El nacional-sindicalismo vasco
En estas ¨²ltimas semanas, se han producido en el mundo sociolaboral una serie de hechos que deben invitarnos a la reflexi¨®n ante lo que podr¨ªamos denominar la ofensiva del "nacional-sindicalismo vasco" en un momento de crisis del nacionalismo gobernante. Crisis que se viene arrastrando desde hace tiempo y que ahora se empieza a visualizar de forma clara, con ejemplos que son ya de dominio p¨²blico: entre ellos, la doble desautorizaci¨®n a Joseba Egibar, presidente del GBB, por parte de la Ejecutiva del PNV liderada por Josu Jon Imaz, su rival en las elecciones a la presidencia del EBB; y tambi¨¦n, la crisis de EA en Vizcaya, ampliamente publicitada estos d¨ªas en los medios de comunicaci¨®n.
S¨ª es objetable que el sindicato ELA pretenda transformar su mayor¨ªa en hegem¨®nica y excluyente
No podemos olvidar que la famosa frase "El Estatuto ha muerto" es propiedad intelectual de Jos¨¦ Elorrieta
Y ante esa crisis ha vuelto a resurgir, cual ave f¨¦nix, la punta de lanza del nacionalismo soberanista y excluyente, ELA-STV. No podemos olvidar que la famosa frase "El Estatuto ha muerto" es propiedad intelectual de Jos¨¦ Elorrieta, y pronunciada en Gernika junto al entonces Secretario del EBB Ricardo Ans¨®tegui; ni que la estrategia de este sindicato tiene una prioridad: la construcci¨®n nacional de Euskadi, a la que se subordina su b¨²squeda de la hegemon¨ªa sindical, cueste lo que cueste.
No hay nada que objetar al hecho de defender el nacionalismo desde un sindicato. Pero cuando se antepone la defensa del soberanismo, o de la construcci¨®n nacional, a los derechos de los trabajadores, nos encontramos en presencia de un sindicalismo que renuncia a su raz¨®n de ser, para transformarse en una organizaci¨®n pol¨ªtica de car¨¢cter nacional-sindicalista. Y esto justamente es lo que viene ocurriendo con demasiada frecuencia ¨²ltimamente. Ejemplo bien reciente de esta actitud ha sido el acuerdo firmado por ELA y adl¨¢teres con el Departamento de Educaci¨®n, que priva de su puesto de trabajo a m¨¢s de 140 profesores. Curioso este hecho diferencial nuestro por el que un sindicato propicia el despido de trabajadores en la Administraci¨®n.
No hay nada que objetar a que un sindicato como ELA quiera obtener la m¨¢xima representatividad posible. S¨ª es objetable que ELA pretenda transformar su mayor¨ªa en hegem¨®nica y excluyente. Y, adem¨¢s, lo haga para tomar decisiones como la de negarse a participar en el Consejo Vasco de Empleo, arguyendo, entre otras razones, que dicho Consejo ser¨ªa un ¨®rgano estatutario y, por ende, no soberanista; es decir, anteponiendo la construcci¨®n nacional excluyente a la asistencia a un Organo de encuentro y de di¨¢logo sobre el empleo, cuesti¨®n ¨¦sta que debe ser prioridad fundamental para cualquier sindicato. Estas pr¨¢cticas no son propias de un sindicato de trabajadores, sino de una organizaci¨®n nacional-sindicalista.
Tiene su l¨®gica tambi¨¦n el que un sindicato mayoritario como ELA quiera recibir un trato acorde con su representatividad. Pero ya tiene menos l¨®gica que ese mismo sindicato, junto a sus adl¨¢teres, pretenda y, desgraciadamente, consiga constituirse en interlocutor privilegiado del Gobierno vasco, y, adem¨¢s, con capacidad de veto.
Algo que se evidencia a trav¨¦s de la relaci¨®n que mantiene ELA con el Departamento de Empleo del Gobierno Vasco y, de forma palmaria en episodios parlamentarios, como la discusi¨®n del Plan Director de Salud Laboral, que trajo como consecuencia el apoyo de los partidos del Gobierno al marco vasco de relaciones laborales.
Una vez m¨¢s, la construcci¨®n nacional por encima de todo y, por tanto, nacional-sindicalismo favorecido por la complicidad del Gobierno.
Y el lehendakari del di¨¢logo, imp¨¢vido ante este sindicalismo a la ofensiva. Una ofensica que coincide, adem¨¢s, con una conflictividad laboral en alarmante aumento, con la negociaci¨®n colectiva estancada, con la necesidad de reordenaci¨®n industrial presente, con el riesgo cierto de deslocalizaciones y con un 30% de precariedad laboral. Ante ello, el Lehendakari del di¨¢logo hasta el amanecer sigue sin reaccionar.
Ocupado como estaba pilotando la nave de la confrontaci¨®n con el Partido Popular, no reacciona cuando, gracias al nuevo Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, la situaci¨®n se destensa, el di¨¢logo es posible, la relaci¨®n institucional se restablece y, con ETA debilitada, asoman los problemas de la Euskadi real. Problemas que en toda la Uni¨®n Europea se afrontan desde el di¨¢logo social, como el puesto en marcha por el Gobierno Central, que ha abierto trece mesas de di¨¢logo con patronal y sindicatos; o como el iniciado por el Gobierno tripartito de Catalu?a.
Si al Lehendakari del di¨¢logo no se le ha ocurrido seguir su ejemplo no es por casualidad. Es porque, desgraciadamente, se encuentra preso de una estrategia soberanista en la que el nacional-sindicalismo vasco juega un papel de primer orden.
Jes¨²s Loza Aguirre es portavoz de Trabajo e Industria del Grupo Socialista en el Parlamento Vasco.
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