Czeslaw Milosz, premio Nobel de Literatura 1980
A finales de julio de 1944, el Ej¨¦rcito Rojo lleg¨® al V¨ªstula e instal¨® un nuevo gobierno provisional en la ciudad de Lublin. El primero de agosto salt¨® en Varsovia la revuelta contra los alemanes. El Tercer Reich estaba de retirada, pero los combates, calle a calle, continuaron hasta primeros de octubre entre los insurrectos y el ej¨¦rcito alem¨¢n de ocupaci¨®n. Los nazis aplastaron la rebeli¨®n. Mientras tanto, el Ej¨¦rcito Rojo esper¨® en la otra orilla del V¨ªstula hasta que las tropas alemanas aplastaron la resistencia polaca y la situaci¨®n estuvo madura y, a principios del 45, cruz¨® el r¨ªo y march¨® sobre Berl¨ªn a trav¨¦s de las ruinas de Varsovia por todo Polonia. ?ste es el marco de la novela que consagr¨® a Czeslaw Milosz: El poder cambia de manos, Prix Litter¨¢ire Europeen en 1953. La novela, evidentemente, resultaba muy inc¨®moda para todos, pero especialmente para los comunistas, y Milosz pas¨® a ser considerado un escritor sin patria literaria para la izquierda europea. Pero la novela sigue ah¨ª, es magn¨ªfica y el tiempo ha dejado en claro la verdad y la coherencia que encerraba. A Milosz le ha ocurrido algo parecido a lo que sucedi¨® con Koestler: no eran tiempos los de los a?os cincuenta para oponerse frontalmente al r¨¦gimen sovi¨¦tico.
Czeslaw Milosz naci¨® en 1911 en Vilna. Pertnec¨ªa a una noble familia lituana, pero su patria era Polonia. Entre 1946 y 1950 fue agregado cultural de la Embajada polaca en Washington y primer secretario en la Embajada de Polonia en Par¨ªs. En 1951 rompi¨® con el Gobierno comunista polaco y se instal¨® en Francia. A partir de entonces sufri¨® el destino de otros muchos intelectuales que, en los a?os dif¨ªciles, hicieron frente al estalinismo. Milosz pertenece a este tipo de intelectuales insobornables que afrontaron la adversidad con toda valent¨ªa. Gil, el personaje de su novela, que se encuentra depurado, pero al que, sin embargo, han encargado una traducci¨®n de Tuc¨ªdides porque "el Estado ten¨ªa sus razones para querer editar a los cl¨¢sicos, aunque fuese en peque?as tiradas, jact¨¢ndose con ello de ser el continuador de civilizaciones anteriores", es el prototipo del hombre l¨²cido ante un cambio de poder que no modifica el uso del mismo, sino simplemente su titularidad y es perfectamente consciente de ello. Su problema es que debe sobrevivir en medio de la incuria, de la sustituci¨®n de unos opresores por otros opresores. "No estoy solo" -se dice-; "tambi¨¦n est¨¢ aqu¨ª Tuc¨ªdides, al que llaman el primero de los historiadores, aunque debo reconocer que nuestras circunstancias han sido muy diferentes y que hay una profunda diferencia entre lo que ¨¦l ha visto y lo que veo yo".
Milosz pertenece, pues, a ese tipo de intelectuales cuyo sentido cr¨ªtico les deja fuera de todo grupo organizado, sea un partido o un movimiento literario. Y hay que reconocer que entre ellos se encuentran algunos de los esp¨ªritus m¨¢s fuertes de la segunda mitad del pasado siglo. En cierto modo, su estilo de exiliado no es s¨®lo nacional sino intelectual. Recientemente se ha publicado en Espa?a su abecedario personal (Turner, 2004), que es como decir la suma de sus afectos, sus ideas y su mirada sobre el mundo, y le¨ªdo ahora asombra por la lucidez, la valent¨ªa y la agudeza de su pensamiento. La figura de Milosz evoca la del luchador solitario e insobornable capaz de adelantar opiniones que el tiempo y la pereza convierten en evidencias posteriores que todo el mundo acepta y se aplica. ?l sab¨ªa que cuanta raz¨®n tuviera en sus an¨¢lisis de la realidad caer¨ªa en saco roto hasta el momento en que fueran adoptados por los representantes de la intelligentsia establecida -de la que ¨¦l estaba excluido-, pero, al menos hasta donde yo haya le¨ªdo, no he visto rencor en sus textos, sino convicci¨®n y firmeza en la defensa de sus ideas. Posiblemente, a un hombre de su temple tanto le daba que el tiempo le concediera la raz¨®n; lo importante para ¨¦l era tenerla como propia en la medida que hab¨ªa llegado a ella en un ejercicio de lucidez y honestidad.
En cierto modo, puede decirse que Milosz es un superviviente de las numerosas purgas intelectuales que la posguerra y la guerra fr¨ªa han producido en la segunda mitad del siglo XX en el campo de la llamada izquierda intelectual o, como ser¨ªa mejor llamarlo, del establishment de la llamada izquierda intelectual. La lucha por la vida y el entendimiento se ajusta perfectamente al proceso de creaci¨®n de su poes¨ªa: desde una primera complejidad, su capacidad de acudir al coraz¨®n de las cosas le empuja cada vez m¨¢s hacia una aparente sencillez que condensa preocupaciones muy complejas. ?l mismo sostiene que la poes¨ªa es un don. Ley¨¦ndolo parece algo m¨¢s que eso; en todo caso, es el producto de alguien que ha conquistado el don de alcanzar una ¨¦tica de la duda como forma de conciencia. La verdad es que Milosz se ha convertido con el tiempo y como persona en un s¨ªmbolo de la libertad y la independencia ante cualquier forma de corrupci¨®n venida del poder; por eso su novela es tan emblem¨¢tica, mal que le pese a ¨¦l, que puso toda su capacidad creativa al servicio de la poes¨ªa, la cual es, muy posiblemente, lo m¨¢s perdurable de su obra.
Como dice su personaje Gil al t¨¦rmino de su historia: "?Qui¨¦n podr¨ªa ser tan arrogante como para saber cu¨¢les son los actos que se unen y sostienen mutuamente, y cu¨¢les los que caer¨¢n en el rid¨ªculo y el olvido fuera de lo que merece llamarse un patrimonio? En vez de insistir en esto, m¨¢s vale que nos impongamos la ¨²nica norma importante: mantenernos libres de tristeza e indiferencia". Czeslaw Milosz deja tras ¨¦l un patrimonio literario de primer orden, por fortuna, y a juzgar por el vigor de su ancianidad, logr¨® mantenerse razonablemente libre de tristeza e indiferencia hasta el fin.
[Czeslaw Milosz, premio Nobel de Literatura de 1980, falleci¨® ayer, a los 93 a?os, en su residencia de Cracovia como consecuencia de una aguda insuficiencia cardiorrespiratoria].
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