Anulando la cr¨ªtica
No se discute que un d¨ªa fuesen graciosos, ocurrentes, callejeros, frescos, contestatarios y naturales. De ocurrir, que ocurri¨®, eso ya forma parte del pasado. Hoy en d¨ªa los M¨¢rtires del Comp¨¢s son una parodia de s¨ª mismos, y en su abandono algunos encuentran la gracia y la naturalidad a una banda cuyo espect¨¢culo es bastante pobre. Su segunda noche en el F¨®rum dio inequ¨ªvocas pruebas de ello.
Llenaron su recinto, el escenario Marina, y de una opini¨®n hicieron bandera. La v¨ªspera hab¨ªan calificado al F¨®rum de negocio inmobiliario, lo cual provoc¨® la respuesta del portavoz del F¨®rum, Oleguer Sarsanedas, alabando la libertad de expresi¨®n que reina en el recinto. Una respuesta tan obvia que cualquiera podr¨ªa hurgar en sus costuras. Los M¨¢rtires del Comp¨¢s no. Iluminados por su ocurrencia cr¨ªtica y contentos como ni?os que han roto el jarr¨®n de pap¨¢ dedicaron su segundo concierto a abundar en sus ingenuos y planos puntos de vista sobre el F¨®rum -un acontecimiento que merecer¨ªa an¨¢lisis menos superficiales- para acabar justificando su presencia en el evento que critican con una frase de dudoso gusto: "El c¨¢ncer act¨²a desde dentro".
Explicado en pocas palabras, los M¨¢rtires tiraron por la borda cualquier asomo de cr¨ªtica con fundamento m¨¢s all¨¢ de los lugares comunes, abundando en una postura de superficialidad "enrollada" envuelta en canciones "cachondas" que quieren ser retrato de la vida en la calle. Frases como "mi hijo es como el sol, que cuando sale se pone", dan la pauta de un sentido del humor que alcanz¨® su cenit precisamente con este aserto que juega con el doble sentido del verbo "ponerse". Una gracia. Con todo, los M¨¢rtires mantienen ese punto costumbrista que les permite conectar con un p¨²blico que disfrut¨® con las ocurrencias de Chico Oca?a, el cantante y l¨ªder del grupo. Realmente, aquello pareci¨® una fiesta.
Voz ronca y af¨®nica
Aunque casi todo fue afon¨ªa, tanta que Sabina parecer¨ªa un tenor al lado de Chico Oca?a. ?ste, simpaticote y campechano hasta el hartazgo, se dedic¨® a gru?ir las letras de unos temas que partiendo del flamenco se aproximan a la m¨¦trica y sonoridad del pop-rock mediante bajo y dos guitarras. El anclaje flamenco ven¨ªa de la mano del caj¨®n y de una voz femenina de apoyo que salv¨® los muebles de Chico. ?ste, m¨¢s que cantar, exhibi¨® una voz ronca propia de anuncio de producto para gargantas irritadas.
Como fuere que Chico debe de pensar que la gracia es esta, lejos de conseguir una dicci¨®n comprensible se dedic¨® a fumar los cigarrillos liados que pidi¨® que le obsequiase el p¨²blico, en una actitud que a¨²n se ignora qu¨¦ quer¨ªa demostrar. Si lo que quer¨ªa evidenciar es que a ¨¦l le gusta el hach¨ªs no hac¨ªa falta tama?a ostentaci¨®n. Si quer¨ªa demostrar que ¨¦l puede cantar y fumar se equivoc¨®, pues su voz no parece estar para mucho m¨¢s tabaco. Un concierto que pareciendo alegre dej¨® cierto regusto amargo.
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