Rossini, Rossini
Dos nuevas producciones se han estrenado este fin de semana en el Festival Rossini de Pesaro. Con signo bien diferente. Elisabetta, regina d'Inghilterra no pas¨® de lo simplemente correcto, el melodrama giocoso Matilde di Shabran se instal¨® en el territorio de esa perfecci¨®n que lleva a la locura. ?Por qu¨¦ no acab¨® de despegar Elisabetta contando con un reparto tan s¨®lido como el formado por Sonia Ganassi, Antonino Siragusa, Mariola Cantarero y otros? Pues, en parte por la propia obra en s¨ª, con un primer acto pesad¨ªsimo, pero sobre todo por la r¨ªgida y poco contrastada direcci¨®n musical del sobrevalorado Renato Palumbo al frente de la orquesta del Teatro Comunal de Bolonia. No acert¨® tampoco Daniele Abbado en el planteamiento teatral: est¨¢tico, esteticista, asfixiante en el d¨¦bil desarrollo dram¨¢tico. Bello, eso s¨ª, las cosas como son. En la Casa-Museo de Rossini hab¨ªa una exposici¨®n de alumnos del Instituto de Escenograf¨ªa de la Academia de Bellas Artes de Brera con maquetas y dise?os pl¨¢sticos para esta ¨®pera. Interesante, llena de ideas. Si funcionar¨ªan o no es otra historia.
El delirio
Con Matilde di Shabran lleg¨® el delirio. Por la obra en s¨ª, en primer lugar, con un prodigioso primer acto, pero sobre todo por la conjunci¨®n de voces, orquesta y escena. Unos se contagiaban a otros y todo sub¨ªa de nivel art¨ªstico a cada instante. La Sinf¨®nica de Galicia revalid¨® la buena impresi¨®n dejada en Tancredo. Ricardo Frizza infundi¨® ligereza rossiniana y vitalidad a raudales, y los m¨²sicos se empezaron a desmelenar sin perder el equilibrio. Las excelencias del solo de trompa, por ejemplo, se segu¨ªan comentando en las terrazas pasadas las tres de la ma?ana. Y la dulzura de la cuerda. Y la precisi¨®n r¨ªtmica. Mario Martone se descolg¨® con una prodigiosa direcci¨®n de actores, sobre una escenograf¨ªa sencilla e ingeniosa. El quinteto de la primera parte fue una escena de virtuosismo vocal elevado al infinito por el tratamiento esc¨¦nico: ¨¢gil, gracioso, ocurrente. Una gozada.
El reparto vocal estaba encabezado por una adorable Annick Massis y un sensacional Juan Diego Fl¨®rez. Ella, con precisi¨®n en las coloraturas y una musicalidad fuera de serie en su limitado volumen; ¨¦l, con una fuerza, una t¨¦cnica y una capacidad de comunicaci¨®n asombrosas: en gran artista, en primer¨ªsimo artista. Horas antes hab¨ªan proyectado en la casa de Rossini un v¨ªdeo con su deb¨² en Pesaro en 1996 precisamente con esta obra. La evoluci¨®n art¨ªstica de entonces a ahora es espectacular. A la fiesta vocal se unieron los Marco Vinco, Bruno de Simone, Carlo Lepore y todo el resto del elenco. ?Qu¨¦ noche de inspiraci¨®n! As¨ª, en justo reconocimiento, el tel¨®n se alz¨® al final 1, 2, 15, 20 veces entre aclamaciones cada vez m¨¢s intensas del respetable. Fue una velada admirable, de esas que desea cualquier teatro de ¨®pera, de esas que hacen grande al festival de la ciudad natal de Rossini. Ay, Rossini, Rossini.
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