MNAC, tramo final
Con el estigma de las obras inacabables, como la Sagrada Familia, la reforma del Museo Nacional de Arte de Catalu?a se ha alargado casi veinte a?os. Fue en 1985 cuando se decidi¨® encargarle el proyecto de reforma a la arquitecta italiana Gae Aulenti. Desde entonces el proceso ha sido lento, laborioso y conflictivo, con crisis y cambios de direcci¨®n, y se ha demostrado el poco convencimiento del anterior Gobierno de la Generalitat en convertir dicho museo en una gran instituci¨®n contempor¨¢nea.
Que el actual presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, haya nombrado presidente del Patronato del MNAC a Narc¨ªs Serra, que le precedi¨® en el impulso democr¨¢tico desde la alcald¨ªa de Barcelona y fue vicepresidente del Gobierno socialista de Felipe Gonz¨¢lez, demuestra la voluntad de terminar definitivamente el MNAC y convertirlo en el emblema de la cultura catalana de principios del siglo XXI.
El objetivo es inaugurar el museo completo a finales de diciembre de 2004, una fecha que se presenta como m¨ªtica, a pesar de las dificultades que comporta terminar las instalaciones y la museograf¨ªa en cuatro meses. En esta fecha se puede celebrar un aniversario en positivo: 75 a?os de la inauguraci¨®n del Palau Nacional y de la Exposici¨®n Universal de 1929.
Las obras han durado tanto tiempo, el retraso ha sido tal, que algunos elementos estructurales, sobre todo todas las instalaciones, han tenido que ser sustituidos, al haber quedado obsoletos 10 a?os despu¨¦s de la primera inversi¨®n. El sobrecoste final asciende a casi 19 millones de euros, entre reformas, acabados y museograf¨ªa, teniendo en cuenta los cambios que ha generado la inclusi¨®n de la colecci¨®n Thyssen, de Carmen Cervera, hasta ahora en el monasterio de Pedralbes.
Parad¨®jicamente, cuando se inaugura ahora, a principios del siglo XXI, quedan partes del t¨ªpico posmodernismo de principios de los a?os ochenta, especialmente alrededor de la Sala Oval, que ahora parecen ruinas posmodernas. Todo el primer piso, las salas que conducen al arte del siglo XIX y principios del XX, el restaurante con preciosas vistas sobre la ciudad y la biblioteca con mirada hacia los jardines del palacete Alb¨¦niz se est¨¢n terminando con la puesta al d¨ªa de un lenguaje de hace 20 a?os.
Adem¨¢s de estas dificultades y rectificaciones onerosas, el museo ha sido desde el principio objeto de pol¨¦mica, por la discutible decisi¨®n de seguir albergando la mejor colecci¨®n de arte catal¨¢n en un gigantesco edificio, nunca pensado ni como museo ni para que durase mucho m¨¢s all¨¢ de la exposici¨®n, de un retr¨®grado lenguaje academicista y con unos espacios, como la Sala Oval, que nunca podr¨¢n tener un uso muse¨ªstico.
M¨¢s all¨¢ de estas dificultades, en la actualidad se tiene la voluntad de tomar la realidad encontrada como virtud y convertir el MNAC en el m¨¢s fuerte foco cultural de la ciudad. La valios¨ªsima colecci¨®n se lo merece y las condiciones pol¨ªticas le son favorables: en Espa?a hay cuatro grandes museos nacionales, tres en Madrid y uno en Barcelona, es decir, el Museo del Prado, el Museo Reina Sof¨ªa, el Museo Thyssen y el MNAC. Por lo tanto, para ser equitativos, el Gobierno central socialista est¨¢ obligado a cuidar este gran museo catal¨¢n para convertirlo en un museo emblem¨¢tico para toda Espa?a.
Sin embargo, aunque los augurios sean buenos, los obst¨¢culos est¨¢n ah¨ª. Si se quiere convertir el MNAC en un lugar atractivo, lleno de actividad hasta la noche, como sucede actualmente con la Tate Modern en Londres y en el Gran Louvre en Par¨ªs, har¨¢n falta cambios trascendentales que afronten los tres grandes problemas del museo con relaci¨®n al p¨²blico: la accesibilidad, la identificaci¨®n y la imagen.
El MNAC sobrevive en un lugar muy visible pero muy apartado, de dif¨ªcil accesibilidad, en el que parece que s¨®lo se potencia el acceso en coche y no en transporte p¨²blico. El recorrido peatonal es insuficiente, con unas escaleras mec¨¢nicas a menudo averiadas. Si no se mejora dr¨¢sticamente la accesibilidad en transporte p¨²blico -metro y autob¨²s-, el MNAC nunca podr¨¢ ser un foco cultural potente, un gran atractor de p¨²blico. Y los ¨²ltimos replanteamientos del trazado de la l¨ªnea 2 hacen temer lo peor.
Adem¨¢s, el p¨²blico en general no identifica a¨²n cu¨¢les son los contenidos del MNAC, no ha interiorizado que en este museo va a poder ver 10 siglos de historia del arte, desde el siglo XI hasta la actualidad, adem¨¢s con una colecci¨®n de rom¨¢nico ¨²nica en el mundo.
Por ¨²ltimo, la imagen del museo, en este desproporcionado edificio de lenguaje anacr¨®nico y con unos espacios comunes de acceso tan pomposos, lleno de escalinatas y de nostalgias noucentistes, no puede ser m¨¢s decimon¨®nica, m¨¢s identificable con la gente de mucha edad, m¨¢s adscrita a la idea de museo acad¨¦mico contra el que las vanguardias llevan casi 90 a?os bati¨¦ndose. Si la museograf¨ªa de Gae Aulenti en el arte rom¨¢nico y en el g¨®tico es aceptable, su interiorismo de los espacios comunes es de dudoso gusto. Y si no se convierte este espacio en un lugar atractivo para todo tipo de visitante, especialmente para un p¨²blico joven, el m¨¢s activo y capaz de dar uso masivo a las actividades; en un lugar pensado desde una sensibilidad de principios del siglo XXI, va a seguir siendo el falso palacio aburrido y retr¨®grado que es.
Por lo tanto, a partir de la inauguraci¨®n va a hacer falta un trabajo fuerte e imaginativo, creando nuevas actividades para atraer a todo tipo de p¨²blico, incluso algunas de ellas gratuitas; una programaci¨®n m¨¢s seductora y diversificada, ampliando el registro tem¨¢tico (g¨¦nero y sexo, todo tipo de disciplinas art¨ªsticas, actividades para escolares y para ni?os, etc¨¦tera). Har¨¢ falta tambi¨¦n una mayor capacidad de difusi¨®n de los contenidos y de las actividades del MNAC. Si no, por mucho que se esfuerce el actual equipo directivo, dif¨ªcilmente va a ser el potente foco cultural y social que muchos quisi¨¦ramos.
Josep Maria Montaner es arquitecto, catedr¨¢tico de la ETSAB-UPC y vocal del Patronato del MNAC.
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