Hormonas de sangre

Dos mujeres devoran un plato de anchoas con tomate. Dos mujeres se olvidan, por una noche, de dietas e inhibiciones. Comen, beben y hablan como s¨®lo dos mujeres saben hacerlo. Loles Le¨®n y yo. Y una conversaci¨®n de la que no contar¨¦ ni la cuarta parte. Que se joda el lector. "Yo antes estaba en contra de las hormonas [dice Loles] pero, nena, me volv¨ª loca, me sub¨ªa por las paredes, y encima me puse gorda como una vaca. Ahora ya me he desinflado, he ido a un m¨¦dico, una eminencia en la cosa del estr¨®geno, y me ha mandado unas hormonas noruegas que mira c¨®mo me sientan. A la vista est¨¢. Y encima son diur¨¦ticas. Lo meas todo. A m¨ª esas hormonas me han dado la vida. Hay actrices que est¨¢n contra de las hormonas. Vale, lo respeto. Pero as¨ª est¨¢n como est¨¢n. ?T¨² est¨¢s en contra de las hormonas? [Le digo que yo siempre a favor] Yo es que veo ahora mismo una cosa en esta profesi¨®n..., no s¨¦, como que fueran todos superformales, como que su fin en la vida fuera comprarse el adosado. Yo siempre me lo he pulido todo, hija m¨ªa, hasta cuando no he tenido. ?Te gusta la sortija? Pues claro que es buena. Ay, hija, yo me lo echo todo en m¨ª. Y m¨¢s ahora que mi hijo ya est¨¢ fuera. Mi hijo me admira, claro, pero cuando era peque?o le sentaba a cuerno que yo fuera artista. Un d¨ªa viene a casa con un amiguito y me dice: 'Que este ni?o se queda contigo porque quiere tener una madre artista y yo me voy a su casa porque quiero una madre normal'. Me qued¨¦ muerta. Es que el pobre estaba hasta los huevos de cenar solito y a venirme a buscar al teatro. Y yo con supercomplejo de culpa, lo t¨ªpico. Y resulta que ahora se ha buscado una nuera que es como yo, la Mariola [Fuentes], igual de maricona. Lo que yo digo, menudo edipo tienes, hijo m¨ªo. A m¨ª comprarme cosas me sube la autoestima. La primera vez que entr¨¦ en la tienda de Elena [Benarroch] me acababa de dejar Faemino y voy y digo nada m¨¢s entrar: 'Tengo fr¨ªo en el coraz¨®n', y ella me dice as¨ª con ese gesto de pena que pone: 'Pues c¨®mprate un visoncito, mujer'. Yo no ten¨ªa un puto duro pero me lo compr¨¦, a cincuenta mil pelas al mes. Hay que contrarrestar lo que sufre una. A m¨ª Melanie me cae de puta madre porque veo que nos aguanta a todos los amigos de Antonio, que la verdad, somos para echarnos de comer aparte, tan pesaos, tan espa?oles, y ella la pobre en medio, con su sonrisa, como diciendo: si esto es lo que le gusta a mi Antonio, esto es lo que yo quiero. Yo he sido muy as¨ª. Pero tambi¨¦n he sido de otra manera, no te creas. Recuerdo una ¨¦poca en que me estaba merendando a dos de veinte..., una amiga me dec¨ªa, hija, eso no debe ser bueno, y yo, ?que no?, porque t¨² lo digas, guapa. Eso siempre es bueno, para el cutis, para el insomnio, para la osteoporosis... Ay, guapa [me dice], somos almas gemelas. Podr¨ªas escribir una serie, Hormonas de sangre. Fijo que arras¨¢bamos, nena".