La pugna por los asientos reservados
Una encuesta se?ala que el 73% de los usuarios del Metro no respeta el derecho de ancianos, minusv¨¢lidos y embarazadas a ir m¨¢s c¨®modos
Da igual que sea de ida que de vuelta. Durante ambos trayectos, la cara de cualquier pasajero del metro es, ante todo, larga, como su jornada laboral. El cansancio es el otro denominador com¨²n de los miles de usuarios que utilizan diariamente este transporte p¨²blico. Ensimismados cada uno en sus cosas, entre todos generan un silencio perfecto, tan s¨®lo interrumpido por los artistas ambulantes que, por medio de su m¨²sica y sus canciones, intentan animar un poco el ambiente. Pero salvo en esas ocasiones, los usuarios del metro s¨®lo muestran indicios de estar despiertos cuando alguien hace adem¨¢n de levantarse, anunciando sin palabras que va a salir del vag¨®n en la pr¨®xima parada. "Normalmente espero unos segundos antes de ocupar el sitio que ha quedado libre", explica Javier, un camarero que trabaja en el centro y que se pasa una media "de 10 horas semanales" circulando por el subsuelo. "Pero hay d¨ªas", contin¨²a, "en los que el agotamiento f¨ªsico, mental, o los dos al mismo tiempo me obligan a hacerme con un asiento sea como sea".
"Los j¨®venes son los peores, no suelen levantarse", afirma una viajera habitual
Extrapolando las palabras de Javier al resto de viajeros se podr¨ªa decir que la mayor¨ªa quiere ser caballerosa con el pr¨®jimo, pero, como reconoce este camarero de 36 a?os, "no siempre se puede".
Para unos, el asiento es un bien muy preciado. Para otros, muy necesitado. Pero para un colectivo minoritario, formado por ancianos, minusv¨¢lidos, mujeres embarazadas o acompa?adas por ni?os, el poder sentarse durante sus desplazamientos es algo casi imprescindible. Ellos son quienes deber¨ªan ocupar los ocho asientos reservados de los 28 que existen en cada vag¨®n. Pero la realidad no siempre se ajusta a lo establecido por la normativa vigente.
Y no ser¨¢ por desconocimiento. Seg¨²n una encuesta, el 87,15% de los madrile?os sabe que en el metro existen asientos reservados. Pero el saber no siempre trae consigo el deber: el 72,85% de los usuarios del transporte p¨²blico subterr¨¢neo opina que esos ocho asientos no son respetados. "Los j¨®venes son los peores, ¨¦sos no suelen levantarse", critica Ana, una mujer que coge el metro "casi todos los d¨ªas" para ir a pasear al parque del Buen Retiro.
Aunque las cr¨ªticas de Ana est¨¢n avaladas por la encuesta -el 75% no se levanta-, los responsables del sondeo son, parad¨®jicamente, personas j¨®venes. Forman parte de Nasciturus, una asociaci¨®n que se dedica a desarrollar diferentes actividades sociales y culturales a favor de la maternidad en la Comunidad de Madrid. Su presidente, Pablo Guti¨¦rrez, explica que la finalidad de la encuesta es conseguir que "el Gobierno regional" sea consciente de la situaci¨®n para que fomente "el conocimiento y el respeto hacia los asientos reservados". Guti¨¦rrez se queja de que "centenares de personas" necesitan diariamente hacer uso "de una plaza de esas caracter¨ªsticas", pero que en la mayor¨ªa de los casos se encuentran ocupadas por otros usuarios. "S¨®lo la mitad de los encuestados", comenta Guti¨¦rrez, "reconoce haberse levantado alguna vez para ceder su asiento".
Pero si la gente es consciente de la existencia de esos reservados, ?cu¨¢les son los motivos por los que se respeta tan poco dicho espacio? En primer lugar, cabe se?alar que "un 57% de los encuestados considera que la se?alizaci¨®n es deficiente y tiene mala visibilidad". "No creo que una sola pegatina, de apenas 10 cent¨ªmetros de alto por 30 de largo, sirva para presionar a las personas a levantarse cuando hay alguien al lado que verdaderamente necesita sentarse", opina Susana, una mujer que aunque no utiliza el metro cada d¨ªa, se suele "fijar en estas cosas".
Pero otras causas, adem¨¢s de la mala se?alizaci¨®n, son, seg¨²n la encuesta, la indiferencia, la falta de educaci¨®n y la timidez, con un 44,28%, un 44% y un 12,85% de los votos, respectivamente. Es decir, frente a una situaci¨®n en la que entrara un anciano con bast¨®n y todos los asientos reservados estuvieran ocupados, algunos pasajeros ni siquiera se lo mirar¨ªan; otros se fijar¨ªan en ¨¦l, pero aun sabiendo que deber¨ªan cederle el sitio, permanecer¨ªan sentados, y unos ¨²ltimos, algo inseguros, desear¨ªan levantarse para que el anciano pudiera ocupar su asiento, pero simplemente no lo har¨ªan por miedo a lo que el resto de viajeros podr¨ªa pensar.
Pero frente a estos resultados, Guillermo, un joven periodista que se "pasa sus horas" en el metro para llegar hasta "el curro", hace un llamamiento al optimismo: "Esta encuesta s¨®lo se refiere a los asientos reservados", dice, "pero en los vagones cada d¨ªa hay personas que ceden su sitio a otras que lo necesitan y no se encuentran en la zona reservada". ?l siempre se levanta, pero reconoce que la mejor soluci¨®n para este problema, al menos la m¨¢s pr¨¢ctica, "ser¨ªa pintar los asientos reservados de un color diferente y llamativo, para que fuera muy evidente cuando te encuentras fuera de sitio".
Nasciturus, por su parte, va a solicitar a los gobiernos municipal y regional que pongan en marcha medidas a favor de este derecho. "No s¨®lo se trata de ser educados, sino de ser solidarios con los que m¨¢s lo necesitan", aseguran.
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