Oposiciones

Una vez m¨¢s, se acab¨® para m¨ª el ?concurso?-oposici¨®n. Esta vez consegu¨ª llegar hasta la ¨²ltima prueba. La que, seg¨²n mis compa?eros funcionarios, estaba hecha para que aprobaran los interinos. ?C¨®mo no? una prueba consistente en una programaci¨®n did¨¢ctica y en la defensa, oral, de una unidad did¨¢ctica de esa programaci¨®n. Pero he aqu¨ª que mis propios compa?eros, con los que comparto d¨ªa a d¨ªa el trabajo, con sus sinsabores y alegr¨ªas, con sus problemas, han decidido que no; que despu¨¦s de 12 a?os de docencia mi labor no es lo suficientemente buena, ya que opinan que no debo saber programar o no he defendido bien dicha programaci¨®n.

Es desconcertante que sean tus propios compa?eros, con los que, repito, llevo trabajando 12 a?os, los que te suspendan. Despu¨¦s de horas de evaluaciones, reuniones con padres, con el orientador para encontrar lo mejor para el alumno, trabajo en el aula, implicaci¨®n en el Centro donde trabajas, asistencia a cursos jornadas y congresos con el fin de estar al d¨ªa en los ¨²ltimos avances educativos. En fin, despu¨¦s de horas entregado en cuerpo y alma a mi trabajo, mis propios compa?eros me han suspendido. Humillante, ?verdad?

En esto no salen perdiendo mis alumnos por que seguir¨¦ entreg¨¢ndome a una profesi¨®n, denostada y desprestigiada, pero ilusionante; a una profesi¨®n en la que lo mejor es el factor humano: nuestros alumnos. En esto s¨®lo salgo perdiendo yo: algo de autoestima, mucha rabia e impotencia, mucha impotencia; porque, haciendo una reflexi¨®n en voz alta ?c¨®mo la Consejer¨ªa de Educaci¨®n lleva contrat¨¢ndome (a m¨ª y a mis compa?eros interinos) tantos a?os? ?para qu¨¦?