IU, a la b¨²squeda de su espacio pol¨ªtico
El autor rechaza el conformismo del partido con su "lugar marginal" entre las fuerzas progresistas, pide su refundaci¨®n e identifica a los potenciales votantes a los que ofrecer propuestas "cre¨ªbles y sensatas".
Los desastrosos resultados electorales est¨¢n abriendo un debate en IU acerca de su identidad y espacio pol¨ªtico. Hay quienes consideran que la clave de una recuperaci¨®n pasar¨ªa por una adecuada combinaci¨®n de los contenidos plurales del mensaje: rojos, verdes, violetas, blancos. Esa pluralidad, se dice, servir¨ªa para amarrar un 5% del electorado espa?ol, que en momentos puntuales de desgaste del PSOE podr¨ªa llegar hasta un 8%. En mi opini¨®n, ¨¦ste es un punto de partida destinado a mantener a IU como una fuerza marginal.
Es cierto que se deben evitar comparaciones lineales con el pasado. Pero hay una referencia a considerar: los resultados de las elecciones generales de 1979, con los resultados del PCE y del PSUC, que se situaron en torno al 20% en Catalu?a y al 15% en alguna otra comunidad aut¨®noma. ?se deber¨ªa ser el potencial espacio pol¨ªtico a recuperar. ?Es posible o se trata de un mero espejismo voluntarista?
Es cierto que en aquel PCE-PSUC, con una pol¨ªtica eurocomunista, en el que cab¨ªan, aunque con evidentes tensiones, desde Carrillo a Ignacio Gallego, Nicol¨¢s Sartorius y Lertxundi, Juli¨¢n Ariza, Marcelino Camacho, Julio Segura y V¨¢zquez Montalb¨¢n, resultaba atractivo a una diversidad de sectores de izquierda, adem¨¢s de capitalizar el protagonismo de las luchas antifranquistas. Los enfrentamientos que protagonizamos carrillistas, leninistas, renovadores y prosovieticos provocaron la destrucci¨®n irreversible de aquel proyecto pol¨ªtico.
Sin embargo, aun habiendo arruinado la herramienta pol¨ªtica, el espacio pol¨ªtico sigui¨® existiendo, sin que haya sido ocupado por el PSOE ni siquiera en sus momentos m¨¢s expansivos. Y ello por unas razones muy claras: las notables insuficiencias de nuestro Estado de bienestar social, las caracter¨ªsticas del mercado de trabajo y del modelo de crecimiento econ¨®mico, las limitaciones en la implantaci¨®n de unos derechos civiles para todos los sectores sociales y ¨¢mbitos territoriales, las carencias del sistema educativo y cultural, los riesgos medioambientales, la escasa solidaridad con el tercer mundo y la paz, etc¨¦tera, son motivos m¨¢s que suficientes para propugnar una pol¨ªtica mucho m¨¢s progresista que la realizada por el PSOE.
Para una parte de la sociedad espa?ola, los avances protagonizados por los sucesivos gobiernos socialistas han sido ciertos, pero insuficientes, desequilibrados, timoratos. Por ello, o no han ido a votar o no han votado al PSOE, y cuando lo han hecho ha sido porque lo consideraban la v¨ªa m¨¢s ¨²til para frenar a la derecha, pero no por identificaci¨®n con sus propuestas. Otros sectores, proclives a la colaboraci¨®n en la izquierda y al entendimiento con los socialistas, son conscientes de que la mejor garant¨ªa para que se asiente una pol¨ªtica progresista en nuestro pa¨ªs es la existencia de una s¨®lida organizaci¨®n estatal de izquierda transformadora.
Buena prueba de la existencia de esa base social es lo que ha sucedido en los ¨²ltimos veinte a?os.
Las movilizaciones contra la permanencia en la OTAN, las huelgas contra la reconversi¨®n industrial y agraria, las manifestaciones en defensa del sistema de pensiones o por una legislaci¨®n laica en materia educativa, de divorcio y aborto, etc¨¦tera. La huelga general de 1988. Las important¨ªsimas movilizaciones sociales de los ¨²ltimos tres a?os, con la presencia y participaci¨®n del PSOE, pero desde luego sin su protagonismo activo, nos vuelven a hablar de un ¨¢mbito social no cubierto por la renovaci¨®n socialista de Rodr¨ªguez Zapatero.
Pero no votan a IU. No conf¨ªan en IU como instrumento pol¨ªtico. Motivos les hemos dado. Una organizaci¨®n con escasa renovaci¨®n de dirigentes. Con poqu¨ªsimas mujeres en puestos relevantes de decisi¨®n pol¨ªtica y a¨²n menor presencia de j¨®venes. Con un lenguaje envejecido. Con debates a menudo burocr¨¢ticos y esot¨¦ricos que no interesan a nadie. Con luchas de camarillas que van provocando frecuentes escisiones y abandonos. Con tics de eternos excombatientes. Obsesionados por ser m¨¢s de izquierdas que nadie, en un pa¨ªs en el que la extrema izquierda ni siquiera es residual. ?A qui¨¦n podemos atraer con esa imagen?
Ahora nos hemos puesto a buscar nuestro espacio pol¨ªtico y no demostramos tener gran ambici¨®n pol¨ªtica: queremos representar a un pu?ado de peque?os sectores, con preferencia antisistema y en algunos casos conscientemente en la marginalidad pol¨ªtica. Muchos de ellos nunca van a ir a votar o, si excepcionalmente lo hacen, su voto ¨²til contra la derecha volver¨¢ a ir al PSOE.
No se trata de volver al pasado, ni resucitar al eurocomunismo que frustramos. Pero s¨ª de aprender de lo mejor de la experiencia eurocomunista, de aspectos positivos del PSOE y de otros movimientos y organizaciones sociales.
Debemos ser capaces de que conf¨ªen en nosotros y nos den su voto todos los sectores activos, inconformistas, solidarios, progresistas, que aspiran a una sociedad m¨¢s justa, m¨¢s integrada y m¨¢s libre.
Y para plasmar claramente a qu¨¦ me estoy refiriendo, nada mejor que identificarlos.
En primer lugar, cientos de miles de afiliados a CC OO que con harto dolor o no votan o votan al PSOE a rega?adientes y un buen pu?ado de ugetistas en la misma tesitura; las personas con discapacidad del CERMI; los cat¨®licos progresistas de C¨¢ritas o de la Asociaci¨®n de Te¨®logos Juan XXIII; los profesionales defensores de m¨¢s y mejor Estado de bienestar social, trabajadores sociales, psic¨®logos, miembros de Cruz Roja; los sanitarios de las Federaciones de Defensa de la Salud Publica; los socios de la OCU; los jubilados de la UDP o de m¨²ltiples asociaciones progresistas de pensionistas; los que est¨¢n en las empresas del tercer sector, en las cooperativas; los ense?antes que apuestan por una educaci¨®n laica y de calidad; los profesionales de la justicia, abogados laboralistas, Jueces para la Democracia, Uni¨®n de Fiscales Progresistas; la gente solidaria de las clases medias que apuestan por otra globalizaci¨®n con derechos y justicia social, que son pacifistas y est¨¢n preocupados por el deterioro medioambiental, que colaboran con Solidarios para el Desarrollo, las organizaciones verdes, Greenpeace o M¨¦dicos sin Fronteras; quienes dentro del nacionalismo se sienten m¨¢s de izquierdas que nacionalistas, gente de Aralar, del BNG o de ERC; trabajadores del campo y peque?os campesinos perjudicados por una reconversi¨®n agraria que no contempla sus justos derechos; personas sensibilizadas con la inmigraci¨®n que ayudan a CEAR, las Redes "Acoge" o al MPDL; cientos de miles de mujeres que est¨¢n cuidando a sus familiares dependientes sin apoyos p¨²blicos; cientos de miles de homosexuales y lesbianas bastante cansados de que no se cumplan las promesas; artistas e intelectuales que llevan a?os y a?os dando la cara y pidiendo a gritos una izquierda innovadora e ilusionante.
Gentes que todav¨ªa conservan las ilusiones de cambios profundos que surgieron en la transici¨®n pol¨ªtica. Nuevas generaciones que no comparten el tremendismo izquierdista del "todo mal y cada vez peor", pero que tampoco se conforman con el posibilismo socialdem¨®crata.
Pero todos ellos quieren pol¨ªticos serios. Quieren una organizaci¨®n pol¨ªtica que hable como ellos, de sus problemas y de sus necesidades. Huyen de los espect¨¢culos de peleas por los puestos. S¨®lo conf¨ªan en quienes, adem¨¢s de decir no, son capaces de articular propuestas cre¨ªbles y sensatas. Esperan, aunque cada vez menos, un cambio de conducta en IU para dejar de votar al PSOE o dejar de abstenerse. Buscan un marco de participaci¨®n pol¨ªtica tolerante, civilizado, en que quepan las discrepancias y se valoren y respeten las distintas sensibilidades.
La actual IU no sirve si queremos volver a ser una fuerza pol¨ªtica que influya y contribuya a cambiar las cosas en el pa¨ªs.
Nuestro programa no necesita muchas elucubraciones: desarrollo del Estado de bienestar, pol¨ªtica fiscal progresista, defensa de un sector p¨²blico eficaz y eficiente, igualdad de derechos y no discriminaci¨®n para todos los sectores sociales, educaci¨®n p¨²blica laica y de calidad, desarrollo econ¨®mico con cohesi¨®n social y territorial, respeto medioambiental, reconocimiento de los derechos nacionales, integraci¨®n de los inmigrantes, solidaridad y cooperaci¨®n al desarrollo, pol¨ªticas de paz, compromiso europe¨ªsta, apoyo a la cultura para todos y de calidad, etc¨¦tera.
Solbes y los Presupuestos del Estado para el 2005 nos van a dar una nueva oportunidad en los pr¨®ximos meses. Quiz¨¢s la ultima. Pero dejemos a un lado las tentaciones de convertirnos en el ap¨¦ndice del 5%. Dirij¨¢monos a esos muchos cientos de miles que llevan m¨¢s de veinte a?os esper¨¢ndonos. Superemos el complejo de Peter Pan de extrema izquierda. Y sobre todo, demos el ejemplo de una organizaci¨®n culta, tolerante, plural, rigurosa, sensible, imaginativa y creativa. Llamazares tiene la responsabilidad hist¨®rica de impulsar esa refundaci¨®n de IU.
H¨¦ctor Maravall es responsable del ?rea de Bienestar Social de IU de Madrid.
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