨ªa de Pasadena (California), que le confundi¨® con el atracador de un banco.
Y aqu¨ª empieza la inolvidable vivencia de Graham, quien desde 1986 env¨ªa cartas al estadounidense en las que no intenta enga?arle: "Soy periodista, pero antes fui ajedrecista semiprofesional gracias a usted, que me cautiv¨® con sus partidas en 1972, y tengo un gran deseo de conocerle". ?se es el resumen de aquellas misivas a lo largo de cinco a?os. Fischer necesita dinero, vive de la ayuda de sus pocos amigos, pero se muestra muy exigente y desconfiado en cuanto a ofertas para reaparecer. En 1991 surgen dos de empresarios espa?oles. Fischer, que no simpatiza con la prensa, pide a Graham que indague discretamente sobre la seriedad de ambas y sea testigo de las negociaciones, en Francfort y Los ?ngeles: todo ser¨¢ estrictamente confidencial, pero, si se cierra el trato, Graham tendr¨¢ una exclusiva mundial.
Fischer est¨¢ muy fr¨ªo y distante al inicio de la comida en Francfort. Para confirmar que Graham no miente y ha sido ajedrecista, saca de su chaqueta un tablero de bolsillo, coloca las piezas en una posici¨®n determinada y le pregunta a Graham cu¨¢l es la mejor jugada. El periodista tiene una suerte inmensa; conoce esa posici¨®n porque la estudi¨® a fondo en sus tiempos de jugador: "?sta es la partida Pomar-Fischer, La Habana, 1966".
M¨¢s que satisfecho, Fischer se vuelve muy amable y sincero. Graham ve que quienes atribuyen a Fischer un cociente de inteligencia superior al de Einstein no andan descaminados. Pero por la noche, mientras ambos pasean por la parte vieja de Francfort, Fischer vomita un lenguaje soez, no s¨®lo contra "los comunistas", por sus m¨²ltiples conflictos con los sovi¨¦ticos, sino tambi¨¦n contra las mujeres, los negros y, muy especialmente, los jud¨ªos, a pesar de que su madre era jud¨ªa. Esa noche, Graham comprende que Fischer es un enfermo mental: es imposible que una persona tan inteligente mantenga esas opiniones profundamente racistas y machistas, si no es por una enfermedad.
Esa impresi¨®n se confirma en Los ?ngeles, pocos meses despu¨¦s. A veces, Fischer exhibe una lucidez extraordinaria. Otras, habla y se comporta igual que un ni?o. Tambi¨¦n surge su paranoia: acusa al ajedrecista y disidente sovi¨¦tico V¨ªktor Korchn¨®i, que sufri¨® mucho, antes y despu¨¦s de escaparse de la URSS, de ser un esp¨ªa al servicio del Kremlin. Un d¨ªa, tras pasear unos diez kil¨®metros con Graham, le dice: "Ahora te pido que des media vuelta, con el fin de que no veas qu¨¦ autob¨²s voy a coger para volver a casa".
Fischer no reaparece hasta 1992, cuando acepta la oferta del mafioso yugoslavo Yezd¨ªmir Vas¨ªlievich para volver a enfrentarse a Spasski, en Sveti Stefan (Montenegro). Es all¨ª, en su primera conferencia de prensa en 20 a?os, cuando escupe sobre un documento del Departamento del Tesoro que le conmina a no violar el embargo contra Yugoslavia, debido a la guerra de Bosnia. Tras ganar de nuevo a Spasski, que ahora es franc¨¦s, y embolsarse unos 350 millones de pesetas, Fischer vuelve a desaparecer. Pero de vez en cuando da entrevistas pat¨¦ticas a la emisora filipina Bombo Radio, en las que justifica el holocausto nazi o el ataque terrorista contra las Torres Gemelas.
Paralelamente se van conociendo detalles ocultos de su vida, que ayudan a entender su mente atormentada de superdotado. Su madre, Regina Wender, de origen suizo, estudi¨® medicina en la URSS, hablaba ocho idiomas y fue diagnosticada de paranoia en 1943 en EE UU; divorciada, cambiando constantemente de trabajo y residencia, apenas pudo dedicar tiempo a la educaci¨®n de sus dos hijos, Bobby y Joana. Su padre legal, el alem¨¢n Gerhard Fischer, fue probablemente un esp¨ªa sovi¨¦tico que ya no estaba en casa cuando naci¨® Bobby, aunque accedi¨® a darle su apellido, y se refugi¨® despu¨¦s en Chile. Su padre biol¨®gico, Paul Nemenyi, fue un eminente cient¨ªfico h¨²ngaro que muri¨® cuando Bobby era muy peque?o.
Sin pasaporte
En diciembre de 2003, el Gobierno de EE UU cancel¨® el pasaporte de Fischer, lo que motiv¨® que fuera detenido por la polic¨ªa japonesa la semana pasada cuando intentaba volar a Filipinas, donde hace cuatro a?os tuvo una hija, cuya madre es mucho m¨¢s joven que Fischer. Ahora, 12 a?os despu¨¦s del delito, el Gobierno japon¨¦s, que no concedi¨® la extradici¨®n del ex presidente peruano Alberto Fujimori en 2001, decidir¨¢ si extradita a Fischer, quien podr¨ªa ser encarcelado hasta 10 a?os si se aplica estrictamente la ley de EE UU y no se considera su enfermedad como atenuante o eximente. Millones de admiradores hubieran preferido que Fischer desapareciese como un mito viviente, y muchos a¨²n dudan de que la parte oscura de su vida no sea una exageraci¨®n de la prensa.
Por desgracia, lo ¨²nico falso de todo lo aqu¨ª escrito es la identidad de Larry Graham, un seud¨®nimo del autor de estas l¨ªneas para no expresarse en primera persona.
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