Kerry intenta reforzar su campa?a con la promesa de un pa¨ªs m¨¢s seguro
La convenci¨®n dem¨®crata se dispone a cerrar filas hoy tras su candidato presidencial
El Partido Dem¨®crata de EE UU abre hoy su convenci¨®n en Boston -convertida en una fortaleza patrullada por cazas F-16- para lanzar a su candidato, John Kerry, a la recta final de las presidenciales del 2 de noviembre. Kerry tiene una dura tarea: darse a conocer, acercar su fr¨ªa imagen al hombre de la calle, definir sus posiciones y convencer a los norteamericanos de que ¨¦l, y no George W. Bush, puede hacer que el pa¨ªs sea m¨¢s seguro y m¨¢s fuerte. Hace un a?o, Kerry estaba fuera del mapa pol¨ªtico y parec¨ªa que el presidente era imbatible; ahora, el dem¨®crata tiene serias posibilidades de triunfo, y Bush corre el riesgo de seguir el camino paterno y ser un presidente de un solo mandato.
La convenci¨®n que arranca hoy en Boston, a la que los dem¨®cratas llegan con moral de victoria, es la primera que se celebra desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. A pesar de que han pasado casi tres a?os y de que se ha disipado en buena medida el clima que paraliz¨® durante meses el debate y la cr¨ªtica habituales en el Congreso y en los medios, la seguridad sigue siendo la primera preocupaci¨®n de los estadounidenses. Y aunque cada vez es mayor el porcentaje de los que creen que el desaguisado de Irak y el abandono de Afganist¨¢n han dado alas al terrorismo internacional, Bush todav¨ªa es visto como m¨¢s fiable, m¨¢s firme, en materia de seguridad. Consciente de ello, Kerry dice en una entrevista concedida a The New York Times en Denver que est¨¢ convencido de "ser capaz en los pr¨®ximos meses de campa?a de demostrar a los norteamericanos" que ¨¦l puede "hacer m¨¢s seguro y m¨¢s fuerte este pa¨ªs". Kerry trata de disipar la propaganda de la Casa Blanca -que le pinta como un chaquetero- y asegura que puede "llevar a cabo una guerra m¨¢s eficaz contra el terrorismo" y que traer¨¢ a los aliados "de nuevo a nuestro lado".
Boston es la gran ocasi¨®n para Kerry de romper con la barrera de hielo y de desconocimiento que le separa de buena parte de sus conciudadanos. A pesar de su triunfo en las primarias sobre un candidato tan colorista y popular como Howard Dean, a pesar de haber conseguido unir a un partido que hace un a?o y medio estaba por los suelos y con moral de derrota, y a pesar de haberse gastado 80 millones de d¨®lares en anuncios de televisi¨®n, Kerry sigue sin llegar a tocar el coraz¨®n de la gente. No enamora, no arrastra: su ¨¦xito procede m¨¢s de la furia contra Bush que de m¨¦ritos propios. Y el poderoso sentimiento anti-Bush es una condici¨®n necesaria, pero no suficiente, para que gane las elecciones.
Para no limitarse a lo negativo, la convenci¨®n tratar¨¢ de poner sordina a la fiebre contra el presidente -que ha sido determinante para la resurrecci¨®n del Partido Dem¨®crata- y proyectar, en cambio, un mensaje positivo basado en los elementos m¨¢s atractivos de la personalidad de Kerry: su heroico pasado en Vietnam, sus batallas parlamentarias, sus proyectos y, sobre todo, sus convicciones, lo que resulta m¨¢s esquivo para el gran p¨²blico. James Moll, cineasta amigo de Steven Spielberg, ha hecho el documental sobre Kerry que deber¨ªa conseguir humanizarle y ayudarle a entrar en las salas de estar de los norteamericanos.
Preparando este camino, y en la aproximaci¨®n a Boston, Kerry ha lanzado mensajes similares desde Colorado, desde Iowa, desde Florida: mensajes "de esperanza y optimismo" en los que se anuncia como "defensor de las clases medias, de los que hacen este pa¨ªs". Tanto ¨¦l como John Edwards, candidato a la vicepresidencia, han hecho un sprint final que ser¨¢ coronado en el entusiasmo de la convenci¨®n y que se mantendr¨¢ despu¨¦s, cuando los dos comiencen una gira de 15 d¨ªas que cruce el pa¨ªs y en la que, seg¨²n el propio Kerry, "desde cada Calle Mayor hasta cada casa demostraremos a los americanos que John Edwards y yo tenemos la visi¨®n y los valores que hacen falta para construir una Am¨¦rica m¨¢s fuerte".
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