El pop de Brian Wilson marca el fin de Benic¨¤ssim
The Chemical Brothers, Franz Ferdinand y The Dandy Warhols brillan en la ¨²ltima noche del festival.
Brian Wilson cabalgando sobre olas imaginarias y los Chemical Brothers soltando zurriagazos r¨ªtmicos. Dos de las caras de la postrer jornada del d¨¦cimo Benic¨¤ssim, que cerr¨® sus puertas pensando qu¨¦ quiere ser de mayor.
Puede mantenerse apegado a sus principios fundacionales y ser independiente y osado. Tambi¨¦n puede evolucionar y ser internacional y m¨¢s grande, jugando la baza de las estrellas musicales que garanticen la viabilidad econ¨®mica de esta ef¨ªmera ciudad del rock cuyas dimensiones ya son enormes. La primera v¨ªa le mantiene en agosto, la otra le conduce a julio. En ¨¦sas est¨¢ el FIB tras cumplir 10 a?os. Ser o no ser.
Mientras sus rectores optan, la ¨²ltima jornada de su festival repiti¨® algunas sensaciones y gener¨® otras nuevas. Entre las primeras, ese caracter¨ªstico olor a curry y comida vegetal que evoca agricultura y "buenrollismo" alimenticio. Un cl¨¢sico.
Entre las segundas, esa sensaci¨®n de concierto verbenero que impregn¨® la actuaci¨®n de Brian Wilson, ex cantante de los Beach Boys. Nunca antes en Benic¨¤ssim el p¨²blico hab¨ªa bailado tan suelto, moviendo los brazos en torno al cuerpo, sonriendo a sus compa?eros, al aire y a las nubes, marcando pasos con los pies. Era una escena de baile antiguo, jovial, de pueblo, conseguida por quien compuso sus mejores gemas cuando la vida era tan feliz que s¨®lo contaban las olas. M¨²sica playera al lado de la playa. Fue tan bonito que por un instante el mundo pareci¨® maravilloso.
Da igual que Brian Wilson no est¨¦ para trotes. Sali¨®, le sentaron frente a un teclado que no toc¨®, ley¨® todas sus letras en unos monitores emplazados frente a su cara, pareci¨® el quinto aut¨®mata de Kraftwerk, le doblaron la voz cubri¨¦ndola en las subidas y una banda fascinante le arrop¨® en su viaje al para¨ªso. Brian parec¨ªa buscarlo con una mirada err¨¢tica impropia de alguien de este mundo, y de esa b¨²squeda brotaron canciones tiernas y alegres edificadas mediante filigranas vocales y un elaborado trenzado instrumental. Un pedazo de historia, la de los Beach Boys, que sonaba en directo por vez primera en Espa?a. Un concierto de los de antes. Un tanto del festival.
Antes de que Chemical Brothers devolviesen al p¨²blico a un mundo hosco y al por mayor pasaron m¨¢s cosas. Lo com¨²n a todas es que pudieron verse en las pantallas con las que cuenta cada escenario, como corresponde a un festival que como el de Benic¨¤ssim es audiovisual.
Lo entendieron The Dandy Warhols, cuyo concierto, por instrucciones expl¨ªcitas de la banda, se vio por las pantallas en blanco y negro e iluminado con estrobos. Result¨® un aut¨¦ntico espect¨¢culo visual que contrast¨® el color de la visi¨®n ocular con los grises y blancos que ofrec¨ªan las tres pantallas del escenario principal. Convirti¨® en notable un concierto de frecuencia modulada para p¨²blico generalista. Pl¨¢sticamente irreprochable.
La inapelable colecci¨®n de singles de Franz Ferdinand, una banda brit¨¢nica que seguro volver¨¢ al festival; el acurrucamiento de Lambchop y de su m¨²sica para almas en vilo; el enervante y crispado sonido de los rejuvenecidos Wire, unos cl¨¢sicos con mucha hiel en su m¨²sica; los devaneos psicotr¨®picos de unos Spiritualized que pusieron al p¨²blico a dormir, y el techno de libro de Hawtin y Villalobos acabaron por rematar al personal.
Tambi¨¦n Arthur Lee, que completamente pasado de vueltas depar¨® un esperpento de actuaci¨®n que demostr¨® que no a todos los veteranos les sienta bien el paso del tiempo. Quedaban los Chemical, que llenaron su explanada de rotundidades r¨ªtmicas para hacer bailar. Fue la r¨²brica de un festival que este a?o ha podido atravesar su Rubic¨®n llamando a las puertas de los cl¨¢sicos.
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