?Qu¨¦ significa la ciudad de Nayaf?
Es la ciudad donde est¨¢ enterrado el cuarto califa del Islam, Al¨ª Abu Talib, primo y yerno del profeta de los musulmanes, asesinado en el a?o 661. Al¨ª es la m¨¢xima figura para los chi¨ªes e incluso para algunos es tan venerado como Dios. La pol¨¦mica del derecho de Al¨ª a suceder a Mahoma dio lugar a la aparici¨®n del chi¨ªsmo, cuyos partidarios defend¨ªan la sucesi¨®n de Al¨ª por sus v¨ªnculos personales y familiares con el profeta.
La ciudad de Nayaf era, antes de la aparici¨®n del islam, un lugar de veraneo para los reyes de la dinast¨ªa cristiana Al Manadira, cuya capital era Al Hira, una localidad situada entre Nayaf y Kufa. A finales del siglo VIII empieza a formarse una peque?a poblaci¨®n en torno a la tumba de Al¨ª, que con el tiempo se convierte en un gran mausoleo y comienza a ser destino de peregrinos procedentes de ciudades iraqu¨ªes y de otros pa¨ªses.
Nayaf, para muchos musulmanes y particularmente para los chi¨ªes, es como Santiago de Compostela para los cristianos. Desde hace siglos se ha convertido en el m¨¢ximo centro cient¨ªfico y teol¨®gico de la doctrina chi¨ª, disputando, en ocasiones, este liderazgo a la ciudad iran¨ª de Qom. La mayor¨ªa de los cl¨¦rigos chi¨ªes se forman en las escuelas de teolog¨ªa de esta ciudad, no s¨®lo iraqu¨ªes sino tambi¨¦n muchos iran¨ªes pues es un prestigio poder licenciarse en los centros religiosos de esta ciudad. Jomeini vivi¨® en Nayaf durante 14 a?os, antes de ser expulsado por Sadam Husein a petici¨®n del Sha.
El cementerio conocido con el nombre de Wadi al Salam (El Valle de la Paz), tambi¨¦n se ha ido formando en torno al mausoleo de Al¨ª y ha alcanzado con el paso del tiempo grandes dimensiones, en la actualidad duplica la extensi¨®n de la propia ciudad. La pr¨¢ctica totalidad de los chi¨ªes y algunos sun¨ªes de Irak entierran a sus muertos en este cementerio. Muchos chi¨ªes de otros pa¨ªses hacen lo mismo, especialmente los iran¨ªes. Llevar los restos de los muertos desde otros pa¨ªses a Nayaf significa un gran gasto s¨®lo al alcance de algunas familias. Los que no pueden hacer frente a estos gastos llevan los restos de sus muertos consigo, de forma clandestina, cuando van de peregrinaci¨®n a dicha ciudad. Enterrarles en este cementerio significa, seg¨²n los creyentes, la mejor forma de honrar a sus muertos y podr¨ªa ser para ellos como una especie de salvoconducto en la otra vida.
Debido a la inmensa extensi¨®n del cementerio, ¨¦ste ha sido en muchas ocasiones un refugio para mafiosos, contrabandistas y rebeldes sociales o pol¨ªticos. Muchos opositores durante el gobierno del Baaz se refugiaron all¨ª y las fuerzas del orden destruyeron parcialmente el cementerio en m¨¢s de una ocasi¨®n.
Los insurgentes se amparan en este cementerio por dos razones: por un lado este camposanto con sus tumbas, que a veces son aut¨¦nticas edificaciones, les ofrecen un buen escondite y un inmejorable elemento defensivo. Y por otro, los rebeldes siempre creen que los atacantes, sean quienes sean, se lo pensar¨¢n dos veces antes de actuar, porque el lugar donde se encuentran es sagrado y debe ser respetado.
Waleed Saleh es profesor de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.