La locura de la memoria
UNA MEMORIA que parece imposible protagoniza la novela La playa del horizonte (Destino), una memoria que se manifiesta como algo que es y que podr¨ªa no haber sido, y que adquiere existencia gracias a la evocaci¨®n incesante del autor de la narraci¨®n, Juan Cruz Ruiz, quien se sumerge en ella, la contempla y la encarna en la realidad de las palabras, creando un armonioso y preciso encadenamiento de evocaciones, de recuerdos, que siempre sorprenden, en los que el tiempo pierde toda consistencia y no impone su r¨ªgido orden. Este texto muestra la complejidad y la riqueza de una vida. Con un ritmo de una asombrosa agilidad brotan asociaciones entre im¨¢genes, pensamientos, situaciones, sensaciones, amistades, ternura, nostalgia y tambi¨¦n miedo, p¨¢nico, ansiedad y el logro del sosiego y de la serenidad. Y no hay nada en este discurso que sea indiferente, todo cuanto compone una vida, a¨²n cuando algo parezca una nimiedad, adquiere una gran relevancia, cada instante de vida rememorado en estas p¨¢ginas posee un gran inter¨¦s.
Bataille escribe en La experiencia interior: "...esto, sin embargo, es el instante... ¨¦ste, actual, ni mi ausencia ni yo, ni la muerte ni la luz -y mi ausencia y yo, la muerte y la luz-, una risa ligera se eleva en m¨ª como el mar... Todo lo que es es demasiado".
En La playa del horizonte no existe la banalidad, todo lo que conforma esa memoria rescatada del olvido, todo cuanto es rememorado "es demasiado". Tal vez precisamente sea ¨¦se el poder de la literatura, la que logra iluminar intensamente incluso el acto de estirar las s¨¢banas de una cama.
Pese a que, en ocasiones, el autor se dirige a una mujer que se halla inmersa en sus recuerdos, su relato, que se asemeja a una carta, est¨¢ dirigido, como toda carta, a un otro o a muchos otros. Y es que esta novela, quiz¨¢ igual o m¨¢s que cualquier otra, adquiere su mayor plenitud en la lectura, en esa conjunci¨®n que se produce entre la palabra escrita y todo cuanto ¨¦sta consigue sugerir en quien la lee. Y, probablemente, esa conjunci¨®n se realice en el mismo territorio imaginario al que pertenecen la enso?aci¨®n, la memoria, el delirio y la imaginaci¨®n que, con tanta frecuencia y discreci¨®n, retoca y adorna los recuerdos.
Por otra parte, considero que sumergirse en la memoria, adentrarse en ese territorio imaginario, ignorando el miedo que pueden suscitar los l¨ªmites que impone el olvido como un mecanismo de defensa, posiblemente implique tambi¨¦n la ruptura de esos l¨ªmites con los que se se?ala lo real y con los que, asimismo, se se?ala lo que recibe el nombre de "normal".
El autor de La playa del horizonte escribe en una de sus p¨¢ginas: "Tengo memoria, la locura de la memoria". Y es que se puede pensar en la locura cuando la memoria llega incluso a enturbiar la existencia presente, invadi¨¦ndola con recuerdos incontenibles y cuando obliga a mirar hacia atr¨¢s y a recorrer, a la inversa y sin la protecci¨®n del tiempo, el camino que ya se hizo. Tal vez se pueda pensar en la locura cuando la intensidad de lo vivido permanece en una memoria que conserva tambi¨¦n las emociones que intensifican, iluminan o ensombrecen todo cuanto se evoca.
No obstante, quiz¨¢ sea preferible no utilizar la palabra "locura", ya que su significado es tan ca¨®tico y nebuloso como el de esa otra palabra que se le opone: "normalidad".
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