De libros y tesoros
A veces, sin ni siquiera salir de tu propia ciudad, puedes encontrarte con maravillas que ni sospechabas que exist¨ªan. Un ejemplo: la fant¨¢stica biblioteca de viajes de Eduard Toda que se conserva en el Archivo Hist¨®rico de la Ciudad. Fue Patricia Almarcegui, profesora universitaria especializada en literatura de viajes y en orientalismo, quien me advirti¨® de la existencia de este tesoro y quien se ofreci¨® para mostr¨¢rmelo. La reacci¨®n ante los 6.000 vol¨²menes de esta fant¨¢stica colecci¨®n no puede ser otra que de asombro y admiraci¨®n. La mayor¨ªa son libros de los siglos XVIII y XIX que Eduard Toda (Reus, 1855-Poblet, 1941) reuni¨® en vida y que contiene entre otras joyas la primera edici¨®n de Voyage autor du monde de Bouganville, de 1771, la del libro de M. de Ferriol sobre Turqu¨ªa, de 1714, la de las Promenades japonaises de ?mile Guinet, de 1878, y la segunda edici¨®n del ¨²ltimo viaje del capit¨¢n Cook. Cuando uno hojea las p¨¢ginas acartonadas y avejentadas de los libros de la biblioteca Toda siente una especie de v¨¦rtigo que le lleva hacia atr¨¢s en el tiempo y a lo lejos en el espacio. Resulta emocionante leer algunos p¨¢rrafos de estos libros y desplegar los mapas del viaje de Bouganville, o las estampas turcas del libro de Ferriol. Todo en ellos rezuma pasi¨®n por los viajes. "Cuanto m¨¢s antiguos son los libros, m¨¢s detalles tienen", comenta Almarcegui. "Tambi¨¦n es cierto que cuando lees libros de viajes de la misma ¨¦poca, ves que a menudo son repetitivos: todos se pierden, todos naufragan, todos se fascinan por lo mismo. A partir del XVIII los libros de viajes son de verdad. Hasta entonces, las autor¨ªas sol¨ªan ser colectivas y los libros no eran siempre fiables. A partir de aqu¨ª, hay libros excepcionales, como el de Ferriol sobre Turqu¨ªa, un cl¨¢sico de la fascinaci¨®n por Oriente que copiaron muchos pintores".
Las descripciones de La Meca de Al¨ª Bey son excepcionales y han sido usadas por arabistas como documentos etnogr¨¢ficos
El origen de la colecci¨®n Toda est¨¢ en la pasi¨®n por los viajes que sent¨ªa este diplom¨¢tico y escritor. Nacido en Reus en 1855, fue condisc¨ªpulo de Gaud¨ª y amigo de V¨ªctor Balaguer. Tras estudiar Derecho en Madrid, emprendi¨® una carrera de diplom¨¢tico que le llev¨® a Macao, Hong Kong, China, Egipto, Cagliari, Helsinki y Par¨ªs. A partir de 1898, dej¨® la diplomacia y se estableci¨® en Londres, donde se dedic¨® a los negocios y donde reuni¨® el grueso de su importante colecci¨®n de viajes. A su regreso a Catalu?a, en 1918, se instal¨® con su impresionante biblioteca en el castillo de Escornalbou e hizo donaciones para la restauraci¨®n del monasterio de Poblet, donde falleci¨® en 1941.
"A Toda le interesa mucho el viajero catal¨¢n Dom¨¨nec Badia (1766-1818), que firmaba como Al¨ª Bey", comenta Almarcegui. "En Madrid conoci¨® a V¨ªctor Balaguer, que firmaba sus art¨ªculos con el seud¨®nimo Al¨ª Bey, y quiz¨¢s fue ¨¦l quien le descubri¨® a este personaje. En cualquier caso, reuni¨® todo lo que pudo sobre Al¨ª Bey y en su biblioteca se conservan unos 3.000 documentos originales y la primera edici¨®n de sus Viajes, de 1814 y en franc¨¦s".
Mientras hojeamos los tres vol¨²menes de texto del libro de Al¨ª Bey, y en especial el cuarto, dedicado a unos maravillosos gravados y mapas, Almarcegui, que trabaja desde hace cinco a?os en una tesis sobre Al¨ª Bey en el contexto de los viajeros europeos a Medio Oriente (1767-1805), se?ala: "Es bueno cotejar los manuscritos con el relato de viaje, porque no coincide casi nunca. Se ha dicho y escrito que Al¨ª Bey era un esp¨ªa. Yo no lo tengo claro; doy datos y que cada uno imagine lo que quiera. Llev¨® una vida aventurera, eso s¨ª, y se especul¨® con que su muerte en La Meca hab¨ªa sido por envenenamiento, pero no lo creo. Ya estaba muy d¨¦bil cuando emprendi¨® el viaje".
Almarcegui inici¨® su tesis sobre Al¨ª Bey a partir del inter¨¦s que le produjo la lectura de los libros sobre orientalismo de Edward Said. Desde este punto de vista, ha buscado comparar a Al¨ª Bey con otros viajeros europeos, como Volney, Niebhur, Ferriol, etc¨¦tera. "Desde la literatura comparada, estudio 21 viajeros europeos contempor¨¢neos a Al¨ª Bey", explica. "Estudio estereotipos como el que dice que el musulm¨¢n es ignorante, desp¨®tico, b¨¢rbaro e intento ver de d¨®nde proceden". Su conclusi¨®n, tras leer y releer muchos libros de viaje de la ¨¦poca, es tajante: "Tengo clar¨ªsimo que Al¨ª Bey est¨¢ a la altura de cualquiera de estos viajeros. Sus descripciones de La Meca son excepcionales y han sido usadas por Burton y por estudiosos arabistas como documentos etnogr¨¢ficos. ?l es el tercer viajero europeo que llega a La Meca y la imagen visual que nos da es muy buena. Es incre¨ªble que en Espa?a se lea a Burton en vez de a Al¨ª Bey. Hay que leer a Al¨ª Bey; quiz¨¢ no est¨¢ tan bien formado como Burton, pero lo cierto es que Burton utiliza las fuentes de Al¨ª Bey y es un desprop¨®sito que aqu¨ª casi sea m¨¢s conocido Burton. Es cierto que a veces Al¨ª Bey era torpe, pero creo que lo era porque no era de una familia adinerada y su formaci¨®n no era la de un ilustrado franc¨¦s. Con todo, lo que hizo es importante y hay que defenderlo. Se le trata a veces como un viajero rom¨¢ntico, pero no: era un viajero ilustrado".
"La literatura de viajes", concluye Almarcegui, "es muy interesante como forma de conocimiento. Me interesan las distintas formas de viajar: como peregrino, ilustrado, rom¨¢ntico, cient¨ªfico... Todo cambia seg¨²n el objetivo. En la ¨¦poca contempor¨¢nea, dice Levi Strauss que el viaje ha muerto y que hay que modificar la mirada del antrop¨®logo, pero hoy tenemos a autores muy interesantes, como Kapuscinski, Thubron, etc¨¦tera, en los que juega mucho el poso del viaje".
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