Un remanso en el coraz¨®n de la urbe
Culmina la construcci¨®n del mirador que permitir¨¢ contemplar su evoluci¨®n estacional
Madrid
El paseo del Prado alberga un tesoro vegetal muchos de cuyos miles de ¨¢rboles, arbustos y plantas cuentan con linajes de hasta tres siglos, desplegados en el coraz¨®n mismo de Madrid. Se trata del Jard¨ªn Bot¨¢nico, parque hist¨®rico de traza trapezoidal, nacido con vocaci¨®n de mapamundi geobot¨¢nico y laboratorio cient¨ªfico. Hoy tambi¨¦n nos permite pasear frescamente entre sus setos de boj y sus caminos, jalonados por estatuas bronc¨ªneas y fontines de ¨¦poca. Se extiende desde la plaza de Murillo a la cuesta de Moyano y de la calle de Alfonso XII al Prado, hacia donde declina suavemente. Su estructura se ve dispuesta en terrazas con parterres de plantaciones y cultivos.
Fue el Bot¨¢nico flor¨®n singular surgido del cofre de ideas ilustradas que Fernando VI aplic¨® en Madrid. Instalado en 1755 junto al Manzanares, en el Soto de Migas Calientes, tuvo por finalidad la de suministrar remedios medicinales y terap¨¦uticos. En 1781 fue trasladado al paseo del Prado por orden de Carlos III, que le atribuy¨® ambiciosos fines cient¨ªficos, simb¨®licos y a¨²licos con los que cimentar el poder de la Corona.
Con sus 40 metros y su lanceolada copa, el olmo del C¨¢ucaso domina el parque
Juan de Villanueva dise?¨® su lar, vestido por el bot¨¢nico G¨®mez Ortega e ingeniado por Tadeo Lope, sobre el Sal¨®n del Prado. De su Puerta Real -tri¨¢ngulo ¨¢ureo por front¨®n- la hoja central se abre s¨®lo a las visitas regias. Empero, la cancela permanecer¨¢ cerrada un a?o: enfrente han sido instalados tres transformadores que proveen de electricidad al barrio de las Letras tras el incendio de la subestaci¨®n de la calle de Almad¨¦n, el pasado 15 de julio.La principal novedad que hoy presenta el jard¨ªn madrile?o, rehabilitado en 1974 por el bot¨¢nico Leandro Silva y el arquitecto Antonio Fern¨¢ndez Alba, consiste en el belvedere que, desde la parte alta del parque, lo recorre. Ha sido proyectado por el arquitecto Pablo Carvajal y ornamentado por el paisajista Fernando Caruncho. El mirador de arena rubia y piedra, flanqueado por plantas de foliaci¨®n profusa y porte alto, permite adquirir una visi¨®n panor¨¢mica del frondoso techo del jard¨ªn neocl¨¢sico, construido bajo la impronta de las Luces como remanso de investigaci¨®n bot¨¢nica. Sus deleites fueron ampliados luego al del paseo p¨²blico. Provisto de especies allegadas por los mejores y m¨¢s arrojados bot¨¢nicos espa?oles, viajeros por los cinco continentes -Quer, Cavanilles, Lagasca, Mutis y Graells, entre otros, mediante expediciones sufragadas por la corona- el Bot¨¢nico fue adquiriendo una entidad que hoy no deja de asombrar a cuantos lo visitan.
De entre las plantas que sus parterres e invernaderos acogen, 30.000 seg¨²n algunos c¨¢lculos, destaca por su porte de 40 metros, por la plata destellante de su tronco de 1,80 metros de di¨¢metro y su lanceolada copa, el olmo del C¨¢ucaso, Zelkova carpinifolia, un prodigio vegetal con m¨¢s de 200 a?os de vida. Otra de las rarezas magn¨ªficas es el Pino llor¨®n del Himalaya, as¨ª llamado por crecer en aquellas monta?as y por rociar su contorno con gotitas surgidas de sus jugosos metabolismos.
Bajo la altiva peana que compone el flamante mirador reci¨¦n construido, donde cabe contemplar la p¨¢tina que las estaciones dibujan sobre las copas de numerosos ¨¢rboles, quedar¨¢ albergada una de las m¨¢s importantes colecciones de bons¨¢is de todo el mundo: fue legada por el ex presidente del Gobierno Felipe Gonz¨¢lez. Su inauguraci¨®n se prev¨¦ para el pr¨®ximo trimestre.
Pero no todas las plantas que crecen en este parque hist¨®rico, ¨²nico en el mundo por su emplazamiento en pleno eje central de una ciudad, son tan pac¨ªficas como los arbolillos dise?ados a mano por la oriental armon¨ªa de sus cuidadores: desde hace un mes se hallan convenientemente refrenadas en unos exhibidores met¨¢licos de color granate y crecen ante el p¨²blico misteriosas plantas carn¨ªvoras. Proceden de ?frica, Am¨¦rica y de las estepas asi¨¢ticas, si bien hay una especie aut¨®ctona espa?ola, Pinguicula esseriana, que crece en La Rioja.
En uno de esos prodigios de adaptaci¨®n que han durado siglos, estas plantas peludas o pegajosas recurren a la ingesti¨®n de peque?os animales, remarcablemente insectos, s¨®lo cuando se encuentran a falta de alguno de los componentes minerales o qu¨ªmicos que necesitan para subsistir. De los insectos, a los que seducen con perfumes cuyo rastro conduce inexorablemente a la perdici¨®n por engullimiento, estas oblicuas plantas obtienen el nitr¨®geno que les da vida. Es ¨¦ste uno de los cien ¨²ltimos secretos que, en su silencio, el Bot¨¢nico esconde.
Vergel andalus¨ª, array¨¢n de oro
Los visitantes que acudan al Bot¨¢nico antes del 27 de agosto pueden contemplar en el Pabell¨®n de Villanueva una exposici¨®n dedicada al Jard¨ªn Andalus¨ª. En torno a esta creaci¨®n del genio ¨¢rabe, con influjos de Mesopotamia, Egipto y Roma, crecieron vergeles, patios y frondas donde el mimo vegetal gener¨® las m¨¢s refinadas formas de encauzar la vegetaci¨®n hacia el deleite sensorial, perfumaci¨®n, alimento o cura de esp¨ªritu y cuerpo.
La muestra, sazonada de aromas exquisitos que abarcan desde el fin¨ªsimo del mel¨®n a la dulzura ¨ªntima de la rosa, incluye el huerto, la almunia para recreo, el jard¨ªn medicinal-arom¨¢tico y el ideado para combinar especies y albergar plantas suntuarias.
Poemas y aforismos completan la exposici¨®n, que invita a recorrer un selecto itinerario por el Bot¨¢nico, con 18 especies de ¨¢rboles y arbustos entre los que no pod¨ªa faltar el array¨¢n, que diera nombre a un patio de La Alhambra y cuya semilla de dos gramos, qarat-kilate, es canon de metales preciosos. El comisario de la muestra ha sido Cheriff Abderram¨¢n.
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