Corsarios y chapuceros
De seguir esto as¨ª, algunas distribuidoras americanas radicadas en Espa?a van a acabar desnudando a los espectadores al entrar al cine. De momento, cuando te invitan a una sesi¨®n privada te exigen que dejes a la entrada las bolsas o paquetes que lleves, la chaqueta y hasta el m¨®vil, porque dicen que a trav¨¦s de ¨¦l se puede enviar el sonido original de la pel¨ªcula, y que con este ardid los piratas mejoran el mal sonido grabado a escondidas s¨®lo con la c¨¢mara en una sala abarrotada de p¨²blico. No sabes si te est¨¢n tratando como invitado privilegiado o como a un presunto delincuente. Sin embargo, la federaci¨®n de productoras multinacionales (MPAA) ha optado por hacer campa?as que traten de convencer al p¨²blico de que piratear es injusto antes que perseguir a los ladrones de im¨¢genes.
D¨ªas antes de que se estrenara Yo, robot ya se ve¨ªan ejemplares de la pel¨ªcula por los top manta madrile?os, aunque en versi¨®n mexicana. Y Troya sali¨® tambi¨¦n a la vez que en los cines, aunque, al parecer, con un pesado espectador cruzando por delante de la pantalla cada vez que le urg¨ªa su cistitis. Es decir, copias de mala calidad. Pero, ojo, tambi¨¦n pueden encontrarse malas copias en los comercios legalizados. Malas o incompletas, como las que est¨¢ editando MGM de algunos de sus cl¨¢sicos -El milagro de Ana Sullivan, ?Quiero vivir!-, sin subt¨ªtulos en castellano, aunque s¨ª en otras bizarras lenguas europeas. Conviene leerse con detalle la informaci¨®n que figura en la car¨¢tula, aunque con frecuencia no lo permiten los m¨²ltiples sellos de seguridad que les han pegado encima. Comprar a ciegas.
Hay que desconfiar de la edici¨®n de algunas pel¨ªculas espa?olas -Esa pareja feliz, la primera de Bardem y Berlanga- que se ha hecho a partir de alguna copia vieja, as¨ª como de los t¨ªtulos legalmente considerados de dominio p¨²blico y que, por tanto, puede editar cualquiera que lo desee -Estaci¨®n Termini, de De Sica, con una duraci¨®n m¨ªnima, o La ¨²ltima vez que vi Par¨ªs, de Richard Brooks, con colores y foco desva¨ªdos-. Suelen editarse tambi¨¦n a partir de copias usadas y rayadas en los cines. Y no digamos la distribuidora mexicana Cozumel Classics Films, que anuncia versiones "restauradas y remasterizadas digitalmente", lo que es falso, al menos en ocasiones (El pecado de una madre y otras joyas del melodrama)...
En Estados Unidos se ha levantado de nuevo la pol¨¦mica sobre el coloreado de pel¨ªculas en blanco y negro en DVD ante la reciente edici¨®n de los filmes de Los tres chiflados (los Stooges), que en Espa?a no triunfaron pero que en su pa¨ªs causaron aut¨¦ntico furor con chistes de vodevil y la violencia de sus tartazos. Hasta Sam Raimi, desde su tribuna de director triunfante de ambos Spiderman, ha arremetido contra esta manipulaci¨®n de las comedietas del tr¨ªo chiflado exigiendo que se las respete tal como fueron concebidas.
Tambi¨¦n los cineastas franceses han puesto el grito en el cielo ante la decisi¨®n de la SNEP (su SGAE) de penalizar a los piratas con dinero y hasta con c¨¢rcel. En su lugar proponen enriquecer sus propios DVD con buenos extras y, desde luego, con una calidad a prueba de algod¨®n. Hag¨¢moslo bien, dicen, pongamos precios asequibles y mejoremos nuestra relaci¨®n con el p¨²blico, que, en definitiva, piratea porque quiere ver nuestras pel¨ªculas. Imaginaci¨®n en lugar de represi¨®n. C'est la France.
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