Destino, Afganist¨¢n
La primera misi¨®n del Eurocuerpo fuera de la UE fue sellada ayer en Kabul, al asumir bajo el paraguas de la OTAN el mando de las fuerzas internacionales destacadas en Afganist¨¢n, a dos meses de las elecciones presidenciales. La Alianza Atl¨¢ntica acord¨® en junio en Estambul ampliar en 2.000 soldados, hasta 8.500, sus efectivos en el avispero centroasi¨¢tico. El despliegue, a punto de iniciarse, ser¨¢ cubierto por pa¨ªses europeos, Espa?a entre ellos.
Casi tres a?os despu¨¦s de la ca¨ªda de los talibanes, las armas siguen mandando en Afganist¨¢n. Numerosas zonas del primer productor mundial de opio est¨¢n bajo control de las milicias de caudillos locales. Estos se?ores de la guerra y l¨ªderes tribales, los mismos que combatieron a los sovi¨¦ticos y ayudaron a EE UU a liquidar el fanatismo talib¨¢n, son ahora el mayor obst¨¢culo a la pacificaci¨®n y estabilizaci¨®n del pa¨ªs. Recientemente, el presidente Ahmed Karzai ha dado un paso significativo al descartar como compa?ero de candidatura al poderoso ministro de Defensa, Mohamed Fahim, uno de los mayores desaf¨ªos a su autoridad y a quien muchos afganos ven como el m¨¢s peligroso de los jefes ¨¦tnicos. La debilidad de Karzai -favorito en octubre- para lidiar con estos caciques y sus ej¨¦rcitos no aumenta su credibilidad. Pero tampoco Washington, que mantiene 20.000 soldados en Afganist¨¢n en lucha contra focos talibanes y restos de Al Qaeda, ha adoptado medidas serias para desarmar a sus antiguos aliados. Y la falta de m¨²sculo militar suficiente por parte de la OTAN no ayuda.
Pese a seguir sacudido por la violencia -hasta el punto de que M¨¦dicos sin Fronteras ha decidido abandonarlo despu¨¦s de 24 a?os-, Afganist¨¢n est¨¢ ofreciendo una insospechada imagen de movilizaci¨®n pol¨ªtica. A una semana de finalizar el plazo, y con m¨¢s de una veintena de candidatos preinscritos, casi nueve millones de electores, cerca del 90% del censo, han puesto a punto sus papeles para votar. Los martirizados afganos tienen todo el derecho a esperar que sus tutores internacionales no defrauden sus expectativas. Pero los comicios de octubre van a celebrarse en un pa¨ªs donde nunca ha habido elecciones presidenciales, donde los talibanes siguen asesinando y donde no existe, salvo en Kabul y alrededores, nada parecido al imperio de la ley. A este escenario va a acudir un millar de soldados espa?oles, en una misi¨®n que es cualquier cosa menos humanitaria, aunque parte de ella vaya a desarrollarse en un hospital.
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